Hockney contra Hirst
El mundo del arte británico está que arde. En todos los sentidos. Había de antemano mucha expectación por tres de las exposiciones programadas para este año: la de David Hockney en la Royal Academy of Arts, la de Damien Hirst en la Tate Modern y la de Lucian Freud (la primera tras su muerte, el 20 de julio) en la National Portrait Gallery. Pero ahora la habrá aún más, tras las declaraciones que ha hecho Hockney a Radio Times sobre su colega Hirst, a quien critica duramente por el uso de asistentes para realizar sus obras. «Es un poco insultante para los artesanos», dijo en una entrevista con la revista Radio Times. Y cita un proverbio chino, que reza que para pintar son necesarias tres cosas: el ojo, la mano y el corazón. Dos cosas no son suficientes».
David Hockney se enorgullece de haber hecho él personalmente todas las obras presentes en su próxima exposición en la Royal Academy of Arts, que se inaugura el 21 de enero. Por contra, Damien Hirst, líder del movimiento de los «Young British Artists», que cambió la escena del arte en los años 90, emplea ayudantes para realizar sus obras. Así, la calavera de platino incrustada con 8.601 diamantes, titulada «Por el amor de Dios», fue creada por el joyero Bentley y Skinner. Otra de sus obras icónicas, el tiburón metido en su vitrina con formol, fue fabricado por taxidermistas.
El próximo día 12, las once sedes de la todopoderosa galería Gagosian abrirán simultáneamente exposiciones centradas en las pinturas de puntos de colores de Hirst. Éste manifestó en 2007 acerca de estas pinturas que «tan pronto como vendo una, uso el dinero para pagar a gente que haga las demás. Lo hicieron mejor que yo. Me molesta». Tanto Hirst como Murakami, otro de los artistas que utilizan asistentes para crear sus trabajos, se defienden de este tipo de acusaciones diciendo que la contratación de ayudantes en el mundo del arte no es nada nuevo, que ya lo hicieron antes Tintoretto, Miguel Ángel o Andy Warhol, entre otros muchos.