Las mujeres de Picasso
La Sala de Exposiciones de la Fundación Canal de Isabel II (Madrid) inaugura mañana jueves, 2 de febrero, y hasta el 8 de abril, la exposición "Picasso. El eterno femenino", una muestra compuesta por 66 grabados, propiedad de la Fundación Picasso - Museo Casa Natal, que abarcan del año 1927 a 1964, que profundiza en la presencia de la mujer en la obra del artista malagueño a través de sus diversos modelos y transformaciones.
La figura de la mujer ha sido uno de los temas iconográficos más constantes en la obra de Picasso. Habitante de un mundo femenino que gravitaba primero alrededor de sus hermanas y de su madre, y de sus distintas compañeras o esposas más tarde, el artista se enfrentó a la imagen de la mujer desde el lugar de quien al mismo tiempo admira e interroga al sujeto femenino.
El título de esta muestra alude a la expresión creada por Goethe en la que, según el autor alemán, el 'eterno femenino' reúne a la madre y a la amada en un principio universal que remite a la propia Eva, y que por tanto unifica a las diversas modalidades de la mujer en un modelo intemporal y platónico. Esta multiplicidad de modelos femeninos se plasma en las 14 secciones en las que se articula esta exposición y que recogen 66 obras originales del artista malagueño encuadradas en las distintas técnicas de su obra gráfica.
A través de diferentes secciones, la mujer se presenta como un soporte para la manifestación del alma ("Espejo del alma"), a la vez que puede ser el retrato de mujeres imaginadas ("Mujeres imaginadas") o de personas reales, como las dos últimas, y más intensas, mujeres de Picasso: su compañera Françoise Gilot y su esposa Jacqueline Roque (secciones "Retratos de Françoise" y "Retratos de Jacqueline").
Del mismo modo, estas presencias femeninas pueden plasmarse desde una óptica deudora del arte del Renacimiento europeo o del Cubismo creado por el propio Picasso ("La herencia del Renacimiento" y "La herencia cubista"), en escenas que las representan sentadas al modo de los retratos cortesanos ("La mujer sentada"), posando para artistas ("La mujer y el artista"), siendo observadas por hombres u observando a otros personajes ("La mujer observada" y "La mujer que observa").
Con vestimentas de otros siglos y otros ámbitos que no son los nuestros ("Damas del tiempo de antaño") hay una dualidad de visión en Picasso, que bien puede captar en la mujer en el esplendor de su naturaleza ("La profundidad de la piel") o en sus años de infancia y juventud ("Divino tesoro") para someterlas también a situaciones en las que se intenta acceder a su mundo privado e interior ("Misterio y silencio").