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La crisis rediseña a Mariscal

La crisis rediseña a Mariscal

Visitar a Javier Mariscal en su estudio barcelonés de Palo Alto, en Poblenou —"un barrio de fábricas y anarquistas", señala con orgullo— es un ejercicio saludable en estos tiempos de crisis salvaje y desarticulación social, y lo que es peor, según él, "de superficialidad generalizada". Hay en este espacio una fórmula mágica y se agradece: no hay dobleces aquí, solo talento y sencillez al servicio de crear una vida más bella y placentera y por encima de eso la voluntad de reinventarse cuantas veces haga falta, pero nunca a costa de traicionar lo que uno es, un matiz importante cuando las cosas vienen mal dadas. Y no nos engañemos. No son buenos momentos estos, ni para Mariscal ni para nadie, pese a las celebraciones y los aniversarios.


Llega febrero y hay cola de llamadas en Palo Alto. Se cumplen dos décadas de las Olimpiadas de Barcelona y un cuarto de siglo de sus primeros bocetos de la mascota Cobi, y además Chico & Rita acaba de ser nominada para el Oscar. Desde Nueva York, Londres y París llueven las enhorabuenas y las preguntas de los periodistas sobre el hermoso bolero de 96 minutos que hizo con Fernando Trueba y su hermano Tono Errando, merecedor de un Goya y de numerosos premios internacionales. A estas alturas, hay consenso: Chico & Rita ha sido un diez en cuanto a críticas y prestigio. Pero en términos económicos, esta historia de música y amor a caballo entre La Habana y Nueva York ha supuesto un duro revés para sus creadores, aunque poco de esto se conoce y ni falta que hace.


"Éramos conscientes de que una película de dibujos animados para adultos era un riesgo", comenta. "Por desgracia", la gente sigue identificando animación con niños y Navidad, le cuesta ir al cine a ver películas como esta". Sus palabras no reniegan. Todo lo contrario, asegura que "con Fernando" repetiría y haría "cinco películas más". Proyectos en cartera hay, confirma; pero de eso no trata este trabajo sino de lo que ha ocurrido con él 25 años después de que metió la nariz por vez primera en esta antigua fábrica de curtido de pieles de la calle Pellaires.


Por entonces Mariscal tenía el estudio en el barrio del Borne. "Era un tercer piso y cada vez me era más difícil trabajar. Buscaba un lugar amplio y barato para hacer todo el desarrollo de Cobi". El lugar estaba abandonado, y fue su amigo Pierre Roca quien lo conocía y le llevó hasta allí. "La hierba te cubría la cabeza y algunas naves estaban al derrumbarse. En las inmediaciones había yonquis, ratas, escondites de motos robadas…ese era el ambiente, pero el sitio era espectacular".


Mientras paseamos por los jardines de la Fundación Palo Alto, la gente le felicita y anima, hablan de Chico & Rita como si fuera 'su' película - "¡Chavi, tú verás que vamos a ganar¡", le dice una de las camareras de la cantina. Y lo mismo el resto de sus vecinos en esta vieja factoría remodelada, cuyos muros albergan hoy 19 empresas vinculadas al mundo de la creación. Hay estudios de arquitectura y de fotografía, otros se dedican al mundo del diseño y el interiorismo, como el de Fernando Salas, que trabajó con Mariscal en el proyecto del Gran Hotel Domine de Bilbao. También hay locales de escultores y pintores y firmas que ofrecen servicios audiovisuales. Todos en mayor o menor medida han sufrido el mordisco de la crisis, algunos incluso llevan meses sin pagar el alquiler.


En el caso del Estudio Mariscal, el leñazo ha sido considerable. "En el último año la demanda ha caído un 50%. Algún contrato nos lo han cancelado solo cuatro días después de firmarlo, nunca había pasado", explica Santiago, gerente y hermano de Mariscal. El estudio, capaz de llevar 40 proyectos distintos a la vez, contaba hasta hace poco con un núcleo duro de unas 30 personas. Pero la situación se hizo insostenible y la plantilla, que era como una familia, acaba de reducirse a la mitad. "Un trauma para todos, que todavía está cicatrizándose".


Igualmente, hubo que realquilar el espacio de más de 300 metros cuadrados que ocupaba Muviscal, la compañía audiovisual fundada por el diseñador valenciano en 1998, que funcionaba en la parte superior del estudio. Allí se hicieron los 52 episodios de Twipsy, la serie de dibujos animados sobre la mascota del mismo nombre que sirvió para promocionar la Exposición Universal de Hannover 2000 —con Cobi, otro de los grandes contratos del estudio—. Allí arriba, además, trabajaron durante dos años largos los más de 80 animadores y técnicos que hicieron posible Chico & Rita, autores de la friolera de 150.000 dibujos, algunos repetidos cuatro y cinco veces. Casi nada.


Claro que duele", afirma Mariscal. "Pero lo peor es el miedo al miedo, uno no puede quedarse paralizado", dice, sentado al borde de unas escaleras que antes no descansaban. Él tampoco descansa ahora, aunque su capacidad de adaptarse a las circunstancias y, en cierto modo, de reinventarse, parece garantizada, según se comprueba después de verle trabajar dos días a ritmo más que de jazz, de chachachá.


Desde hace algún tiempo lleva consigo siempre su iPhone y casi siempre su iPad. Hace ya meses descubrió dos aplicaciones —Brushes y Dink— que le permiten dibujar con el dedo, colorear sus dibujos e incluso hacer cortos de animación sencilla con su telefonito. "Es una virguería, adonde vas puedes trabajar". Con el iPhone ha hecho el cartel que le pidió una ONG solidaria para promover una campaña de vacunación en Haití, también ha capturado el espíritu del Corcovado, en un reciente viaje a Río de Janeiro, y el de su famosa silla Green, de Muebles 114. Además, tiene todo un catálogo de ramos de flores, bodegones y espacios coloniales habaneros que en cuanto puede sube a su cuenta de Facebook —tiene dos—. A finales de febrero, por primera vez expondrá sus dibujos 'digitales' en la Sala Vinçon de Barcelona, y está encantado.


También lo está de participar activamente en Facebook, donde tiene más de 2.000 seguidores. Hace un dibujo de Trueba; fotografía a una niña de amarillo frente a un taxi amarillo de Barcelona; ve otra imagen que le gusta y lo enchufa todo a la red. Lo ve como un acto “democrático”. En eso le llega el choteo cibernético sobre el logo de Madrid como ciudad candidata a las Olimpiadas. Está tan mal hecho que en el logo parece poner 20.020 en vez de 2020. Un bromista ha convertido los extraños aros olímpicos en cinco chancletas, y sobre esa misma sugerencia él reconvierte las chancletas en morsas y el año en 200.020. Lo cuelga y anima a la gente a que participe. Las morsas se convierten ahora en botellas, y así sucesivamente. Un impacto.


"Esa inmediatez permite que la gente participe, que interactúe de forma libre". Asegura que, en un acto de rebeldía, desde hace tres meses no compra un solo periódico ni pone la televisión, está harto de "superficialidades" y de que todos los medios "den la misma información como papilla machacada, como si fuéramos estúpidos".


En eso, pide a uno de sus colaboradores que muestre los planos de la nueva lámpara de mesa Lotek, que ha diseñado para Artemide con el propósito de renovar la famosa Tolomeo, de Michelle de Lucchi. Los bocetos son esculturas, casi personajes de sus cómics, los Garriris, jipis y lineales. Quizás se trate del último proyecto desarrollado con el antiguo equipo de diseño industrial del estudio, aunque ya está trabajando para decorar la fachada de la cervecería Damm, casi treinta metros de pared, una instalación que juega con paneles y volúmenes de gran formato.


Revisa y retoca en el ordenador los dibujos de una campaña infantil para Camper, y de vez en cuando se levanta y pinta sobre una tela a los protagonistas de Chico & Rita avecindados con el pecado junto a un piano, para una exposición a la que llevará también decenas de originales que realizó en su día para la película. Acaba de regresar del festival de Angulema, donde ha sido recibido con todos los honores, y ha compartido mesa y conversación con Art Spiegelman y Aline, la esposa de Crumb. Viene cargado de historietas e ideas. "El cómic hoy en día es el rincón cultural donde más se experimenta", asegura. El nuevo Mariscal es el de siempre, cargado de irreverencia y poesía, golpeado por la crisis pero resistiendo, sin renunciar a su esencia. Artista, pero con un iPad como una metralleta.


Compartir | Recomendar Noticia | Fuente: Mauricio Vicent elpais.com | Fecha: 05/02/2012 | Ver todas las noticias



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