Quiero mi Guggenheim
La amenaza de cierre acecha a muchos de los 130 museos de arte contemporáneo que hay en España, gran parte de ellos abiertos tras la estela del centro bilbaíno.
En mitad de una enorme explanada urbana, se alza un coloso arquitectónico de vidrieras de colores: el museo de arte contemporáneo de León (MUSAC). Este edificio, cuya arquitectura deslumbra por su modernidad, sufre los males que reúnen otros muchos centros como el Niemeyer de Avilés (Asturias) o el Andaluz de Arte Contemporáneo (Sevilla) de los 1.530 registrados por el Ministerio de Cultura. Mala situación geográfica sin buenas redes de comunicación entre las poblaciones vecinas, pocas condiciones de accesibilidad para los visitantes y apenas servicios y equipamiento. La consecuencia es que tienen un público muy escaso.
El MUSAC es uno de los museos de España que menos afluencia registran. En 2010, sufrió una caída del 22,4%, al pasar de tener casi 127.000 visitantes al año a 98.514, un número irrisorio comparado con las 956.417 personas que se acercaron en el mismo año al Guggenheim en Bilbao. Según algunos expertos, en muchas comunidades autónomas se han antepuesto los intereses políticos a las buenas colecciones de arte. Aseguran que no se puede aplicar la misma fórmula que se utilizó para revitalizar Bilbao con el Guggenheim a todos los territorios. Certifican que los 130 museos dedicados al arte contemporáneo son, en su mayoría, insostenibles.
"¿Hasta cuándo va a seguir en España el efecto Guggenheim?", se pregunta María Jesús Abad Tejerina, catedrática de Bellas Artes de la Universidad de Alcalá. "En España hay dos tipos de museos: los estéticos, que son solo obras arquitectónicas faraónicas, vacíos de contenido artístico, y los que se han construido con cabeza, al servicio del ciudadano". Lo dice mientras enumera los porqués de tanto derroche en grandes construcciones museísticas: "Es el caso, por ejemplo, de la Ciudad de la Cultura, en Santiago de Compostela, cuyos 148.000 m² costaron 400 millones de euros, y que a duras penas alberga buenas colecciones de arte moderno". "Todos los alcaldes de España quieren su museo de arte contemporáneo. Solo piensan en la cáscara del huevo y no en la yema, que es conseguir una buena colección", se lamenta Abad.
Lo mismo opina Francisco Calvo Serraller, crítico de arte de EL PAÍS. Para este experto, un ejemplo claro de una construcción inadecuada es el ya citado MUSAC: "Es inapropiado e insostenible. Está mal ubicado en el mapa. Su acceso a las poblaciones vecinas es difícil y el interés en cuanto al número de visitantes es mínimo". Calvo basa estas afirmaciones en una serie de criterios necesarios a la hora de edificar un museo, por ejemplo tener en cuenta las vías de comunicación que conectan entre sí varias localidades para conseguir atraer a un mayor número de visitantes. "Esta es una de las claves del éxito del Guggenheim de Bilbao, que está muy bien emplazado en el casco urbano", asegura.
Son varias las voces que coinciden con Calvo. Una de ellas es la de la historiadora y periodista Anatxu Zabalbeascoa. "Parte del éxito del Guggenheim es que existía un proyecto concreto, desde lo urbanístico hasta el tipo de colecciones que el museo iba a albergar. Existía una idea de peso con un presupuesto ajustado, además de un respaldo social". Para Zabalbeascoa, experta en arquitectura y diseño, es evidente que no todas las capitales de provincia tienen la misma capacidad de atracción que Bilbao. "Pretender que esto sea así solo supone un derroche económico."
¿Qué futuro tiene los museos contemporáneos?En España no existen muchos estudios que identifiquen los retos a los que se tendrán que enfrentar los museos y las instituciones responsables en los próximos años, especialmente con los recortes presupuestarios que sufre la cultura desde el inicio de la crisis. "Es imprescindible una planificación sostenible que permita la adaptación a los cambios que dinamice y flexibilice el sector. Sobre todo en materia de competitividad", subraya la museóloga Ángela Montoya. "En los últimos años se observa una lucha entre los museos por atraer la atención de un público amplio", añade.
Para la museóloga, en España, al igual que ocurre desde hace ya más de dos décadas en Europa y Estados Unidos, los museos desempeñan un papel cada vez más relevante en el desarrollo económico y turístico de algunas zonas. "Los años de bonanza económica que ha vivido nuestro país han acelerado el ritmo de creación de nuevos museos, sin tener en cuenta las peculiaridades de su entorno". Montoya afirma que es "necesario hacer estudios de público objetivo que puede ir a ver esas muestras. Sería absurdo decir que la audiencia no condiciona las colecciones. Siempre hay unos mínimos que atender".
Hay al menos 200 proyectos de museos en vías de construcción entre los años 2008 y 2012, según la última estadística de Museos y Colecciones Museográficas publicada por el Ministerio de Cultura. De los 1.530 centros censados, solo se prevé la ampliación o la rehabilitación de 45. Las territorios más pequeños son los que experimentan un mayor incremento de nuevas salas de exposiciones, con Ceuta y Melilla a la cabeza. Con estas iniciativas, buscan imitar la experiencia de Bilbao y dan vía libre a nuevos gestores, como promotores inmobiliarios, que son inexpertos en la materia y que "fomentan más el entertainment que la cultura", según Calvo Seraller.
Para Manuel Bermejo, exdelegado de Urbanismo de la Junta de Andalucía, uno de los principales desfíos de los próximos años será finalizar los proyectos en los plazos establecidos, además de mantener vivo el patrimonio. Es el caso de Andalucía y de sus 20 museos de arte contemporáneo. Bermejo subraya: "Es imprescindible que se establezcan sistemas de control en cuanto a la edificación de nuevos museos y plantear realmente si son necesarios o no".
Para Juan Antonio Vidarte, director del Guggenheim, la crisis plantea la oportunidad de elaborar una planificación sostenible en la que se desarrolle una visión estratégica y de revisar los modelos existentes para maximizar los pocos recursos que tienen los museos.
La crisis del arte en España da mucho que pensar, sobre todo después de la construcción de polémicos megacentros culturales como el Niemeyer (18.000 m²), que supuso una inversión de 43 millones de euros. Este museo, por el que pasaron Kevin Spacey, Jessica Lange, Paulo Coelho, Paco de Lucía, Woody Allen o Gilberto Gil, suspendió temporalmente su programación en octubre y más de 3.000 personas se manifestaron en su defensa. El enfrentamiento político por el control de sus contenidos entre el Gobierno de Francisco Álvarez Cascos, del Foro de Asturias, y la fundación que lo dirigía ha terminado con la cesión del control al Gobierno de Cascos. El centro, a partir de ahora, se llamará Centro Cultural Internacional Avilés. De momento, sigue cerrado y no tendrá programación hasta el primer trimestre de 2012.
Otro caso muy significativo es el del Palau de las Arts de Valencia. De 40.000 m2, esta construcción costó 382,5 millones de euros. Para hacer caja, la obra cumbre del complejo de la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia aloja, desde hace poco, bodas, como la del futbolista Raúl Albiol del Real Madrid; y congresos y eventos empresariales. Alquilar el coliseo de Calatrava para este tipo de reuniones no es barato, cuesta alrededor de los 10.000 euros.
Muchos de los 130 museos de arte contemporáneo de España sufren el riesgo de convertirse en conglomerados fantasmas vacíos de contenido y aún más con los recortes de presupuestos que no solo limitan las exposiciones, sino que paralizan sus colecciones e incluso provocan el abandono de caras piezas de construcción como ha ocurrido con las 163 lamas, de 1.388 toneladas, de la cubierta del edificio del Ágora en el complejo Ciudad de las Artes de Valencia.
Este reportaje forma parte del proyecto final de la asignatura de Digital de los alumnos de la 25ª promoción de la Escuela de Periodismo UAM / EL PAÍS 2011