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La primera usuaria de la Biblioteca Nacional

La primera usuaria de la Biblioteca Nacional

Cuando se abrió la Real Biblioteca Pública, el 1 de marzo de 1711, lo hizo con una peculiar manera de ser pública: estaba abierta únicamente al público varón e ilustrado de la época. Las mujeres no accedieron a las instalaciones de la Biblioteca hasta más de un siglo después, en 1837.


Aunque este tipo de discriminación ni siquiera era considerada tal en aquella época, en la actualidad nos resulta chocante. Igual que mirar las Constituciones de la Real Librería, de 2 de enero de 1716 y ver que no mencionaban quién tenía permitido el acceso: era algo tan evidente que no consta en esta primera norma.


El artículo 7 del capítulo 1 de las Constituciones de 1761, con Juan de Santander como Bibliotecario Mayor, ya establece por escrito este punto: “… [El Bibliotecario] tampoco permitirá que se entre en ella con gorro, cofia, pelo atado, embozo, u otro trage indecente o sospechoso; ni muger alguna en dia y horas de estudio; pues para ver la Bibliotheca podrán ir en los feriados con permiso del Bibliothecario Mayor”


O lo que es lo mismo: las mujeres sí que podían entrar, pero de visita y fuera del horario habitual. Aun entonces necesitaban el permiso del bibliotecario para poder entrar a verla sin tocar nada. Se les impedía el acceso a las salas de lectura con el pretexto de que podrían molestar al resto de usuarios, así que parece que no se les pasaba por la cabeza que las mujeres pudieran ir a estudiar, como todo el mundo. Visto lo visto, no sorprende que tampoco hubiera ninguna trabajadora en la Biblioteca en este mismo período, según La Real Biblioteca de S.M. y su Personal, de Luis García Ejarque.


La primera mujer que pudo entrar a estudiar a la Biblioteca Nacional fue Antonia Gutiérrez Bueno, autora de un Diccionario histórico y biográfico de mujeres célebres. Lo consiguió en 1837, suponemos que tras una ardua lucha contra bibliotecarios, administradores y papanatas varios aferrados a unas tradiciones caducas. Sabemos cómo consiguió lo que entonces era un privilegio gracias a que se conserva su correspondencia con María Cristina de Borbón Regente de España durante la minoría de edad de la futura Reina Isabel II.


El libro de Gutiérrez Bueno está en la BNE, pero figura en el catálogo con seudónimo (Eugenio Brunet y Ortazán) y su hazaña no ocupa grandes espacios en la prensa de la época. Su nombre aparece raras veces en los periódicos del XIX. El 25 de abril de 1866 figura en una lista de Protectores de la Academia Tipográfica de Señoritas, organización que edita la publicación Álbum de las familias. Tres años antes su nombre aparece en una esquela como madre del fallecido D. Antonio Luis de Arnau, Ministro de Isabel II, aunque sin más pistas que indiquen que se trata efectivamente de la misma persona. Y sabemos, por último, que falleció el 6 de abril de 1874 por una esquela aparecida tres años después de su muerte en La Correspondencia de España.


Muy pocos honores para la persona que consiguió abrir la Biblioteca a la mitad de la población española...


Compartir | Recomendar Noticia | Fuente: Javier Pavía / bne.es | Fecha: 15/02/2012 | Ver todas las noticias



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