Leonardo ‘se asoma’ tras una pared de Florencia
La batalla de Anghiari ha sido durante 500 años una batalla perdida. Se sabe que, en 1503, Leonardo Da Vinci (1452-1519) recibió de la república de Florencia el encargo de pintar un fresco que recreara la victoria de los florentinos sobre las tropas milanesas a mediados del siglo XV. Incluso se sabe que el pintor renacentista ejecutó el trabajo y, de hecho, en el museo del Louvre de París existe una copia realizada por Rubens (1577-1640) basándose en grabados de la época. Al original, sin embargo, se lo tragó la tierra. O, mejor dicho, la pared. Un equipo de expertos acaba de asegurar que los rumores de que La batalla de Anghiari se encontraba oculta tras un muro del Salón de los Quinientos del palacio Vecchio tienen toda la pinta de ser ciertos. Al parecer hay restos de la misma pintura negra que utilizó Da Vinci para pintar la Mona Lisa y el San Juan Bautista.
El problema –porque todo no podía ser tan fácil después de cinco siglos de misterio— es que La batalla de Anghiari, o lo que quede de ella, se encontraría justo debajo de otra obra de arte. De La batalla de Scannagallo, pintada por Giorgio Vasari en 1565 sobre la misma pared del palacio Vecchio, sede del Ayuntamiento de Florencia. Vasari, que solo tenía ocho años cuando murió Leonardo Da Vinci a los 67, recibió en su madurez artística el encargo de decorar todo el Salón Quinientos. La duda es si tras la pintura de Vasari sigue durmiendo la de Leonardo o si los restos encontrados gracias a una técnica muy sofisticada son solo eso, restos. Y sobre esa duda se libra ahora otra batalla cada vez más encarnizada.
De una parte, el equipo dirigido por Maurizio Seracini, un estudioso que lleva 36 años buscando el mural perdido y que, gracias a apoyos científicos y mediáticos muy potentes –la Universidad de San Diego, la National Geographic Society…–, parece haber alcanzado una feliz conclusión: “Aunque todavía estamos en las etapas preliminares, la evidencia muestra que estamos buscando en el lugar correcto”. Y las evidencias, según Seracini, son un pigmento negro compuesto principalmente de manganeso y algo de hierro, algunos fragmentos de rojo, una fina capa de beige…
No obstante, Mauricio Seracini no será demasiado explícito hasta el próximo domingo, que es cuando National Geographic Channel emitirá el documental En busca del Da Vinci perdido. En la otra trinchera, por ahora sin mecenazgo, se sitúan quienes sostienen que la investigación de Seracini puede causar más daño que beneficio.
Se trata de 500 intelectuales de todo el mundo que firmaron un manifiesto contra la investigación y que incluso lograron que la Fiscalía suspendiera los trabajos durante unos días a finales de 2011. Los intelectuales –entre ellos expertos del Louvre, la National Gallery y el Metropolitan Museum de Nueva York— coinciden con la asociación Italia Nostra en que los seis agujeros practicados por el equipo de Seracini en la pared pueden resultar fatales para el fresco de Giorgio Vasari. Por esos orificios fue introducida una sonda endoscópica equipada con una microcámara. Una técnica que, según Italia Nostra, una de las asociaciones más antiguas de salvaguarda del arte italiano, es demasiado agresiva. “Se trata de una violación de nuestro patrimonio”, dice su presidenta, Alessandra Mottola Molfini, y añade: “Vasari fue un gran admirador de Leonardo. No se puede ni pensar que tapara una obra de su antecesor, ni siquiera porque estuviera en mal estado. Estamos hartos de inventos publicitarios que se aprovechan de los bienes artísticos para sus fines de lucro…”.
No hacen falta sondas endoscópicas ni microcámaras para descubrir que, también en esta batalla, tiene que ver la política. El alcalde actual de Florencia, Matteo Renzi, es un firme defensor de la investigación. Sus detractores no quieren ni pensar que el joven regidor de centro izquierda –36 años— pueda presentarse a las próximas elecciones bajo un cartel que diga: “Después de cinco siglos, yo liberé a Leonardo Da Vinci”.