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José Millán Ullán: el poeta también era pintor.

José Millán Ullán: el poeta también era pintor.

Estas pequeñas (en tamaño) joyas artísticas vertebran la exposición que hasta el 10 de junio se puede ver en las salas de La Casa Encendida .


Cuando al poeta José Miguel Ullán (Salamanca, 1944-Madrid, 2009) se le atascaba la escritura, pintaba. Con la pluma o con las acuarelas esperaba la vuelta de la inspiración. A veces, el motivo del dibujo tenía que ver con la idea que perseguía. En otras ocasiones, creaba minúsculos personajes aparentemente iguales pero únicos en su identidad. Las piezas eran pequeños papeles que el artista aprovechaba hasta consumir los márgenes. Es una obra hecha entre versos, durante las paradas de los muchos textos que escribió a lo largo de su vida. Estas pequeñas (en tamaño) joyas artísticas vertebran la exposición que hasta el 10 de junio se puede ver en las salas de La Casa Encendida .


Además de dar a conocer su talento pictórico, la exposición (José Miguel Ullán: Palabras iluminadas), comisariada por Manuel Ferro, es una completa evocación a la vida de este gran poeta (“una de las voces más personales y rigurosas”, escribió Octavio Paz ) que a través de diferentes medios, entre ellos EL PAÍS, fue un inimitable difusor y animador cultural.


Ferro, coeditor con Ullán de Ave del Paraiso y amigo incondicional del artista, ha querido destacar como a lo largo de cuatro décadas largas de escritura, su vinculación con el mundo de las artes plásticas fue constante. Junto a grandes fotografías en las que el autor aparece al lado de Octavio Paz o María Zambrano, se le ve con amigos de toda su vida como Antoni Tàpies, Eduardo Chillida, Joan Miró o Antonio Saura. Los retratos sirven de referencia para contemplar sus trabajos para ediciones de bibliofilia dadas a conocer en museos como el como MoMA de Nueva York, Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de Madrid o la Biblothèque Nationale de France de París.


Profundo conocedor del arte, Ullán escribió una parte importante de los catálogos editados para acompañar las grandes exposiciones celebradas principalmente en Madrid durante la transición. Además organizó numerosas exposiciones de artistas mexicanos en España (Frida Kahlo, Manuel Álvarez Bravo, Vicente Rojo) y llevó a los entonces emergentes españoles (Zush, Broto, Sicilia, Ràfols-Casamada) a las salas mexicanas.


Al final de su vida, cuando ya no podía seguir con la escritura, el dibujo siguió siendo su aliado. Bajo el título de “Animales impuros”, se ven extraños monstruos redondeados y cheposos, en azul y gris. Eran los tumores que , recuerda Ferro, abrasaban su cuerpo y contra los que él luchó férreamente agarrándose al arte.


Compartir | Recomendar Noticia | Fuente: El País | Fecha: 27/04/2012 | Ver todas las noticias



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