En Londres unos artistas exponen "piezas" de arte robadas
Aparecidos a finales de la década de 1990 en el ámbito del net.art y el arte inmaterial, hace tiempo que los 01 han pactado una tregua con el sistema del arte. Lo demuestra la muestra que reúne gran parte de su producción reciente en la Carroll / Fletcher Gallery de Londres.
No son conocidos por sus nombres, Eva y Franco Mattes, que en realidad tan sólo son sus seudónimos y tampoco por su impronunciable nombre artístico, una interminable secuencia de ceros y unos, la numeración binaria de los sistemas informáticos que define su campo de acción. A los 0100101110101101.ORG, 01 para los amigos, se les conoce por sus obras, y no siempre para bien, porque a menudo pueden crear una sensación de desagrado. Aparecidos a finales de la década de 1990 en el ámbito del net.art y el arte inmaterial, hace tiempo que los 01 han pactado una tregua con el sistema del arte. Lo demuestra la muestra que reúne gran parte de su producción reciente en la Carroll / Fletcher Gallery de Londres. La muestra, abierta hasta el hasta el 18 de mayo, promete dinamismo, algunos sobresaltos y muchos cambios, a partir del título, que cambia cada día. Ahora se titula Anonymous, untitled, dimensions variable, pero será mejor darse una vuelta por su blog para saber cómo se llamará mañana.
Las obras ‘envenenadas’, las que despiertan más polémicas, conforman la serie Stolen Pieces, una colección de pequeños elementos o fragmentos de obras de artistas célebres, que la pareja de artistas italianos ha ido literalmente robando, a lo largo de los años. Las ‘piezas’, nunca mejor dicho, fueron sustraídas de obras originales de artistas como Jeff Koons, Claes Oldenburg, Joseph Beuys y Marcel Duchamp, entre otros, conservadas en los principales museos del mundo. Los 01 han ocultado su actividad hasta obtener una selección de suficiente envergadura para ser expuesta y una vez hecho pública su extravagancia o vandalismo, según se vea, no han faltado las respuestas.
En un artículo para Artpulse Magazine, el crítico italiano Domenico Quaranta ha recogido las declaraciones de algunos de los artistas afectados, que no disculpan las acciones, pero por lo visto tampoco han tomado medidas. ¿Qué sentido tiene volver a exponer obras de arte robadas? Las piezas que se exhiben obligan a la reflexión sobre el concepto mismo de obra de arte, algo que según los artistas va mas allá de la pieza original, algo cuyo mensaje traspasa los límites del museo y del tiempo.
“Una selección de Stolen Pieces se expuso por primera vez hace un par de años en la Postmasters Gallery de Nueva York”, nos explica Fabio Paris, su galerista italiano, director de la Fabio Paris Gallery de Brescia (Italia). “En la versión de Londres las piezas están en una vitrina de plexiglás. La mayoría del trabajo de la pareja se basa en la dualidad entre verdadero y falso… yo también he tenido dudas sobre su procedencia, pero los artistas han siempre defendido la originalidad de los fragmentos y yo tras conocerles bien defiendo su postura”, concluye Paris.
Provocadores por naturaleza, los 01 se definen net.art pranksters and hacktivists, donde la definición de prankster remite a su tendencia a crear obras polémicas, que mezclan con ironía realidad y ficción, con el fin de reflexionar sobre el significado último del arte. Las obras expuestas en Londres van desde el desafío de Catt, surgida un día en que se despertaron con la intención de convertir lo primero que encontrasen en Internet en una obra de arte valiosa. Sacaron una de las infinitas e irónicas imágenes sobre gatos que circulan en la red en la web Lolcats y encargaron a un taxidermista una copia real del animal, que luego expusieron en una galería de Houston como si fuera una obra del célebre artista italiano Maurizio Cattelan, conocidos entre otras obras por su caballo embalsamado de patas artificialmente largas. Un fake (falsificación creativa) en toda regla, pero nadie puso en duda la autoría de la obra. El mismo Cattelan en la entrevista de Artpulse Magazine comentó que no se trataba realmente de arte apropiativa, sino más bien “atributiva”.
Los 01 se dieron a conocer con obras polémicas y falsificaciones que conseguían difundir entre la opinión pública como si nada, demostrando el poder a menudo obtuso de los medios de comunicación, así como en la mayoría de los casos, en realidad, la gente no se pone demasiadas preguntas delante de los que viene del mundo del arte. En plena fiebre para la adquisición de los dominios en Internet, crearon una copia de la web del Vaticano, con contenidos ’propios’, que en un año llegó a contabilizar más de cuatro millones de visitas. En 1999 consiguieron exhibir en los eventos colaterales de la Bienal de Venecia la cruenta obra de Darko Maver, un artista, martír político de la ex Yugoslavia, muerto bajo un bombardeo en Sarajevo, que, en realidad, nunca existió, pese a que tiene incluso un perfil en Facebook.
En esta línea se incluyen algunas de las obras que se presentan en Londres, como No Fun, una performance online del año pasado construida a través de Chatroulette, una página donde la gente se enfrenta, completamente al azar, con encuentros a menudo desagradables, vía webcam. El vídeo resultante es la suma de los fragmentos audiovisuales de las conversaciones online captadas y grabadas cuando el público se enfrentaba a la siniestra imagen de Franco Mattes ahorcado, meciéndose en el vacío. A parte lo desagradable de la situación, lo más sorprendente de la performance fue que sólo una persona avisó las autoridades, muchos tras un instante de asombro cerraron la web sin más, algunos tomaron fotos y alguien incluso le tocó una canción.
En esta misma línea que mezcla performance y redes sociales se basan muchas de sus obras más recientes. Freedom cuenta su pase por Counter-Strike, un juego de guerra online muy violento. El vídeo relata sus contactos con los otros jugadores y sus inútiles intentos para explicarles que son artistas y que están llevando a cabo una performance. No hay forma y todo acaba inevitablemente siempre en un baño de sangre.
Su interés para las redes sociales se centra en los aspectos más privados con los proyectos The Others y My Generation. El primero reúne algo como 10.000 fotos de adolescentes robadas de sus perfiles. El segundo es un vídeo que recopila escenas colgadas en la red por anónimos y que relatan sus violentas crisis de nervios en el momento de enfrentarse a una debacle durante un juego online.