Lourdes Fernández: "Hay que saber controlar la ambición"
Lourdes Fernández acaba de ser nombrada consejera delegada de la Alhóndiga de Bilbao. Su misión al frente de este centro multidisciplinar es la de internacionalizarlo y dotarlo de una personalidad propia.
Casi toda su carrera profesional ha estado enfocada a dirigir equipos. Lourdes Fernández (San Sebastián, 1961) recuerda su primer puesto de trabajo al frente del departamento de Cultura del Ayuntamiento de Tolosa. De aquello ya hace 25 años. "Pero yo creo que donde de verdad aprendí a dirigir un proyecto y un equipo fue en la galería DV del Diario Vasco, que nosotros nos encargamos de poner en marcha y desarrollar" , explica. Y bromea: "Ahí teníamos que hacer de todo y puse en práctica la frase que dice que un galerista que no sepa cargar un cuadro en un camión no es un buen galerista". A este puesto llegó tras su paso como adjunta a la dirección en la Galería Marlborough.
La Bienal Europea de Arte Contemporáneo Manifiesta fue otra de las grandes escuelas en las que la ex directora de la ARCOMadrid Feria Internacional de Arte Contemporáneo –entre los años 2006 y 2010– se ha curtido hasta llegar a su actual puesto como consejera delegada de la Alhóndiga de Bilbao.
En toda esta trayectoria, la directiva asegura que "una cosa que funciona y que yo particularmente he aplicado es el respeto humano a los equipos y el control exhaustivo de las cuentas. Cuando hablo de respeto, me refiero a que hay que ser exigente y que cada uno sepa dónde está su puesto y qué tiene que hacer, pero siempre teniendo en cuenta que trabajamos con personas". Por lo que respecta al control de las cuentas, este debe ser, en su opinión, "muy exhaustivo, sin importar si estás gestionando dinero público o privado".
Fernández reconoce que ha aprendido de sus errores. "En todos estos años, seguro que he pecado de exceso de confianza. Me gusta confiar, pero a veces hay que saber distanciarse". Y añade: "Cuando llevas adelante cualquier proyecto tienes que jugar en la Liga de Campeones. A veces esa ambición tienes que saber controlarla, porque no quieres que un proyecto falle por exceso de ambición. Todo eso se reestructura y te hace ver las cosas con más paciencia".
Pero lo que esta experta en el mundo del arte ha mantenido siempre es la coherencia con el proyecto y la forma de pensar en su realización para no desvirtuarlo. "Un directivo tiene que creer en lo que hace, apostar por ello y poner toda la carne en el asador para que salga adelante".
Y por lo que apuesta ahora Fernández es por la Alhóndiga de Bilbao, un centro multidisciplinar en el que conviven arte, cine, música, danza o literatura y que tan sólo en un año y medio desde su apertura se ha convertido en todo un referente para la ciudad vasca, al que acuden todo tipo de públicos, desde niños a ancianos. "Mi objetivo es internacionalizarlo y dotarlo de una personalidad propia, ya que precisamente ese carácter multidisciplinar puede dar pie a una falta de contenido común", destaca.
Aunque estos no son los mejores tiempos para la cultura y el arte en materia económica, la dependencia municipal del centro que dirige hace que esto no suponga un problema tan grave, ya que, afortunadamente, el de Bilbao es uno de los pocos ayuntamientos españoles cuya deuda es cero. Además de financiación municipal, la Alhóndiga cuenta también con recursos procedentes del sector privado. Fernández defiende este modelo y se muestra partidaria de que sector público y privado vayan de la mano. "Pero es el sistema público el que tiene que apostar por la cultura, ya que es imposible que ésta dependa únicamente del privado. Sin embargo, el apoyo privado es fundamental y beneficioso para las dos partes". En definitiva, en tiempos como estos, se trata de optimizar recursos. La directiva se muestra contraria a los recortes en cultura, y asegura que "precisamente en las crisis, los países cultos y los que apuestan por la cultura son los que pueden aportar a la sociedad algo distinto y hacer que ésta crezca y supere la crisis".