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Para que las llamas no vuelvan a El Prado

Para que las llamas no vuelvan a El Prado

La noche del jueves 10 de mayo el museo del Prado volvió a estar cercado por las llamas.


La noche del jueves 10 de mayo el museo del Prado volvió a estar cercado por las llamas. Cuatro sombrillas situadas ante el acceso principal del edificio de Villanueva se convirtieron en peligrosísimas teas ardiendo a escasos metros de Las meninas, Las Lanzas, las majas vestida y desnuda de Goya y tantos y tantos tesoros que alberga la que está considerada como la pinacoteca de arte antiguo más importante del mundo. Ocurría que la hinchada del Atlético de Madrid quería celebrar la victoria de su equipo en la Champions League y trataban de llegar a la fuente de Neptuno. El cerco policial quedó desbordado y algunos grupos la emprendieron contra todo lo que pillaban y el museo del Prado estaba en su ruta. Menos mal que las únicas telas que ardieron fueron las de los parasoles. En un momento en transito entre exposiciones, no habían sido instaladas aún las banderolas dedicadas a Rafael, la próxima gran muestra del museo. 


Por circunstancias que no vienen al caso, no había visto hasta ahora las imágenes de esa espeluznante celebración. Las imponentes escaleras iluminadas por las llamas cortan la respiración. Imposible evitar que vengan a la cabeza las estampas y blanco y negro de la evacuación del museo durante la guerra civil. Y lo más preocupante es que no se conozcan consecuencias contra quienes tienen la responsabilidad de velar por el museo. No me refiero a esos brutos agresivos que nada tienen que ver con el deporte, que también. En primer lugar pienso en la alcaldesa de Madrid, tan imaginativa ella y tan ordenada con los tiempos de otros acontecimientos. Lo que ocurra en las calles de Madrid es competencia, en primer lugar, de sus policías municipales.


Pero como no todo tiene que caer en manos de la policía, ahí están los clubes de fútbol, esas entidades privadas con magníficos estadios con capacidad para decenas de miles de personas, donde las hinchadas puedes cantar y celebrar a placer sin peligro para el patrimonio nacional. Es una idea que debiera valorar el Ministerio del Interior, tan celoso ante las reuniones (de otro tipo) de más de cuatro personas en la calle. Todos festejar a sus correspondientes estadios. En el caso de Madrid, ni Cibeles, ni Neptuno. Al estadio.


Todo menos volver a sobrecogerse ante la visión de las llamas amenazando de nuevo al Museo del Prado.


Compartir | Recomendar Noticia | Fuente: El País | Fecha: 18/05/2012 | Ver todas las noticias



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