Gante hecha museo (contemporáneo)
44 obras de artistas internacionales se esparcen por lugares insólitos.
Massimo Bartolini (Cecina, Italia, 1962) frecuenta habitaciones artísticas delimitadas por los sueños, las pasiones, la imaginación y la nostalgia. En Gante (Bélgica) descubrió un espacio abierto propicio para fantasear desde lo concreto: los viñedos de la abadía medieval de San Pedro. Invitado a participar en el proyecto artístico TRACK, Bartolini, como los toscanos clásicos, sabe que los vinos ensanchan la mente. “Como los libros”, pensó. Así que decidió prolongar las líneas paralelas de las parras con hileras de estanterías de una biblioteca cargada de textos, que desafía la grisalla flamenca y el aguacero de todas partes por igual. A los pies de la vieja torre, sobre un campo salpicado de frutales y estudiantes que también florecen, se apilan libros de segunda mano proporcionados por varias instituciones de la ciudad que pueden ser comprados, intercambiados o tomados en préstamo como de cualquier biblioteca que se precie.
La instalación de Bartolini, Bookyards, es una de las 44 obras que se pueden encontrar en cualquier lugar de Gante desde el pasado 12 de mayo hasta el 16 de septiembre. Cualquier lugar es cualquier lugar: un edificio en fase de rehabilitación, una facultad, un solar desolado, una fachada, una biblioteca, una orilla empedrada, un barrio deprimido de emigrantes sin futuro… Esa es la idea de TRACK: romper las paredes de los museos y descolocar el arte de sus habituales espacios. Philippe Van Cauteren, director artístico del S.M.A.K., museo de arte contemporáneo de Gante, y comisario de la exposición, apela a su propia biografía para explicar de dónde viene TRACK: “Tenía 16 años cuando me encontré yendo de habitación en habitación, excitado y entusiasmado, por la exposición Chambres d’Amis”.
Era 1986. Y lo que había montado Jan Hoet revolucionó la escenografía del arte: el comisario había organizado una muestra en más de 50 domicilios particulares de Gante. La idea aún sigue circulando hoy día como paradigma de atrevimiento.
En TRACK han sido los artistas los que han elegido sus marcos, que a menudo tienen poco que ver con la piedra medieval que otorga a la ciudad toques de cuento gótico y lámina de historia. Leo Copers, artista local, optó por un parque romántico junto al S.M.A.K para emplazar su oda fúnebre a los museos: allí reposan un centenar de lápidas con los nombres del Louvre, Tate, Prado, Guggenheim, Uffizi y demás vacas sagradas del arte mundial. Michaël Borremans situó sus bustos de bronce sobre una habitación teñida de polvo de obra en un edificio en reformas. Y junto al canal que un día surcó Carlos V, nacido en Gante por accidente, Mekhitar Garabedian colocó una consigna punk —Busca y destruye— que en la guerra del Vietnam adquirió poderío gore. El transformismo de lo contemporáneo.