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Pasión extramatrimonial en el museo

Pasión extramatrimonial en el museo

Cuando el barrio estambulí de Cihangir se acostó en la década de los setenta era Carabanchel, pero se despertó Malasaña y rompió el hechizo.


Cuando el barrio estambulí de Cihangir se acostó en la década de los setenta era Carabanchel, pero se despertó Malasaña y rompió el hechizo. Sin embargo Orhan Pamuk (Estambul, 1952) prefirió no soliviantar con este dilema urbanístico al mustio Kemal: había vivido durante ocho años a costa de un amor reprimido. Coleccionando objetos que le recordaban a ella como medicina para curar su desazón.


El escritor le compró una casa cerca de la de su amada y plebeya Füsün y guardó puertas adentro los recuerdos de un amor "de esos que no pones sobre un pedestal y dices: ¡cuán dulce y maravilloso es!", explica el único Premio Nobel de Literatura nacido en Turquía, quien recibió el galardón en 2006. Autor irreverente en un país en el que se puede acabar enjuiciado por afirmar, como hizo, el Genocidio armenio.


La guarida de Kemal es 'El Museo de la Inocencia'. Acaba de abrir. Dice Pamuk que complementa su novela homónima (Mondadori, 2009): "No quería meter en expositores los objetos descritos en el texto", justifica, "mi intención era crear una percepción, algo similar a lo que sentiría quien la leyese". Insiste en no crear "el museo de la novela", sino un lugar con sentido propio "sobre una historia de amor ocurrida aquí".


El escritor soliloquia: "El Museo de la Inocencia describe el Estambul de los últimos 60 años. Muestra dilemas éticos y sexuales de las clases altas secularistas. Es una enciclopedia del amor corriente, con celo, odio, ira rabia, pasión". Como el del protagonista, casado pero enamorado de una chica de clase inferior doce años menor.


Rojo óxido. Es el color íntegro de la fachada del edificio, en la calle Cukurcuma, cuyo proyecto de reforma y conversión en museo firman, con Pamuk como director de orquesta, los arquitectos turcos Ihsan Bilgin y Cem Yücel, además del interiorista alemán Gregor Sunder. El literato, exultante, esconde las cifras invertidas en la niña de sus ojos. Sin embargo, destaca que ha gastado "más de lo que recibió por el Nobel".


El museo se desarrolla en una una planta baja, dos pisos y un desván, los cuatro amplios y huérfanos de tabiques. La calidez de la iluminación y la sobriedad de los espacios contrasta con los 83 expositores, uno por cada capítulo de la novela, cuyos objetos recrean una época caracterizada justo por lo contrario. Orhan Pamuk cuidó al máximo detalle las composiciones artísticas que contienen cada una de las vitrinas.


"Empecé a recopilar los objetos expuestos mientras escribía la novela. Hay aportaciones de amigos, compras en anticuarios y terceros creados especialmente para el museo", desvela el afamado premio noruego. Algunos, a priori, serían difíciles de encontrar. O no tanto: "Necesitaba cepillos de dientes de hace cuarenta años. Lo comenté en una entrevista. Al poco, un lector me envió su colección".


"Tuve la idea hace unos 15 años. Quería contar una historia imaginaria sobre una familia en un lugar real de Estambul que conozco y donde he vivido. Sin embargo, mis recursos entonces eran limitados. Fue cuando pensé en la oportunidad de vincular esta creación a una novela. Así, novela y museo fueron concebidos al mismo tiempo", explica.


Lectores y no doctos de la bibliografía de Orhan Pamuk hallan en el museo detalles exclamativos: las 4.213 colillas de cigarrillos fumadas por Füsün, fechadas y expuestas una a una hasta con huellas de carmín, la habitación del depresivo Kemal, las botellas de licor de antaño o los borradores de la novela. Al lado de estos, los bolígrafos gastados por el histriónico autor mientras la escribía... y pensaba en hacerla museo.


Compartir | Recomendar Noticia | Fuente: El Mundo.com | Fecha: 27/05/2012 | Ver todas las noticias



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