Berlín levanta su palacio imperial
Alemania renunció durante décadas a sus ansias de imperio, pero cierto cambio psicológico permite ya a los alemanes retomar proyectos aplazado con mil excusas, como la reconstrucción del Palacio Imperial de los Hohenzollern, en el centro de Berlín. Como tantos otros edificios históricos, quedó prácticamente destruido por los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial y derruido por la RDA como símbolo del absolutismo prusiano. Volver a levantarlo tiene un presupuesto inicial de 600 millones de euros, de los que la ciudad de Berlín pone, de momento, 32 millones y cuenta con otros 80 millones en donaciones. El ministro Ramsauer ha destacado "la gran dimensión patriótica del proyecto", rescatando un lenguaje que se creía ya olvidado en la capital alemana, y las excavaciones han comenzado ceremonialmente en presencia de la ministra federal de Vivienda, el ministro federal de Cultura y el alcalde de Berlín, además del arquitecto responsable de la reconstrucción, Franco Stella. La obra, como tal, comenzará en 2014. El "Foro Humboldt" albergará un centro de culturas del mundo y acogerá entre otras instituciones a la Fundación Patrimonio Cultural Prusiano con sus colecciones de arte internacional, la Universidad Humboldt y la Biblioteca Central y Regional de Berlín.
El opulento edificio barroco será reconstruido respetando toda su estructura de fachadas exteriores y patios, mientras que el interior tendrá un nuevo diseño y albergará el "Foro Humboldt", con distintos espacios culturales. El Berliner Stadtschloss, como es conocido aquí el edificio, estaba situado en pleno corazón de Berlín, junto a la catedral protestante de la ciudad y al borde del río Spree, y su ubicación será exactamente la misma que la del edificio histórico. El original fue obra del arquitecto Andreas Schlüter, cuyos planos serán también reproducidos para lograr una réplica exacta del palacio que sucesivamente ocuparon los príncipes de Brandemburgo, los reyes de Prusia y el emperador de Alemania.
Se cierra sí un círculo de guerra arquitectónica que comenzó con su construcción en 1443 por decisión del príncipe Federico II de Brandeburgo "Diente de Hierro". A medida que Alemania fue ganado poder en Europa, fue remodelado y ampliado a lo largo de los siglos por los distintos monarcas hasta que a mediados del siglo XIX alcanzó su forma definitiva en base a las reformas diseñadas por el arquitecto Karl Friedrich Schinkel.
Símbolo de ese poder, estuvo en la diana de los bombardeos aliados en al II Guerra Mundial y, ya instaurada la Alemania comunista, sus autoridades ordenaron en 1950 la demolición y ordenaron la construcción, en ese mismo solar de la emblemática avenida Unter den Linden, d el Palacio de la República, un centro de convenciones políticas y populares que estuvo terminado en 1976.
Tras la caída del Muro de Berlín (1989), este edificio fue a su vez derribado, en esta ocasión y entre otros motivos por considerarse insalubre debido a su elevada concentración de amianto. Desde ese mismo momento comenzó a planear en el cielo berlinés el proyecto de la reconstrucción del Stadtschloss y se habría puesto en marcha hace años si no fuera porque los planes de austeridad de Merkel hicieron olvidar semejantes alegrías. Ahora, según el acalde Wowereit, la reconstrucción de esta joya barroca cerrará una herida urbanística e ideológica en Berlín.