40 años de Land Art en España
7 de junio de 2012. Playa Ágata. Portland (Oregón). Una estructura gigante de hormigón y metal amanece varada a pocos metros de la orilla. Sorpresa. Desconcierto. Rompen las olas contra el mamotreto mientras se arremolinan los curiosos. La escena recuerda al arranque de '2001: una odisea del espacio'. Hasta que alguien descubre algo. La 'matrícula' del enigma. Una inscripción que, traducida, casi aterra: "Puerto de Misawa, Prefectura de Aomori. Japón".
Incluso el más intrépido 'performer' debió de sentirse conmocionado por la aparición de semejante mole a 8.000 kilómetros de travesía oceánica de su lugar de origen. Desgajado por el tsunami que ahogó tierras niponas en marzo de 2011, un trozo de muelle acababa incrustándose un año después en un paisaje remoto allende el Pacífico. Hechos extraordinarios en los que se advertía un halo de fatalidad, pero también cierta potencialidad artística.
La magnitud de tan fortuita 'instalación' bien podría servir para medir el impacto de aquellas piezas pensadas y ejecutadas expresamente para ser alojadas en el entorno natural. Un género, el denominado arte de la tierra o Land Art, que establece un diálogo entre los materiales propios del lenguaje plástico y el medio ambiente. También un modo de expresión que tiende a lo efímero y que ha sido relativamente poco investigado en nuestro país, a pesar de haber sido abordado desde hace años por numerosos creadores autóctonos, muchos de ellos con renombre internacional.
"Surge en EEUU bajo una primera denominación como Earthwork, considerado como una variante del arte conceptual, interesado fundamentalmente por los aspectos procesuales del arte", contextualiza Óscar Luis Pérez Ocaña (Córdoba, 1968), autor del trabajo 'Land Art en España' (Ediciones Rubeo). "En un principio fue considerado como un conjunto de obras sueltas de distintos autores y poco a poco se ha definido como una tendencia artística surgida en el seno de la sociedad norteamericana de los años 60".
Concebido en origen como tesis doctoral (con resultado de sobresaliente cum laude), el volumen viene a llenar en parte el gran vacío bibliográfico existente en nuestro país sobre un fenómeno surgido al mismo tiempo que el 'body art' o el 'povera' y fronterizo con el 'minimal' y el accionismo. Mezcla de conservación y reciclaje, la corriente tiene como grandes chamanes a Robert Smithson, Robert Morris, Nancy Holt, Richard Long y el popular Christo.
El canto de esta tribu no llegó aquí hasta 1971, invocado por la vanguardia del arte conceptual catalán y gracias a la información que desde el exterior facilitaban varias revistas especializadas ('Artforum', 'Art Internacional', 'Art in America').
"A diferencia de otros países europeos como Inglaterra, España, debido a su situación político-social de aislamiento, tuvo una escasa o nula trascendencia en lo que al desarrollo internacional de esta tendencia se refiere", escribe Pérez Ocaña en su manual historiográfico, suma de itinerarios que sitúa a los principales representantes del Land Art patrio y los diferentes campos en los que volcaron sus energías (escultura, fotografía, vídeo).
El recorrido (1970-2010) comienza con el colectivo Grupo de Treball y pone en valor el papel pionero de Fina Miralles, Angels Ribé y Francesc Abad. Se ensancha con la contribución, en forma de estructuras flotantes, de José María Yturralde, Perejaume (Premio Nacional de Artes Plásticas 2006) y Nacho Criado, a quien el Museo Reina Sofía dedica justo ahora la muestra retrospectiva 'Agentes colaboradores'). Coge altura con Adolfo Schlosser, que usó Bustarviejo (Madrid) como teatro de operaciones, y Eva Lootz.
A continuación zigzaguea por el territorio abrasivo de Santiago Sierra. Y por último, asciende a la cumbre donde habitan santones como Joan Fontcuberta (Premio Nacional de Fotografía 1998), Agustín Ibarrola ('Cubos de la Memoria', 'Bosque de Oma') y Eduardo Chillida ('Proyecto Tindaya').
Comenta Pérez Ocaña, Licenciado en Bellas Artes por la Universidad de Granada y Doctor por la de Málaga, profesor de Enseñanza Secundaria y artista con presencia en los albores de ARCO, que la mayor dificultad que ha encontrado ha sido "la selección de autores recientes en la escena nacional, debido al revival que ha protagonizado esta tendencia durante estos primeros años del nuevo siglo".
'Land art en España' repara en la creciente institucionalización del 'movimiento' gracias a la construcción de los denominados centros de arte y naturaleza (CDAN en Huesca, Fundación NMAC Montenmedio en Cádiz, Museo Vostell Malpartida en Cáceres) y a la proliferación de encuentros específicos de arte contemporáneo e intervencionismo en la naturaleza (Scarpia en Córdoba). Con crisis económica o sin ella, parece a que museos, galerías, ferias, bienales, documentas y otros compartimentos estancos de la experiencia estética les ha salido competencia
