Neko: “¿Provocar yo? Yo solo quiero divertirme”
¿Por qué un artista urbano decide mostrar su obra dentro de una galería? ¿Cómo vive una obra callejera dentro de una exposición? ¿Pueden convivir dos lenguajes tan distintos como el arte urbano y el arte tradicional? La respuesta a estas preguntas está en One name army, la exposición del famoso graffitero madrileño de 28 años, que por primera vez exhibe su obra en solitario en su ciudad y presenta su libro con material exclusivo. Será en iam Gallery, en la calle San Blas 4, al lado del Caixa Forum hasta el 4 de agosto.
“Queremos plantear preguntas más que dar respuestas”, comenta Neko, mientras pinta una cruz en un lienzo con un espray negro. Graffitis, tags, intervenciones en libros y publicidad, pósters... La trayectoria de este artista ha sido hiperactiva. Empezó a escribir graffiti con 13 años en un mundo underground, pero su mensaje callejero evolucionó hacia una reflexión del arte urbano y hoy su obra llega a un público masivo.
Mientras retoca su exposición, el artista no para quieto: entra y sale de la galería, lía cigarrillos y se los fuma, prepara su material y bromea con todos los presentes. Su excitación quizás se debe a que está a punto de ejecutar una de sus acciones. Y lo hace sin previo aviso, agarra su extintor de pintura y dispara su nombre contra la pared de la galería en enormes letras verdes. La potencia del chorro de pintura es tal que hay que distanciarse al menos cinco metros para no quedar embadurnado de gotas verdes.
En el interior de la galería todo remite a la calle, especialmente el escenario cuadrangular que emula una obra de construcción a medio hacer. Una barra metalizada, con tres agujeros cuadrangulares en los que vemos un interior lleno de cubos de plástico y de metal, paja, tubos, piedras y ladrillos. En el cubo de metal más grande hay un tag, una firma al estilo graffiti, en la que pone su nombre. El agujero de la izquierda está iluminado por un escenario pequeño, luminoso y multicolor con otros tags del artista que se repiten por efecto de un espejo. “Es una sorpresa ¿no? Busco sorprender al espectador y recordarle que las cosas de la calle están tal cual, nunca aparecen enmarcadas en lienzos ni acristaladas”, explica el graffitero, o como él prefiere, el “escritor de graffitis”.
Revindica que su esencia no ha cambiado, pero da la impresión de que los graffitis callejeros están dando paso a otro tipo de arte, más poético y reflexivo. Y Neko no lo niega, su arte está cambiando y él mismo ha cambiado. Ha dejado de robar, mejor dicho de “sustraer” el material con el que trabaja. “El mundo del graffiti me llevó a apropiarme de los materiales, pero lo hacía más cuando era un chiquillo. Dejé de robar sistemáticamente porque me aburre el propio consumismo que subyace en esa acción”.
Muchos lo llaman vandalismo, para otros es arte, y Neko cree el graffiti es desobediencia civil: "pero si definen vandalismo como el acto de pintar las calles, entonces sí, soy vandálico”, afirma entre risas y caladas. Una de las cosas que más le gustan son las intervenciones en libros. Neko unas veces tacha los textos, otras veces los tapa con pegatinas o firma en ellos. “Es una mezcla de poesía encontrada y altavoz viral, a algunos les molesta y a otros les alegra el día... Es muy interesante cuando la gente compra un libro en La Casa del Libro, se encuentra que ha sido intervenido por mí y lo devuelve, convirtiéndose así en estafador de la tienda”.
Neko se encuentra en su mejor momento, está feliz de exponer en su ciudad porque se siente “mazo” madrileño. “Me la sudan las banderas pero creo que Madrid como escena está muy caliente y tiene un movimiento de gente increíble”. La política y los discursos ideologizados no tienen cabida en su imaginario: “Yo no busco provocar, solo quiero divertirme y huyo de las etiquetas. No soy antisistema. Soy lo más parecido al Gran Lebowski”.