Semestre récord para el arte: se vendieron obras por más de u$s 1.100 millones
El primer semestre de ventas de arte realizado luego de 1950, registra el volumen récord de ventas por parte de Sothebys y de Christies de u$s 1.153 millones en 20 subastas. En Nueva York las mayores ventas fueron de Sothebys, y en Londres de Chrisities. Entre ambas se han batido mas de 40 récords, y esto continuará así, sin importar la crisis del euro o las inciertas elecciones en Estados Unidos. El arte moderno es el único que tiene stock para abastecer a este mercado ultra-demandante. Para conseguir obras importantes las principales casas de subastas dan garantías de venta para lograr tenerlas en sus estrados. Una de las figuras que ha subido más sus valores es el americano Jean Michel Basquiat (1960-1988). Su padre era de origen haitiano y su madre portorriqueña. Fue un vagabundo la mayor parte de su vida y adicto a las drogas.
Realizaba graffitis en los vagones del subte y en el Soho. Recién hizo pintura de caballete en los últimos ocho años de su vida y tuvo el apoyo incondicional de Andy Warhol y los mayores marchands de Europa y Estados Unidos, que lo llevaron a ser muy conocido sus últimos años. Desgraciadamente falleció con 27 años de una sobredosis de heroína. Nunca pudimos suponer que una de sus pinturas se pagaría u$s 21 millones como ocurrió hace tres semanas en la subasta de Christies de Londres. Hoy sus obras se pagan entre u$s 3 millones u$s 20 millones. Representa lo mejor del arte afroamericano y su estética que nos recuerda a Dubuffet, ha sido seguida por jóvenes artistas de valía como el local Milo Locket, que le agrega una sobredosis de optimismo y alegría a su populares obras.
Ives Klein, el más conocido artista francés moderno, se hizo famoso por sus obras monocromáticas siendo el azul ultramar, su marca personal. También realizó composiciones en colores rosa, pegando algunas esponjas en el mismo. Una de estas se ha vendido en casi u$s 37 millones en la misma subasta, cifra jamás alcanzada por una obra del artista. Un estudio para autorretrato de Francis Bacon (el más importante artista del mercado de arte moderno junto a Warhol, Picasso y nuestro Lucio Fontana) se pagó u$s 33,7 millones y en la otra subasta uno pequeño llegó a u$s 7 millones.
Hay gran demanda por el alemán Gerard Ritcher. Se vendió una obra en u$s 20 millones y otra realizada en Jerusalén en u$s 6.6 millones. Esto demuestra que los alemanes, pese a ser el país mas firme de Europa, también prefieren el arte antes que el euro que debe sostener a otros países, y lo que es peor a los bancos privados. Un lindo móvil de Alexander Calder alcanzó los u$s 9,7 millones.
David Hockney es un artista inglés, que vivió la mayoría de su vida en California y sus primeros trabajos son muy buscados. Por una pequeña tela de 60 cm. de lado se pagaron u$s 3,9 millones y por una serigrafía de Warhol de Jackie Kennedy, otros u$s 900.000.
El arte moderno le está dando la espalda a la belleza, pero no dudamos que volverá al camino correcto. También los artistas buscan diversas formas de expresión y piensan que tener una línea y ser reconocidas sus obras no es bueno. Creo que se equivocan. Pareciera que ya no hay lugar para la originalidad y caemos en lugares comunes como los puntos o tiburones de Hirst, en lo escandaloso y kitch de Koons. Buscan ser conocidos utilizando íconos de la sociedad y no buscan en su interior, que es en el único lugar donde está la creatividad. Quizás el estar alejados del mundanal ruido, es algo positivo para nuestros grandes artistas contemporáneos, que realmente cada vez brillan con mayor luz propia. Pienso en Roux, Maccio, Kosice, Minujin, MacEntyre, Bertani,
Lascano y tantos otros que tienen esa línea imaginaria que concatena su obra como decía Leonardo da Vinci y están en la permanente búsqueda de la belleza, que es un concepto mayor, ajeno a modas y a mercados. Menos es más, en materia de arte y en el hemisferio norte los artistas están buscando complicar la comunicación con el observador.
Este mercado de arte de post-guerra no tiene techo. Hoy los compradores no usan su vista, pese a ser artes visuales, sino que compran con el oído y los encandilan los nombres.