¿Un cupo para la Capilla Sixtina?
El Vaticano debate la posibilidad de limitar las visitas para preservar los frescos de Miguel Ángel.
Los agentes de seguridad seguramente lo agradecerían. Cualquiera que haya estado en la Capilla Sixtina, en el Vaticano, se habrá topado con esos tipos en uniforme que se dedican, con escasa convicción y más escasos resultados, a acallar a los turistas y recordarles una y otra vez que no se pueden sacar fotos. No es para menos, ya que la sala donde Miguel Ángel pintó El juicio universal acoge cada año a cinco millones de visitantes. Demasiados, al menos según el director de los museos vaticanos, Antonio Paolucci, que, en declaraciones a La Repubblica, vuelve a lanzar la alarma sobre la conservación de la Capilla Sixtina. Entre las hipótesis que el Vaticano está barajando se incluye la posibilidad de establecer un número cerrado de personas que puedan acceder a la sala a la vez.
¿Un cupo para la Capilla Sixtina? En realidad la propuesta ya salió hace un mes de la boca, o más bien de la pluma, del crítico literario Pietro Citati. Desde las páginas del diario italiano Il Corriere della Sera Citati instaba al Vaticano a tomar en serio esta eventualidad para salvar los frescos. Curiosamente, el propio Paolucci había respondido a través del periódico vaticano L’Osservatore romano asegurando que la idea de un número cerrado era “impensable”.
“El tiempo en que solo los duques rusos o los señores ingleses, o expertos como Bernard Berenson podían acceder a las obras maestras del arte ya se acabó definitivamente. Esta es la época del turismo de los grandes números, millones de personas quieren disfrutar de la cultura histórica. Además, la Sixtina no es solo un lugar artístico: es una capilla consagrada, un manual de teología”, añadía Paolucci en el artículo.
Sin embargo, evidentemente las cosas deben de haber cambiado. O tal vez la operación de “renovación del sistema de ventilación y control de la humedad” que el director de los museos vaticanos viene reclamando desde 2010 como alternativa al número cerrado debe de haberse retrasado. Sea como fuere, según Paolucci, el nuevo sistema habrá de ser instalado “no más tarde de 2013”. Si no, el director asegura que se tendrán que “valorar soluciones drásticas que limitarían el acceso a la capilla”.
El debate sobre la conservación de los frescos y el daño que provoca la presencia de millones de invitados no es nuevo. El propio Paolucci ya había advertido en anteriores ocasiones del riesgo que corrían las obras de Miguel Ángel. La novedad es la hipótesis del cupo que ha aparecido encima de la mesa. La ocurrencia coincide además con los 500 años de una de las obras de arte más famosas del planeta. Era el 31 de octubre de 1512 cuando el entonces Papa Julio II inauguró los frescos del techo con un rito que mañana Benedicto XVI repetirá para celebrar el medio milenio de la Capilla Sixtina.
A lo largo de sus cinco siglos de edad, la sala ha pasado por varias restauraciones. La última terminó en 1994 y, según Paolucci, de momento no hacen falta más: "Las obras dirigidas por el mastro Gianluigi Colalucci fueron impecables”. Al parecer, en principio debería bastar con cambiar el sistema de ventilación. Y eso esperan todos los visitantes (pasados y sobre todo futuros) de la Capilla Sixtina. Eso sí, a saber qué esperan los agentes.