Chillida, Tàpies, Oteiza y Miralda, entre los protagonistas de los «Episodios críticos» del Macba
El museo reformula su colección con más de 200 obras de 64 artistas.
La evolución del arte se puede explicar de muchas, muchísimas maneras. El Macba propone un viaje en el tiempo, de 1957 a 2011, con más de doscientas obras de sesenta artistas que conforman la colección del museo.
“La colección permanente no es estrictamente permanente, sino que se puede articular con diferentes caminos dialécticos que ofrezcan diferentes narraciones”, subraya Bartomeu Marí, director del museo. El juego está servido y el espectador debe disfrutarlo. Una de las claves de esta exposición que atiende al nombre de “Episodios críticos” es que pone en contacto a “artistas de diferentes generaciones que utilizan diferentes medios”. Chillida, Tàpies, Oteiza, Susana Solano, Miralda, Joan Brossa, Àngels Ribé, Ignasi Aballí… entre otros.
La propuesta que se despliega en las tres plantas se divide en seis episodios: “Hay que huir del contenido como de una plaga”; “El arte de la primera globalización”; “Fisuras”; “Voyerismo, fetichismo y narcisismo”; “Trabajo, poder y control” y “Déconnage”.
La primera globalización.
Intentemos adentrarnos. Uno de los apartados más vistosos es “El arte de la primera globalización” que abarca los años sesenta y setenta. “En esta época el mundo se conectó gracias a los medios de comunicación y al sistema global –explica Antonia Maria Perelló, responsable de la colección del Macba- y surgieron varios artistas que jugaron con iconos de aquellos años”.
Un buen ejemplo es Hélio Oiticica, un artista brasileño que nos ofrece una experiencia divertida con una instalación en la que la cocaína se convierte en una metáfora de un mundo entendido como mercancía. El espectador, tumbado en el suelo y rodeado de globos, se adentra en uno de los escondites de esta muestra para ver unas imágenes proyectadas en las paredes donde reconocemos iconos de la talla de Marilyn Monroe por los que revolotean polvos de cocaína. También es destacable el impacto del altar de Miralda, “La Santa Comida”, lleno de luces, colores, soperas, santos africanos y ofrendas.
Al hilo de la frase del crítico de arte americano Clement Greenberg “Hay que huir del contenido como de una plaga” el Macba propone una autocrítica de la pintura que empezó en los años 60. “Hemos intentado reunir obras que destruyen el mito de la pintura”, comenta Perelló. Este capítulo arranca con una película que propuso Pere Portabella a Miró en 1969. El resultado es “Miró el otro” en el que vemos al pintor borrando el mural que había hecho en el colegio de arquitectos de Barcelona. Es una perfomance que casa muy bien junto a una sábana que cuelga Tàpies dentro de un marco o las pinturas analíticas de Hernández Pijuan.
Hay muchas sorpresas como la de Allan Sekula que ocupa la segunda planta con una instalación fotográfica que dialoga con un archivo de esculturas en hierro y acero de Richard Serra, Jorge Oteiza y Eduardo Chillida. “Hemos intentado homogeneizar las esculturas para conseguir un efecto diferente y atractivo”, destaca Bartomeu Marí.