¿Beneficios en la moda desde el primer día?
Un ambiente multicultural sirvió de inspiración a Clara Lago, una joven de 26 años residente en Miami, para sacar adelante una firma de ropa, Pitusa, que en sólo 2 años, ya está exportando por todo el mundo las diferentes colecciones de la empresa.
"Me interesa la fusión cultural, la combinación de estilos étnicos, la mezcla de detalles y telas en las prendas", así se expresa la joven que mezcla, en la mayoría de sus prendas, el estilo inca con el árabe; una estética totalmente innovadora que ha hecho suya la empresaria. "Pensé que las prendas árabes ganaban con los detalles y las telas incas, y que nadie lo había probado antes", cuenta.
Su padre le traía muñecas nacionales de cada viaje laboral que realizaba por África y América Latina. Muñecas cuyos vestidos ahora son reales en cuanto a colores, telas y estilos que utiliza la diseñadora. Por otro lado, sus compañeras de clase – pues Clara, además, es licenciada en Relaciones Internacionales por la Universidad de Florida – eran de Oriente Medio; lo que le acercó a esta cultura lo suficiente para extraer un estilo perfectamente "ponible" en Occidente.
Pero, como muchos podrán preguntarse ¿y la visión empresarial? "El diseño y talento empresarial son cosecha propia, gracias a aprender rápido de los éxitos y sobre todo de los errores. Soy atrevida y tomo riesgos", responde así con seguridad y escasa modestia –que no le hace falta- a la cuestión.
Sus palabras nos pueden recordar, más ahora que acaba de salir el libro Zara. Visiones y Estrategias de David Martínez – cuya primera parte debería estar dedicada casi en su totalidad a Covandonga O’Shea –, al espíritu de superación y visión empresarial de Amancio Ortega, quien de la nada creó un verdadero imperio.
Amancio no quería ser uno más, quería ser la cabeza pensante; misma idea con la que nos sorprende Clara Lago: "Desde la Universidad decidí que no quería ser empleada; iba a ser empresaria e iba a utilizar mi talento creativo".
Cuestiones de marca: el gancho de masas.
Amancio necesitaba un nombre corto, llamativo y fácil de recordar. Tomó como inspiración la película Zorba el griego. El nombre Zorba le fascinó, ya que además se sintió reflejado con este personaje. Sin embargo, no podía tener los derechos de propiedad intelectual de dicho nombre y, haciendo una serie de cambios en los que predominara la letra a, dio con Zara. Además, zara significa maíz para los pobladores precolombinos del continente americano.
Clara optó por Pitusa, que era la forma en la que su padre la llamaba con ternura desde pequeña. La marca es lo que tiene; si no engancha, difícilmente hallará éxito.
Como confirma el sociólogo de moda francés, Guillaume Erner, "la ideología de la marca domina la mentalidad de los profesionales, quienes opinan precisamente que la imagen de marca distinguirá una barra de labios de otra".
Pitusa se registró a primeros de 2010 y la primera venta se realiza en diciembre del mismo año. Internet jugó un papel crucial en su negocio. No obstante, a diferencia de muchas bloggers de moda que se "cuelan" ilegítimamente en este sector, Clara tenía la tienda online –donde se pueden ver todas sus colecciones y comprarlas – pero también contaba con diferentes puntos de venta físicos en boutiques: primero en Miami, y muy pronto en Nueva York, California, Hawái, hasta llegar a España, a Ibiza y a Formentera, en donde Eugenia Silva se enamoró de las abayas de Pitusa. Las compró en la isla y pasó a subir fotos en las que posaba con tal indumentaria inca/árabe en su blog personal.
"Ibiza ha sido una buen vehículo de publicidad, porque mucha gente famosa y profesionales de la publicidad van a Ibiza por vacaciones, y muchos de ellos compran mis abayas y se enamoran", nos cuenta entusiasmada la joven empresaria.
Pitusa se inspira en una mujer bohemia con espíritu libre, en palabras de Clara. Pero, por si fuera poco, la expansión no quedó ahí. Sus prendas de vestir se empezaron a vender muy pronto en Francia -Saint Tropez y París-, en Londres y en Oriente Medio –concretamente en Kuwait , Arabia Saudí y Líbano-, así como en Sao Paulo en Brasil. "Uno de los mejores clientes que tengo son los Hoteles W de Barcelona, Nueva York, Hollywood, Miami y Boca Ratón", afirma orgullosa.
El modelo de negocio de Pitusa.
Parece que lo artesanal está de moda cada vez más en épocas en las que lo artificial y lo fabricado, ausente de humanidad alguna, llega a aburrir. Tema que traté ya en Saciados de la moda industrial. ¿Qué compramos?
Pues bien, Pitusa ofrece detalles artesanales, como cintas y tejidos incas de Perú. Cuenta que prefiere trabajar con pequeños talleres; de esta manera, sus encargos tienen un mayor impacto social, ya que, además, puede visitar estos talleres y hablar directamente con las costureras para asegurarse que todo sale como ella lo desea. Todas sus prendas son producidas en Perú y Miami.
"El proceso se inicia con el diseño de la prenda que realizo con dibujos. De ahí paso al suministro de las telas y detalles que, en su mayoría, compro en Perú debido a la calidad del algodón pima y los diseños incas", nos revela.
Tras esto, Clara pasa a trabajar con las costureras especializadas en esta labor; y, una vez confeccionadas las muestras, las manda a sus mejores clientas para elegir con cuáles quedarse y así encargar en el taller un número limitado de esas prendas electas.
Además, Pitusa desde el primer momento ha ofrecido puestos para la realización de prácticas: Miami International University of Art & Design y Moore College of Art & Design de Philadelphia me envía becarios especializados en diseño, marketing y comunicación que trabajan conmigo por periodos de hasta seis meses", certifica Clara. De esta forma, los becarios realizan sus tareas durante varios meses "for credit"; es decir, Clara tiene que enviar una evaluación a la Escuela.
La logística, por otra parte, así como la parte contable y de finanzas corre por parte de empresas externas. Hay que aprovecharse de los avances tecnológicos: "El dinamismo del sector moda, requiere de máxima flexibilidad. Con este modelo he sido capaz de generar beneficios desde el primer día".
A Clara su musa le llega comprando telas en Perú, y asegura que su éxito reside en generar diseños atrevidos, transgresores y transculturales, no sin una buena materia prima; además de explotar al máximo todas las ventajas que Internet ofrece así como una flexibilidad de costos. Para la joven diseñadora, Pitusa es sinónimo de lo cómodo, lo llamativo y lo único.
Reuniendo este modelo de negocio, sumado a su talento creativo que engendra prendas originales, y contando con una buena comunicación, el éxito ya está asegurado.
Clara plantea a medio plazo, en su plan de negocios, abrir dos ó tres boutiques Pitusa en los EEUU con la idea de diseñar un modelo de franquicia, para pasar de ahí a vender la franquicia Boutique Pitusa.
Y, desde Madrid, esperamos que su espíritu contagie a más de uno que vive en la eterna apatía en las nuevas generaciones que no saben ni de dónde vienen ni adónde van.