La ópera también apuesta por el crowfunding
El Teatro la Guindalera estrena en diciembre «Tres desechos en forma de ópera», del compositor Jorge Fernández Guerra, producida por su nueva compañía LaperaÓpera, que contará con las aportaciones económicas de los ciudadanos.
El cine, la música, el teatro... todos ellos han visto en el crowdfunding (mecenazgo gracias a las aportaciones de pequeñas cantidades de dinero por parte de los ciudadanos) una salida a sus problemas de financiación o una luz de esperanza para llevar adelante sus proyectos. A ellos se suma ahora también la ópera, un género acostumbrado a manejar importantes presupuestos si pensamos en los grandes escenarios pero que también se puede desarrollar en espacios más pequeños y formatos más reducidos.
Ese es el caso de «Tres desechos en forma de ópera», una ópera de «bolsillito», bromea el compositor Jorge Fernández Guerra, responsable de la música y del texto, que se estrenará el 21 de diciembre en el Teatro Guindalera en Madrid, dentro de su programa Off Guindalera 2012.
Con una subvención de 6.000 euros, por parte del Ayuntamiento de Madrid, el objetivo es conseguir otros 3.000 euros de aportaciones de particulares, la cantidad total irá destinada a pagar a un equipo reducido de ocho personas, y pequeños gastos de admnistración. El primer día ya había conseguido 450 euros.
Adaptar a Satie.
La idea musical parte de varias piezas breves de Erik Satie, reunidas bajo el nombre de «Tres fragmentos en forma de pera», que el compositor madrileño se ha encargado de revisar y adaptar para este proyecto, transformando los 14 minutos originales en 50 minutos de música. «Se trata de unas piezas para piano a cuatro manos que Satie compuso antes de 1903, y que probablemente tocaría en Montmartre. Cuando las escuché me di cuenta que es el tipo de música que me gustaría escuchar en una ópera», explica el compositor que ha tenido que añadir a la música lineas melódicas de canto, pues la obra ha sido escrita para soprano, barítono, clarinete, violín y contrabajo.
«La ópera se plantea como un divertimento respecto a la ópera de nuestros días, que se puede situar entre el cabaret y el teatro de calle», asegura Fernández Guerra, responsable también del texto. El argumento gira alrededor de dos cantantes y tres músicos callejeros que irán hilvanando adivinanzas, transformadas en arias, sobre la realidad cotidiana, «en las que se jugará con el público», un público al que está seguro de poder conquistar, «incluso a los más excépticos», bromea.
Con otra ópera en su haber, «Sin demonio no hay fortuna», estrenada hace 25 años, Fernández Guerra es muy consciente del desencuentro que existe entre el público y la creación contemporánea, y denuncia el corsé que ha oprimido a esta durante el último siglo ante «la constante obligación de inventar, de crear algo nuevo desde el genoma, una música con un ADN diferente cada vez». Y aboga por «librarse de lo original en la ópera para poder establecer así un pacto con el público para que le guste lo que escucha y repita la experiencia».
Pastiche contemporáneo.
Frente a la originalidad, el compositor madrileño reivindica la fórmula del pastiche, de uso habitual durante el Barroco en el que compositores como Bach se inspiraban en la obra de otros o reutilizaban fragmentos de sus propias obras. Algo que incluso llegaron a practicar compositores más vanguardiastas «como Stravinsky, o e propio Falla que creo una ópera sobre música de Chopin y texto de María Lejárraga, que finalmente no se estrenó nunca», explica Fernández Guerra.
Su primera aliado en este proyecto ha sido Satie. «Cuando escuché sus piezas me di cuenta de que era lo que yo quería oír y hacer». A la música, hay que añadir un texto, «hay que preguntarse qué le puede interesar al público, y son los los temas de nuestros días, incluso lo que está pasando hoy...», indica. Así, el título hace referencia a los desechos de la alta cultura que, prácticamente en desuso, ha sido abandonada y tirada a la basura.
«Esta obra es también un manifiesto -subraya el compositor, que fue director del Centro para la Difusión de la Música Contemporánea durante una década y también del Festival de Alicante- de lo que me gustaría hacer en el futuro con mi nueva compañía LaperaÒpera. La ópera no evoluciona porque hay mucha gente que se muere por poner su propio sello en ella, lo que le resta flexibilidad. Además arrastra una tradición de lujo que no se la puede quitar de encima y yo quiero demostrar que se puede hacer ópera con elementos de desguace, y que lo importante es la música y el texto, el resto es oropel y lujo».
La maldición de las óperas contemporáneas.
Uno de los objetivos de Fernández Guerra con esta obra, su segunda ópera (la anterior «Sin demonio no hay fortuna» la estrenó hace 25 años), es precisamente el de «enfrentarme a la maldición de las óperas que se estrenan una vez y luego se tiran a la basura. Mi intención es atrapar al público con este tipo de creación y asi poder llevar este proyecto a otras ciudades».
«Tres desechos para una ópera» cuenta con la dirección de escena de la dramaturga Vanessa Monfort, la escenografía de Florentino Díaz. En cuanto al apartado vocal, participarán la soprano Ruth González y el barítono Enrique Sánchez; y los músicos Mónica Campillo (clarinete), Gala Pérez Iñesta (violín) y Miguel Rodrigáñez (contrabajo). Las funciones tendrán lugar del 21 de diciembre al 6 de enero.