El regreso del gran masturbador
El Pompidou, primero, y el Reina Sofía después, acogerán la más grande retrospectiva sobre la obra de Dalí.
Tonterías y canalladas verbales como "Franco era un santo" o "La libertad es una mierda" no deben sepultar la bestialidad que, desde el punto de vista de la cantidad y de la calidad, supone la obra de Salvador Dalí (Figueras, 1904-1989). Pero las elecciones son libres, y allá quien decida quedarse solo en la circense epidermis del genio. No lo han hecho los comisarios de la gigantesca retrospectiva que sobre el autor de la frase "el surrealismo soy yo" (vaya, otra boutade) abrirá sus puertas este miércoles en el Centro Pompidou de París. La exposición, que recorre toda la trayectoria del artista, desde sus trabajos de juventud hasta su última pintura, Cola de golondrina (1983), permanecerá en el Centro Nacional de Arte y Cultura de la capital francesa hasta el próximo 25 de marzo será entonces cuando el universo Dalí se traslade de forma íntegra a Madrid, para ser desplegado a partir del 23 de abril en las salas del Reina Sofía, coorganizador junto con el Pompidou de este retorno del hijo... no tan pródigo.
En torno a 200 obras, entre pintura, escultura, audiovisuales, fotografía... conforman lo que, en el caso de París, es sin duda una de las exposiciones de la década. A las salas de la exposición se entra por un huevo gigante que simboliza lo corporal y se sale por un cerebro, que simboliza lo espiritual. La escenografía es del arquitecto Óscar Tusquets y respeta la idea original de Dalí para la exposición que tuvo lugar en el Pompidou en el 79 de poner todos los cuadros como en un foro y dejar el centro vacío.
Acostumbrados como están a organizar tremendas citas artísticas en cuanto a tamaño, calidad y tirón popular, los responsables artísticos del inmenso edificio de plástico, acero, hormigón y cristal firmado en 1977 por los arquitectos Renzo Piano y Richard Rogers son conscientes del reto: reeditar el éxito de la última gran retrospectiva francesa de Dalí. Será imposible. Fue en 1979, aquí, en el Pompidou, y entonces más de 840.000 visitantes colapsaron las salas del centro. Nunca una exposición ha recibido tantas visitas en la capital francesa. Aquella vez, Dalí llegó a la puerta del museo en un Rolls-Royce, con un bastón en una mano y un bogavante en la otra. No sabía que, justo ese día, los trabajadores del Pompidou estaban de huelga. Así que se bajó del Rolls y se fue a parlamentar con ellos, dándoles toda su solidaridad.
Museos de todo el mundo, entre ellos el MoMa, la Tate, el Museo de Arte de Filadelfia, Museo de Bellas Artes de Bruselas y, por supuesto, el Reina Sofía, el Pompidou y el Salvador Dalí Museum de Saint Petersburg (Florida) han prestado obra para la muestra. En ella se pueden contemplar algunas de las obras maestras del artista, como La persistencia de la memoria, El gran masturbador, La tentación de San Antonio, El espectro del sex appeal o el Teléfono afrodisiaco. La retrospectiva ha sido comisariada, por parte francesa, por Jean-Michel Bohours y Thierry Dufrêne, y por la española, por Montse Aguer, directora del Centro de Estudios Dalinianos en la Fundación Gala-Salvador Dalí.
"Esta exposición nos pone en guardia contra todos los prejuicios, y propone un reto: la re-evaluación de la obra de Dalí en un contexto museístico", sostiene Manuel Borja-Villel, director del Reina Sofía. “Espero que con esta muestra se rescate la obra de Dalí por fin porque muchas veces lo daliniano ha superado a Dalí”, remacha Villel. "No es posible exponer a Dalí en un museo como se expone a cualquier otro artista", dice el director del Museo de Arte Moderno del Pompidou, Alfred Pacquement. Ya solo queda comprobar los porqués de ese reto, y regresar a Dalí, Al Dalí creador de mundos tenebrosos en busca de Freud y de sus adorados Velázquez y Rafael. No al energúmeno de diarrea verbal.