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De la mina de carbón al ‘otro’ Louvre

De la mina de carbón al ‘otro’ Louvre

La idea es de 2003: era presidente de la República Jacques Chirac. Diez años y dos presidentes después, el nuevo museo del Louvre ya está listo para ser inaugurado. El edificio de cristal y aluminio del estudio japonés SANAA, una sola planta con sótano, alargada como una serpiente, y dividida en seis grandes módulos, reposa sobre una vieja mina de carbón abandonada, la fosa 9-9 bis de Lens. El Louvre Lens mezcla gran modernidad por fuera y clasicismo por dentro, y trata de dar un impulso cultural y económico —como hizo el museo Guggenheim en Bilbao— a la región del Norte-Paso de Calais, la más joven del país, hoy muy golpeada por la crisis y conocida por haberse convertido en los últimos años en el feudo de Marine Le Pen, la líder del Frente Nacional.


El abrumador despliegue del Louvre de París, museo de museos, se ha desplazado a Lens en dosis reducidas, lo que permite al visitante abarcar todo el espacio en un solo día y sin morir en el intento. La primera sucursal del Louvre, que sigue el ejemplo del Centro Pompidou en Metz, es en todo caso un auténtico espectáculo. La gran colección del nuevo museo se expone en la sala más grande, la Gran Galería, bajo el título La galería del tiempo, y resume por orden cronológico la historia del arte desde Mesopotamia, Babilonia, Egipto, Grecia, Pompeya y Roma hasta el siglo XIX.


Se trata de un festín que desmayaría a Stendhal: hay obras de los siete departamentos del museo parisiense. Se exponen 70 obras antiguas, 45 de la edad media y 90 más que van desde el Renacimiento hasta la Francia de la Comuna. La colección tiene vocación semipermanente, porque estará en Lens durante cinco años, aunque cerca del 15% de las obras rotarán cada año con la idea de atraer más de una vez al público de la zona, 14 millones de habitantes en un radio de 200 kilómetros, aunque el museo espera 700.000 visitantes el primer año y más de medio millón a partir de 2014.


El paseo de la Gran Galería, que se cierra con el célebre cuadro de Delacroix La libertad guiando al pueblo (1830-1831), incluye joyas de Botticelli, Perugino, Rafael (el fabuloso retrato de Baldassarre Castiglione recién llegado de El Prado), El Greco, Rubens, Poussin, Maler, Rembrandt y Goya, que cierra la fantástica sección de los retratos con su evanescente Mariana Waldstrein, marquesa de Santa Cruz, pintado entre 1797 y 1800.


El director del Louvre Lens, Xavier Dectot, y los comisarios de esta sección principal, Vincent Pomarède y Jean-Luc Martinez, partieron de “una idea sencilla”, explica Pomarède: “Se trata de mostrar más de 5.000 años de evolución exponiendo las obras del Louvre por orden temporal. Queríamos recorrer la historia del arte con un propósito didáctico, y a partir de ahí enriquecimos la muestra con los temas que atraviesan el tiempo: la naturaleza, la representación del poder, el hecho religioso, el retrato… Eso permite ver las idas y vueltas, las novedades absolutas, y apreciar cómo las distintas civilizaciones y escuelas tienen puntos de encuentro y sorprendentes elementos de contemporaneidad”.


La gran colección se expone y se visita de frente, sin recovecos ni paredes. Cuando el espectador entra en la gran sala de 120 metros de largo por 30 de ancho tiene por delante todo lo que puede ver, empezando por lo más antiguo. La idea del museógrafo Adrien Gardère es que el mobiliario no estorbe, que los colores claros y mates del edificio ayuden a ver mejor los detalles de las obras, y que estas se agrupen en distintas minihistorias (el retrato, el paisaje, la mujer…) de distintas formas. Las Venus pintadas y esculpidas, símbolo del cuerpo femenino desde la antigüedad en adelante, aparecen en una línea recta; los retratos lo hacen en un gran rectángulo.


“La idea de la galería del tiempo surgió al principio del proyecto, pero no es definitiva. Cada cinco años queremos presentar nuevos temas y miradas”, explica Pomarède. “Y no necesariamente de forma cronológica, haremos recorridos distintos con ideas nuevas. Para nosotros Lens es un laboratorio, un lugar de experimentación que nos permite jugar con la colección del Louvre y renovarnos”.


La primera exposición temporal, que se abrirá, como el resto, el 12 de diciembre (12-12-12) se titula Renacimiento, y es otro auténtico lujo: la Santa Ana de Leonardo, que deja por primera vez el edificio parisiense situado frente al Jardín de las Tullerías tras ser restaurada, da pie a joyas de Miguel Ángel, Rafael, Perugino, Fra Angelico, Pisanello, Tiziano, Tintoretto…


En medio de los nervios de la presentación, todos los responsables del nuevo Louvre subrayan que si el museo es un éxito será gracias al trabajo en equipo. El excepcional edificio de los arquitectos japoneses Kazuyo Sejima y Ryue Nishizawa, cabezas visibles del estudio Sanaa que ganó el premio Pritzker en 2010, se adaptó a las necesidades de la colección. Cuando los científicos del Louvre decidieron que no querían colgar nada en las paredes, los arquitectos decidieron revestirlas con paneles de aluminio.


El resultado es soberbio, pero si el edificio estuviera vacío también merecería la pena la visita: liviano como un biombo de papel de arroz, transparente y luminoso pese al cielo gris, su estructura larga y horizontal y sus líneas puras contrastan sin molestar nada con las casas de ladrillo rojo, los tejados a dos aguas y el paisaje verde y negro. Desde la puerta de entrada y desde la enorme recepción sin paredes, se ven las dos grandes colinas de carbón cercanas que atestiguan el pasado minero.


Los datos del nuevo museo, que será inaugurado hoy por el presidente de la República, François Hollande, no explican su belleza aunque dan idea de su potencia: 20 hectáreas de terreno, 7.000 metros cuadrados de espacio expositivo, 6.000 metros cuadrados más de acogida y servicios, una impresionante recepción de 3.600 metros cuadrados, un auditorio de 300 plazas y 6.000 árboles en el parque circundante. El coste total ha sido superior a los 150 millones de euros, de los cuales la región Norte-Paso de Calais ha aportado 88 millones, y 37 millones más proceden de los fondos europeos de desarrollo regional (FEDER).


El resto lo ponen otras instituciones provinciales y locales, y el Estado francés, que aporta dos millones de euros. El presupuesto estimado para mantener el museo abierto todo el año es de 15 millones de euros. Se han creado 70 puestos de trabajo directo y 40 externos. Las entradas costarán nueve euros, y habrá abonos anuales de 15 euros.


Con 36.000 habitantes y una tasa de paro del 16%, Lens, situada a una hora de tren de París y cerca de Bélgica, Holanda, Inglaterra y Alemania, permitirá al Louvre renovar el viejo espíritu de la Revolución francesa, según explica su director, Henri Loyrette: “El museo del Louvre se creó para estar al servicio del pueblo, y esta es una gran ocasión para reconsiderar nuestra misión, interrogar a nuestras colecciones, salir de nuestras paredes habituales y mirar un poco más lejos. Esperamos sobre todo dos cosas: que la población de Norte-Paso de Calais se apropie del museo, y que los fieles del museo del Louvre sientan ganas de venir”.


Louvre bis.

El segundo Louvre está ubicado en Lens, ciudad de 36.000 habitantes situada en la región de Nord-Pas de Calais (norte de Francia). El museo se construyó sobre los terrenos de las antiguas minas de carbón. La sucursal del Louvre de París espera más de medio millón de visitantes al año.


El edificio de cristal y acero, obra de los arquitectos japoneses Sejima y Nishizawa, alberga 28.000 metros cuadrados de espacios expositivos. El proyecto ha costado 150 millones de euros y será inaugurado hoy por el presidente de la República francesa, François Hollande. Le Louvre-Lens acogerá obras de la colección permanente y de los depósitos del Louvre parisiense, así como exposiciones temporales.


Compartir | Recomendar Noticia | Fuente: El País (MIGUEL MORA | París) | Fecha: 04/12/2012 | Ver todas las noticias



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