Un coleccionista americano dona el aguamarina más grande del mundo
«Dom Pedro», de una sola pieza, está considerada como el «Picasso de las gemas».
Un coleccionista privado de Florida donó un impresionante tesoro, el aguamarina «Dom Pedro», que permanecerá expuesta en el Museo Nacional Smithsoniano de Historia Natural en Washington. Los hasta hora propietarios de la mayor gema del mundo, Jane Mitchell y su marido Jeffrey Bland, aseguraron que su decisión había sido como la de «separarse de un hijo».
La gema aguamarina es una variedad del berilo de color azul verdoso pálido. Es una gema muy apreciada en la joyería pues permite una gran diversidad de cortes y facetados. Su nombre se asocia al agua de mar por su característico tono azulado y su valor en el mercado está determinado por la intensidad del color azul que presente.
La joya, que fue creada por el artista contemporáneo Bernd Munsteiner en Alemania, es conocida como el «Picasso de las Gemas». Es la más grande del mundo y está formada por una sola pieza de corte. Los expertos la consideran como una de las esculturas de piedra preciosa más excepcionales del mundo.
Juntos al diamante «Hope».
El aguamarina «Dom Pedro» se exhibirá junto a otras piedras preciosas famosos, como el diamante «Hope» y los pendientes de la reina María Antonieta.
En una entrevista concedida por los propietarios de la joya, ambos se negaron a decir cuánto pagaron por la pieza cuando la adquirieron hace 13 años.
El color de las aguamarinas puede rivalizar con las esmeraldas en valor y belleza. Mitchell dijo que renunciar a «Dom Pedro» es «como enviar a un hijo, al que ha preparado y esperar con mis mejores deseos para que tenga su lugar en el mundo. Eso lo que siento por Dom Pedro», dijo.
«Dom Pedro», llamado así por primera Brasil por dos emperadores, fue formado a partir de un trozo enorme de cristal de berilo extraído de una mina en el estado brasileño de Minas Gerais a finales del año 1980.
La gema, con forma de obelisco, tiene 35,5 centímetros de altura y pesa dos kilos. Sin embargo, antes de que Munsteiner comenzara a trabajar con esta piedra preciosa, tenía 59 centímetros de largo y pesaba casi 2o kilos.
Antes de la donación de la escultura, y en lugar de dejar que se consumiera en la caja fuerte de un banco, Mitchell dijo que ella y su marido la habían exhibido con anterioridad en Houston y París durante casi dos años.