El museo con la segunda mejor colección de Van Gogh no se deja aplastar por Ámsterdam
El museo Kröller-Müller de la pequeña localidad de Otterlo (Holanda) tiene la mejor colección de obras de Vincent Van Gogh (1853-1890) tras el Van Gogh Museum de Amsterdam, la pinacoteca de fama mundial dedicada al pintor. El Kröller-Müller suele quedar relegado a un segundo plano ante la apabullante competencia y representa una joya escondida alejada de los itinerarios del turista habitual.
El traslado temporal de las obras del Van Gogh Museum al Hermitage de Amsterdam por obras de remodelación ha servido al Kröller-Müller para reafirmar la calidad de sus fondos y ofrecer al público la colección permanente en todo su esplendor. Vincent is back – part 1 (Vincent ha vuelto - 1ª parte) se inaugura hoy en Otterlo y representa la primera de dos exposiciones que ofrecerán el repertorio más completo del centro.
Esta entrega inicial — Geboorte Grond (Tierra Natal), hasta el 1 de abril— se centra en los primeros años de la carrera del artista, que transcurrieron en Holanda. Además de cuadros como Hombre viejo afligido (1882), que el autor revisaría en una versión menos oscura en 1890, se exponen una selección de dibujos, a los que era aficionado en sus comienzos. Las obras rara vez se muestran al público por la sensibilidad al contacto con la luz y para evitar el deterioro, el museo planea sustituirlas varias veces mientras la exposición permanezca en cartel.
La colección de la mujer de un rico comerciante.
La segunda parte de Vincent is back se titulará Land van het licht (Tierra de luz) y mostrará, entre el 7 de abril y el 22 de septiembre, la producción del pintor en Francia, la evolución final en el tratamiendo del color y la luz y el contacto con otros artistas de la época.
Se exhibirá el autorretrato que pintó en 1887 (uno de los más célebres de los muchos que realizó) y piezas como Retrato de Joseph Roulin (1889) que asombran por su radical combinación de tonos y un revolucionario acercamiento a las texturas. Las dos exposiciones están estructuradas de manera temática y apoyadas por citas del pintor extraidas de cartas personales y otros documentos.
El museo Kröller-Müller debe su existencia a la avispada coleccionista Helene Kröller-Müller (1869-1939), la mujer de un rico comerciante que entre 1908 y 1929 se dejó asesorar por el profesor de arte Hendricus Peter Bremmer. Compró 91 pinturas del artista y 180 trabajos sobre papel. La exposición también descubre qué piezas se adquirieron primero, cuales fueron las más caras y en qué años la potentada pudo permitirse más obras. Irónicamente, Van Gogh nunca pudo disfrutar de admiradores así.