Soledad Lorenzo: «Me voy con la conciencia de que no me he equivocado»
La galerista cerró ayer el espacio que abrió en Madrid hace 26 años. Por su galería han pasado artistas como Bourgeois, Tàpies, Palazuelo, Schnabel, Barceló, Sicilia y Broto, entre otros.
Ayer no fue un día más para ella. Cuando Soledad Lorenzo (Santander, 1937)cerró las puertas desu galería en la calle Orfila de Madrid, echó el cerrojo a 26 intensos y emocionantes años. Los que lleva dirigiendo una de las galerías más punteras de nuestro país, una de las más reconocidas internacionalmente. Por ella han pasado, desde 1986, Tàpies, Bourgeois, Schnabel, Barceló, Sicilia, Broto, Oursler, McCarthy, Varejao... A esos 26 años hay que sumar los catorce anteriores, también dedicada al mundo del arte. 40 años. Toda una vida.
En julio del año pasado anunciaba a ABC: «Me retiro pronto; hacerlo a tiempo será una victoria». Lo ha conseguido. Ha ganado. A sus estupendos 75 años cree que el proyecto ya está hecho. En 2011 celebró sus 25 años de la galería. Pero aquella especial velada tenía sabor a despedida. Hasta para irse ha sido elegante. Marca de la casa.
-Después de una carrera plagada de éxitos, ¿ahora qué? ¿Tiene planes?
-No. De momento, cierro la galería al público, pero me queda un tiempo de trabajo aquí. Estoy entregando las obras a los artistas. Ellos han sido mis grandes maestros. Sé que se me respeta y eso es un triunfo. Los artistas me han demostrado fidelidad y noto que he tenido apoyo social. No sé si lo he hecho bien o no, pero me voy con la conciencia de que no me he equivocado.
¿Algún proyecto a la vista?
-Para noviembre de 2013 me han pedido una exposición en el Centro del Carmen de Valencia con mi colección. Con el dinero que obtuve gracias a un premio, pensé publicar mi archivo. Incluso hablé con Borja-Villel de la posibilidad de depositarlo en el Reina Sofía. Pero era muy caro. Al final se va a publicar un libro de la etapa de mi galería.
-¿Ha vampirizado a sus artistas?
-Sí, cada artista me ha nutrido con su personalidad.
-¿Por qué no ha querido que la galería sobreviviera sin usted?
-Es algo muy profundo mío. Me interesa vivir, no perdurar.
-¿Tiene la sensación de que está llegando el fin de una época dorada del galerismo en España, curiosamente protagonizado por mujeres? ¿Hay un buen relevo generacional?
-Por edad es lógico que así sea. Lo normal, y lo sano, es que los jóvenes galeristas no se parezcan a nosotros. Hay unas galerías jóvenes estupendas, pero es un momento muy complicado.
-Se va a tiempo. No corren buenos tiempos para el arte...
-...ni para nada. He vivido dos crisis importantes, pero ahora tengo la sensación de vivir algo que no había vivido nunca. Los tres últimos meses de este año han bajado mucho las ventas. Ha habido un parón.
-Usted ha sido muy combativa con la subida del IVA cultural...
-Subirlo al 21% es monstruoso. Es el único país de la UE que lo tiene. No se puede penalizar la cultura. No es un lujo. La vida del artista es muy dura. Los políticos creen que el arte contemporáneo es una tontería y algo prescindible.
-Ya no estará en ARCO, pero ¿ve muy negro su futuro?
-Es tristísimo y grave que ocho galerías catalanas se hayan dado de baja. Pero ARCO casi sistemáticamente ha tenido problemas. Tengo la esperanza de que va a funcionar. Es una feria muy querida en España El público de Madrid es adicto a ARCO.
-Usted ha acudido a las mejores ferias de arte. ¿Qué opina de ellas?
-Han adquirido un poder absurdo. Si no eres aceptado en una feria, no existes, no eres nadie. Hay que pagar ese peaje y es injusto. Las ferias son clónicas, son todas iguales, cambian muy poco. Basel es la que marca. A mí me aceptó antes que ARCO.
-¿Hay en el mundo del arte tantos celos y envidias como dicen?
-No sé por qué tenemos esa fama. Este mundo es muy esclavo, pero tengo muy buenos amigos en él. Juana (de Aizpuru), Oliva (Arauna) y yo coincidimos en casi todos los cócteles. «Va a parecer que nos alquilan», solemos decir riendo.
-¿Ningún artista se le ha resistido?
-A los artistas se les elige como a un novio. No sabes por qué te decides por alguien en concreto. Son comos pequeñas historias de amor, como flechazos. Es algo emocional. Si alguien no está libre, si ya tiene galerista, es como un señor casado. No lo ves con envidia, o al menos lo ves con envidia sana.
-Después de 17 años Damien Hirst ha roto con Gagosian. Habrá tenido usted alguna ruptura traumática...
-Jordi Teixidor se fue. Pero no había pasado nada. Cuando vi colgada su obra en mi galería, pensé: me he equivocado. El posiblemente sintió lo mismo.
-Abrió las puertas de su galería con Alfonso Fraile en 1986 y ahora las cierra con Victoria Civera.
-Sabía que Alfonso iba a morir pronto. Tenía cáncer. Fuimos muy amigos. me gustaba mucho su obra. La programación de la galería iba a acabar en julio, pero había artistas que tenían proyectos: Sicilia, Pérez Villalta y Vicky Civera. Por eso se prolongó hasta ahora.
-¿Algún artista especial?
-Pablo Palazuelo fue un gran amigo. Nos veíamos una vez a la semana y hablábamos de todo. Nos parecíamos mucho. Tàpies también me quería mucho.
-Ha tenido en nómina a pesos pesados, pero siempre ha apostado por nuevos talentos y por artistas españoles, llevándolos a ferias internacionales.
-Me ha perjudicado mucho, pero lo he seguido haciendo. En España ha habido monstruos apabullantes en el arte, pero en el contemporáneo ni siquiera Tàpies ha tenido la fama que merecía.
-¿Recuerda la obra más cara que ha vendido?
-Una de Bourgeois. En España hay poca gente dispuesta a gastarse ese dinero.
-¿Ha tenido que vender alguna obra suya por necesidad?
-No, pero mi padre rehizo su vida vendiendo dos solanas después de la Guerra Civil. Cada uno por 20.000 pesetas.
-¿Cuál es su balance de estos 40 años?
-Muy positivo. Pero el trabajo solo no vale, también hay que tener suerte.