Agrupan el 'sublime' paisajismo británico de Turner, Constable y Gainsborough
"Estoy harto de retratos, y estoy deseando pintar paisajes y disfrutar del último tramo de la vida en la tranquilidad y la facilidad", dijo cerca del final de su vida Thomas Gainsborough (1727 - 1788), el retratista favorito de la aristocracia británica de su tiempo, encandilada por la sensibilidad poética con que pintaba los rostros humanos.
"El sol es dios", añadió en su lecho de muerte Joseph Mallord William Turner (1775 - 1851), en una escueta pero poderosa frase que parecía un consejo y una declaración final de fe.
"La forma de un objeto es indiferente; la luz, la sombra y la perspectiva siempre lo harán hermoso", añadió como regla de oro para cualquier artista John Constable (1776 - 1837).
Artistas complementarios.
Aunque los dos últimos mantuvieron alguna disputa, motivada más por la rivalidad pública que por sus creencias estéticas y descubierta pasados casi 180 años, los tres grandes maestros del paisajismo inglés durante el realismo victoriano son a estas alturas uno de esos mágicos fenómenos de artistas complementarios que aún asombran a los especialistas. La exposición Constable, Gainsborough, Turner and the Making of Landscape (Constable, Gainsborough, Turner y la construcción del paisaje) reúne sus obras en Londres.
La muestra, en cartel hasta el 17 de febrero en la Royal Academy of Arts de la capital biritánica, es de altura: se exhiben nada menos que 150 cuadros de los tres referentes inexcusables del paisajismo, así como obras de algunos de los muchos seguidores de sus estilos —entre ellos Richard Wilson, Michael Angelo Rooker y Paul Sandby— y de los pintores previos a los que Constable, Gainsborough y Turner consideraron modelos de partida —Nicolas Poussin, Gaspard Dughet y Salvator Rosa—.
"La verdad de la naturaleza", modificada.
Sin aspirar a la comparación entre los tres pintores, la exposición quiere mostrar como los paisajes y la "verdad de la naturaleza" resultaron radicalmente modificados en la forma de percepción y plasmación con la carga emocional de los cuadros de Gainsborough y la aspiración de Turner y Constable a alcanzar un poder "sublime" similar al que proponía el poeta Friedrich Schiller: llevar al espectador a un éxtasis ajeno a la racionalidad y capaz incluso de provocar dolor por ser imposible de asimilar.
Constable, Gainsborough, Turner and the Making of Landscape incluye obras mayores como el sombrío Romantic Landscape (Gainsborough, 1783), The Leaping Horse (Constable, 1825) y Dolbadern Castle (Turner, 1800). Las tres son obras donde la naturaleza juega un papel épico y, más allá del paisaje naturalista, es un mensaje desde el fondo del alma de los pintores.