¿Puedo coleccionar arte en mi móvil?
Aunque ahora se dé por hecha y se asimile con pasmosa naturalidad cualquier novedad en el mundo del arte, cualquier nuevo soporte, cualquier innovación, hasta los años 70 resultaba inconcebible que un gran museo pudiera comprar, por ejemplo, una pieza de vídeo o un corte de audio. El arte audiovisual ha ido desde sus inicios sujeto a los tiempos, incorporando nuevos soportes y nuevos canales en paralelo al uso cada vez más democrático de la tecnología. Ahora que vivimos dentro de un teléfono, que miramos y conservamos el mundo a través de sus pequeñas cámaras y que la comunicación se produce mediante el tic frenético de los dos pulgares, el móvil no podía tardar en convertirse en nueva materia de reflexión para el arte, pero también en un soporte y en una forma insólita de coleccionismo.
Sobre estas nuevas posibilidades quiere reflexionar el centro La Panera de Lérida, cuya app dispone del apartado Arte Móvil, que incluye una pieza exclusiva creada para este soporte por distintos artistas. Se trata de obras pensadas para utilizar con un iPhone como soporte, bajo la premisa de ofrecer "un arte móvil para el móvil" que el espectador se pueda llevar allá donde vaya, a la vez que descubre nuevas creaciones de una forma diferente a la habitual. La iniciativa, además, adquiere más sentido si se tiene en cuenta que La Panera es un centro alejado del circuito habitual del arte, de forma que la aplicación le otorga la posibilidad de dar a conocer sus proyectos más allá de su entorno.
Juan López es uno de los artistas convocados por La Panera, donde expuso con la muestra A la derriba. Siguiendo la estela de aquel proyecto, el artista ha desarrollado una aplicación móvil. Si en la sala los muros se abrían para simular la vista del exterior, en este caso se trataba de "romper" la pantalla del teléfono y de ver qué se esconde detrás, esto es, lo que el usuario esté enfocando con la cámara. "Dando tres golpes, una animación va rompiendo el cristal y ves lo que enfocas con tu propio dispositivo. El título, Glassgate, es el nombre que en los foros de internet sobre teléfonos le pusieron al problema con los iPhones cuando se caen y se rompe la pantalla", comenta el artista refiriéndose a uno de los dramas cotidianos de mayor actualidad en el primer mundo.
Sobre el móvil como formato, considera López que con las aplicaciones podrían abrirse nuevos caminos. "No sé cuánto durará pero creo que incluso podría surgir el coleccionismo con aplicaciones. Hoy cualquier artista los usa para retocar una foto, grabar un vídeo... Hasta ahora ha sido una herramienta, pero puede ir más allá, creo que malo no es. Para mí lo importante es la instalación, de manera que realizar esta pieza ha estado bien como complemento al original", concluye.
Ignacio Uriarte es otro de los artistas invitados. Él también ha creado una obra a partir de un trabajo anterior. Una línea negra infinita que trazó con Excel (su arte siempre está relacionado con el trabajo de oficina) dibuja un recorrido laberíntico sobre la pantalla del dispositivo. El trazado regular y la densidad uniforme son resultado de las reglas a partir de las que la línea fue dibujada. La animación de la obra permite al espectador interactuar con su pieza, de forma que puede perderse en un laberinto infinito. "Recoge un poco la idea de Sísifo del trabajo perpetuo", apunta.
Aunque Uriarte no posee un "móvil inteligente", le augura un largo futuro a esta nueva forma de arte, sobre todo por la accesibilidad que entraña. No le falta razón, si las aplicaciones se presentan como herramientas o formas de ocio a precios asequibles, ¿por qué no van a serlo también las dedicadas al arte, visto además el éxito que, por ejemplo, han tenido las de algunos de los grandes museos del mundo? En este sentido, recuerda Uriarte a Rafael Rozendaal, un artista que se ha dedicado a crear páginas web que los coleccionistas pueden adquirir y a las que les da el nombre del comprador. "Esto no significa que no estén al alcance del resto del mundo, ahí su valía. En el caso del móvil, es cierto que puede hacerse una app que se descargue un solo individuo, que sea exclusiva para él, pero yo creo que su valor está precisamente en todo lo contrario, en que podamos llegar todos a ellas por poco dinero. También me parece muy positivo si pienso, por ejemplo, en los entusiastas del arte de los lugares más remotos". Aunque a él le queda lejos el tema, no descarta volver a trabajar pensando en el móvil, que al cabo es también una otra vía para que el trabajo de un artista sea conocido en otras regiones del mundo.
Glòria Picazo, directora de La Panera, explica que el proyecto surgió a raíz de la app informativa del centro, para la que querían ofrecer un plus. Se les ocurrió la opción de invitar a artistas para que trasladaran sus obras al móvil con la colaboración de la empresa que les ha desarrollado la aplicación. Si con Uriarte el reto fue adaptar su instalación a la pantalla del dispositivo, con la artista experimental Marina Núñez dieron un salto mayor al buscar una pieza creada exclusivamente para iPhone.
"Con cada nuevo artista es un salto al vacío. Ahora estamos trabajando con Abigail Lazkoz, Ignasi Aballí y Daniel Canogar y queremos seguir. Nadie ha trabajado con este medio todavía y tuvimos claro que no podíamos limitarnos a colgar una foto, sino que debíamos emplear el medio en toda su extensión. Vamos aprendiendo sobre la marcha y con cada propuesta nos preguntamos si se podrá hacer o no". Aunque les está dando trabajo, en La Panera están muy interesados en seguir ahondando en un tema que, además, propicia el debate y la reflexión en torno a las nuevas formas de arte. En este sentido, el siguiente paso será abrir un concurso para nuevas propuestas. De momento, la app supera ya las 600 descargas.