“El predominio occidental en el arte tiene los días contados... y es justo”
La fuerza de China se siente en todos los sectores de la economía, y el mercado del arte no es una excepción. Al contrario, quizá sea uno de los que mejor reflejan el multifacético desarrollo del Gran Dragón. Porque el país ha provocado un vuelco tanto desde dentro como fuera de sus fronteras: los artistas contemporáneos chinos han saltado a la fama de la noche a la mañana, mientras que los coleccionistas del gigante asiático han sacado a pasear la chequera por el mundo y se han convertido ya en un ávido grupo de influyentes compradores.
Todo esto lo saben bien en Christie’s, la mayor casa de subastas del mundo: en 2008, el volumen de sus ventas en Hong Kong, el corazón del mercado del arte en China, suponía solo un 3% del total; pero el año pasado, convertido el país en el mercado líder en el mundo, ese porcentaje se había incrementado hasta el 30%. Y la tendencia continúa agudizándose por la explosiva combinación de rápido crecimiento económico en Asia y la crisis económica en los mercados tradicionales.
“China está encontrando el lugar que le corresponde. El predominio occidental en el arte tiene los días contados... y es justo”, asegura el presidente de Christie’s en Asia, el francés François Curiel. “El magnífico desarrollo económico del país ha dado poder a una élite que comienza a invertir en arte, aunque solo sea por copiar lo que hacen en otras partes del mundo, y la apertura sociocultural ha provocado la explosión de la creatividad de los artistas locales”, explica Curiel.
Sin embargo, por la velocidad a la que se mueve el país, el coleccionista chino está confuso y busca el consejo de expertos. Para formar a estos, Christie’s y la China-Europe International Business School (CEIBS) —que cuenta con la colaboración del Gobierno de España— lanzarán este año el programa El mercado global del arte: coleccionar e invertir. Los alumnos serán, terminado el curso, los guías de los nuevos inversores chinos, cuyo interés por el arte tiene un fuerte componente de patriotismo.
“Vemos que los coleccionistas chinos quieren recuperar el patrimonio artístico que se vendió en tiempos pasados Es motivo de orgullo para ellos adquirir obras que habían estado fuera de China”, argumenta Curiel. Además, no solo hay que tener en cuenta a los coleccionistas individuales, sostiene. “En este país se han construido 360 museos a lo largo de 2012. Casi uno al día. Y necesitan obras. Como en todos los ámbitos, el Gobierno también juega un papel importante en el mercado del arte”.
Este interés por devolver a China lo que muchos consideran que fue expoliado ha provocado también un impresionante aumento del precio de las obras de arte clásico del país. “2005, por ejemplo, fue el año en el que, por primera vez, una obra se cotizaba por encima de los 100 millones de dólares. Fue un picasso. La obra china más cara ese año fue un jarrón chino, que se vendió por 27 millones de dólares, un 75% más barata. En 2010, sin embargo, aunque Picasso volvió a marcar un récord con 105 millones, el arte chino colocó una obra a 64 millones, ya solo un 40% por debajo. Así, no me extrañaría que un año sea algún artista chino quien supere al pintor español”, avanza François Curiel, que tiene claro que el gigante asiático ha llegado para quedarse como líder: “El boom del arte en China no es ninguna burbuja. Es cierto que no resulta posible mantener durante mucho tiempo el actual crecimiento del volumen de ventas, pero pienso que solo veremos una moderación de ese crecimiento, nunca una caída”.
La otra cara del auge artístico de China la firman sus propios creadores, cuya irrupción en la escena internacional ha sido espectacular. Curiel lo explica con un ejemplo práctico: “En octubre de 2004 vendimos en Hong Kong un par de pequeñas obras de Zeng Fanzhi, de la serie Máscaras, por 12.000 dólares. Fue la primera obra de este autor que se subastaba. Cuatro años después, Zeng marcó, también en Hong Kong y con una obra de esa misma serie, el récord de cualquier artista chino vivo con 9,6 millones de dólares”.
Tres de los diez artistas vivos más valorados son ya chinos, y 11 de las 20 firmas que el año pasado vendieron obras por mayor valor en subastas también lo son. De hecho, esa última lista la lideran Zhang Daqian y Qi Baishi. Las obras de ambos alcanzaron el año pasado un valor combinado de más de 500 millones de dólares, muy por delante del tercero, Andy Warhol. Así, es lógico pensar que Pekín o Shanghái terminarán desplazando a los tradicionales centros comerciales del arte, como Nueva York y Londres. “Tienen potencial pero de momento no les harán sombra. La razón es simple: los elevados impuestos con los que se gravan las transacciones. Por eso, nosotros apostamos por Hong Kong como el centro neurálgico de la venta de arte en Asia”.