Barceló y 2013: año nuevo, año temible
Este es un año nuevo de verdad para Miquel Barceló (Felanitx, Mallorca,1957). El artista español vivo más cotizado en el mercado ha cambiado de galerista en París, Nueva York, Hong Kong y Madrid. La guerra en su querido Malí, le impide pasar los cuatro meses anuales en tierras dogonas y se siente un poco desnortado. Nuevo tiempo que estrena hoy con una exposición de cerámicas recientes, hechas y cocidas por él, para su nueva galería, Elvira González. "Sabía desde hace tiempo que Soledad Lorenzo quería cerrar y no tuve dudas a la hora de elegir. En Madrid, siempre venía a este espacio a ver exposiciones. ¿Podía elegir mejor?".
Estos últimos trabajos son cuatro cuadros y una veintena de terracotas, "eso que llamamos cerámica, un genérico de la pintura, llenas de imperfecciones, una especie de prolongación de la intervención de la catedral de Palma de Mallorca", precisa el artista.
Como cada vez que viene a Madrid, lo primero que ha hecho Barceló es visitar el Museo del Prado. Ha visto la exposición El joven van Dyck y ha quedado fascinado "por la determinación del maestro desde sus comienzos". No ha tenido tiempo, en cambio para visitar el Reina Sofía, donde la representación del artista mallorquín es prácticamente nula. ¿Le gustaría que le dedicaran una exposición en este museo? "Yo no decido, pero no lo echo de menos", responde a un grupo de periodistas en la galería Elvira González. No descarta poder colaborar con el Prado, aunque declina ofrecer más detalles.
Todavía no sabe si la próxima edición de Arco (del 13 al 17 de febrero) tendrá obra suya, pero precisa que aunque las ferias son buenas para el negocio, a él no le gusta asistir. "El arte se ve en galerías y museos. No en las ferias. Ni aquí ni en Basilea". En cambio, sí tiene opinión sobre el aumento del IVA cultural hasta el 21%. "Es demencial que tengamos el IVA más alto de Europa. Es una medida contra la cultura. No tiene sentido que un coleccionista pueda comprar mi obra mucho más barata fuera de España. Si finalmente no lo suprimen durante la feria, esta edición será una debacle, un desastre. Más que una torpeza, es algo premeditado".
Miquel Barceló empezó a trabajar con arcilla en Gogoly-Sangha, en Malí, un día que el viento era tan fuerte que no podía pintar. Empezó el aprendizaje de cero y sintió que era como una prolongación de la pintura. Tuvo como profesora a una vieja alfarera que le enseñó donde recoger la tierra y la manera de prepararla. Las piezas recuerdan las obras de cerámica griegas que se conservan perfectamente después de 3.000 años. Los motivos vegetales y animales están presentes en las obras de gran formato y en las más pequeñas. "El tema de muchas de estas obras", explica, "es la pintura. La arcilla se convierte en pintura, en lienzo y dibujo. Para abreviar, una transmutación. La arcilla se convierte en pintura y así en carne de nuevo".
Echa mucho de menos los cuatro meses que anualmente pasaba en Malí y está muy preocupado por el sufrimiento de la población, sobre todo por las mujeres, las grandes víctimas del conflicto. "En el 87, cuando llegué, había esperanza. Las mujeres eran alfabetizadas, se veía un futuro. Ahora todo pinta muy mal. La ausencia de Europa me da mucho coraje. No sé para qué sirve la UE si sus instituciones son incapaces de intervenir en un desastre así".
Pero Barceló no quiere extenderse en el tema y se niega en redondo a hablar de independentismo catalán. Más explícito es sobre la corrupción en España en general y en las Baleares en particular: "Un bochorno. En Mallorca creo que están organizando rutas turísticas por los escenarios del crimen". Cuando alguien le pide su opinión sobre Santiago Sierra (el artista madrileño autor junto a Jorge Galindo de Los encargados, un trabajo de contundente contenido político), Barceló responde que cada uno entiende el tema a su manera. "Todo arte es político, no creo que haga falta llegar a las obras de pancartas".
Sobre su continuidad en el cine, después de Los pasos dobles y El cuaderno de barro, de Isaki Lacuesta, Concha de Oro en San Sebastián, en 2011, Barceló considera que es un punto final. "Surgió la historia. La hicimos y quedamos tan amigos. De hecho, él ha venido a mi casa a la matanza de los cerdos que hacemos en Felanitx, pero no hay ningún proyecto a la vista".