Mapfre y Thyssen apuestan por un valor seguro en busca del público
El Museo Thyssen y la Fundación Mapfre apuestan, al unísono, por un valor seguro en lo que a tirón popular se refiere: los impresionistas. Las colas están aseguradas.
La exposición que el Museo Thyssen abrirá al público a partir del martes, Impresionismo y aire libre. De Corot a Van Gogh, ofrece en 116 obras de diferentes escuelas el reclamo de los paisajes que los Turner, Constable, Rousseau, Courbet, Monet, Sisley, Renoir y Cézanne, entre otros, pintaron al aire libre, con la luz que captaron en su variación a lo largo del día, repetido escenario a distintas horas, por la mañana, por la tarde, en el crepúsculo.
En esos paisajes, rocas, montañas, ríos, árboles, orillas… adquirieron una nueva luz, la que de verdad irradiaban o dejaban pasar, con sus matices y sus sombras, como explica el comisario de la exposición, Juan Ángel López-Manzanares, que invita a los que se acerquen al Museo Thyssen a gozar de unas pinceladas que muestran "cómo el artista plasmaba la materialidad de las cosas".
De la amplia nómina de artistas reunidos en esta exposición, fue Cézanne el que recuperó, a finales del siglo XIX, el gusto por pintar rocas, jugando con sus sombras y formas; mientras, Monet se concentró en cómo la luz se filtraba en las hojas de los árboles. Los efectos del agua en ríos y lagos pueden apreciarse en los óleos de Turner y Constable; así como los impresionantes cielos de Sisley y Van Gogh. La muestra incluye además "un reconocimiento", según López-Manzanares, "al padre de la pintura al aire libre, Valenciennes". Estos son solo un aperitivo de una muestra que se remonta hasta los orígenes del paisaje moderno y que permanecerá hasta el 12 de mayo en el Thyssen.
En cuanto a la exposición de 70 obras desplegada en las salas de la Fundación Mapfre, comisariada por Pablo Giménez Burillo y Caroline Mathieu, solo cabe acudir al propio subtítulo de la misma: Obras maestras del Museo d’Orsay. El conjunto reunido por los responsables de la fundación y procedente del gran museo impresionista de París (como recompensa a la colaboración que Mapfre brindó a los directivos de Orsay para la organización de una reciente exposición en Brasil) es apabullante. Dos de las catedrales de Rouen de Monet, cuatro o cinco van goghs nunca expuestos en España, una salita con la inquietante pintura de Vallotton y sus imposibles puntos de vista y perspectivas, el constructivismo de Cézanne y los cinco paneles que se conservan de la obra Jardins publics, de Vuillard, son algunas de las joyas en esta exposición.
El Renoir de las bañistas, el neoimpresionismo de la mano de Seurat, Signac o Pissarro, los bajos fondos de Toulouse-Lautrec y la Bretaña de Gauguin son otros alicientes de este tesoro artístico.