El fiel guardián del legado andalusí
Ismael Diadié salvó 7.000 documentos del valioso Fondo Kati antes de huir de Malí.
Su estirpe lleva impresa en la piel medio milenio de Historia, de huida, de amenazas... de orgullo y valentía. “Soy una más de los miles de personas que tuvieron que dejar Malí para refugiarse en otros países”, confiesa con voz serena Ismael Diadié, último descendiente de la dinastía Kati de Malí. Diadié se ha instalado temporalmente en España tras pasar por Suiza y Francia. Tuvo que abandonar su país en abril del año pasado tras la caída de Tombuctú en manos yihadistas, y dejó allí miles de manuscritos sobre la huella andalusí conservados desde el siglo XV y que él mismo, tras heredarlos de sus antepasados, recuperó junto a su padre a finales de los años noventa del pasado siglo.
“No hemos perdido documentos, aunque hemos tenido que dispersar gran parte del fondo”, señalaba Diadié el miércoles en Jaén, adonde se desplazó para hablar a los universitarios de la situación bélica en su país y del esquilmado patrimonio histórico. Destacó que también se han salvado los documentos que quedaron a cargo de su conductor, Baba Pascal Cámara, que los ocultó y protegió de las continuas visitas que los radicales realizaron a la Biblioteca Andalusí con la clara intención de acabar con ellos. No tuvieron la misma suerte miles de documentos del centro Ahmed Baba, que fueron quemados.
La Biblioteca Andalusí de Tombuctú es una de las principales referencias bibliográficas de Al-Andalus, con más de 7.000 documentos de diversas épocas. Su financiación corrió a cargo de la Junta de Andalucía, que, en 2002, invirtió 120.000 euros como ayuda a la cooperación para levantar un edificio donde albergar estos documentos. La Junta actuó así tras la publicación de un manifiesto en defensa de ese fondo, firmado por escritores como José Saramago, Antonio Muñoz Molina o Juan Goytisolo y que impulsó el poeta José Ángel Valente, con cuyo nombre se bautizó la biblioteca.
Pero el convenio con la Junta iba más allá, y preveía la difusión de ese valioso legado. “La programación con la Junta no se ha podido cumplir por circunstancias ajenas a nosotros, pues desde 2010 no era posible invertir porque Tombuctú estaba en una zona de línea roja”, admitió Diadié, quien esta semana se ha reunido con la Fundación Tres Culturas del Mediterráneo para retomar ese acuerdo de colaboración.
Su vida reciente parece digna de una película de aventuras. El patriarca de la familia Kati explicó a los universitarios jiennenses cómo él y su padre rescataron ese legado al saberse descendientes de Alí ben Ziryab al Kuti, originario de Toledo que abandonó la ciudad en mayo de 1468 y llegó a Tombuctú llevando consigo los primeros manuscritos de lo que, con los siglos, se convertiría en una ingente memoria escrita de la familia.
Durante el siglo XIX y ante el temor de que la inestabilidad en la zona pusiese en peligro el legado, los fondos se distribuyeron entre miembros dispersos del clan. Diadié y su padre recorrieron aldea por aldea y lograron salvar 3.000 documentos de entre los siglos XII al XIX. Al menos 300 de esos legajos son de autores andaluces, 100 de renegados cristianos, 60 de comerciantes judíos y el resto de temática árabe variada. Es una biblioteca fundamental para comprender la penetración del islam en España o el destino de centenares de familias visigodas tras la caída del reino de Toledo.
“No se puede concebir la historia de Malí sin la historia de Al-Andalus”, explica Diadié, escéptico ante el futuro de su país. “Va a ser el futuro de cualquier estado que tiene petróleo, gas natural o uranio, es decir, un futuro incierto”, añade, después de recelar abiertamente de la ocupación por las tropas francesas: “En las relaciones internacionales no hay buenos samaritanos, siempre hay intereses de todo tipo”, remacha.
Ismael Diadié denunció la continua violación de los derechos humanos desde el golpe de estado de abril de 2012. Desde la matanza de personas y cortes de las manos a sublevados, violación de mujeres y la destrucción de un valioso patrimonio artístico, entre ellos 16 mausoleos y daños irreversibles en las mezquitas declaradas patrimonio mundial. Es el triste recuerdo que guarda en su cabeza el fiel guardián del legado andalusí.
Claves de un legado.
Ismael Diadié es el último descendiente de Alí ben Ziryab al Kuti, ciudadano de Toledo que abandonó la ciudad en 1468 y se instaló en Tombuctú.
La Biblioteca Andalusí de Tombuctú es una de las grandes referencias bibliográficas de Al-Andalus, con más de 7.000 documentos. Fue financiada en parte por la Junta de Andalucía.
Diadié y su padre recorrieron cientos de aldeas para salvaguardar miles de manuscritos de este tesoro de papel. Vive temporalmente en España.