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Los grandes «voyeurs» del arte

Los grandes «voyeurs» del arte

El Museo Thyssen confronta en una pequeña exposición diez cuadros de su colección con un denominador común: son escenas de interior, íntimas, privadas y protagonizadas por mujeres.


La pintura intimista de interiores tuvo un gran auge en Holanda en el siglo XVII. Tanto que llegó a alzarse como un género pictórico propio e independiente. El gran maestro de este género es, sin duda, Vermeer, pintor de culto pero también de masas (tiene legiones de fieles adeptos y sus obras protagonizan películas, como es el caso de «La joven de la perla»). En sus escasísimos y cotizadísimos cuadros supo atrapar como nadie toda la magia de la atmósfera de estas escenas íntimas. Es el gran «voyeur» del arte: en sus obras se asoma por la rendija de la puerta de una habitación e inmortaliza a figuras ensimismadas en sus tareas cotidianas: leen, cosen o simplemente piensan...


Dentro de la serie «Miradas cruzadas», en la que el Museo Thyssen muestra, de otra forma, su colección, la pinacoteca celebra la quinta entrega, dedicada a la pintura de interiores. Bajo el título «Juego de interiores. La mujer y lo cotidiano», la muestra, comisariada por María Eugenia Alonso, reúne, por parejas, diez de sus cuadros con un denominador común: todos ellos plasman escenas íntimas, familiares, privadas... Además del «boom» que tuvo en Holanda en el XVII, también fue muy del gusto de la Francia del XVIII y llega hasta los siglos XIX y XX.


El tiempo congelado.

Esta pequeña exposición, que puede visitarse de forma gratuita en el balcón-mirador de la primera planta del museo hasta el 2 de junio, narra la evolución del género incidiendo tanto en las cosas comunes que mantiene a través del tiempo como en las que cambian. Entre las primeras, la importancia de la luz como elemento que aísla la escena del exterior; el tiempo aparece como si se hubiera congelado en las composiciones; casi siempre están protagonizados por mujeres; no sólo se describe el interior de los espacios, sino que bucean en el interior mismo de los personajes, en su psicología.


Las cinco parejas propuestas en la exposición son: «El tamborilero desobediente», de Nicolaes de Maes (uno de los grandes maestros del género de interiores y discípulo de Rembrandt) se confronta a «Mujer con frutero», de Carl Vilhelm Holsoe. En ambos cuadros el exterior se cuela en el interior a través de grandes ventanales. Son escenas en las que sus autores se centran en los detalles.


La intimidad violada.

La segunda pareja está formada por «Muchacha cosiendo», de Antonio Amorosi, y la célebre «Muchacha cosiendo», de Edward Hopper. Ambos artistas ponen en énfasis en la joven protagonista de sus cuadros. Son ellas el único centro de atención. En el caso de Hopper no vemos el rostro de la joven que cose en un ambiente de gran melancolía. En tercer lugar, dos obras marcadas por el gusto orientalista: «La toilette», del francés Boucher, y «El quimono» del norteamericano Merritt Chase. Las mujeres son retratadas en escenas íntimas. Intimidad que el pintor viola.


Los efectos de la luz y la perspectiva juegan un papel protagonista en la siguiente pareja de obras: «Joven a la ventana con una vela», de Gerrit Dou, y «La cantante», de Vuillard. Finalmente, se exhiben juntas dos escenas de meracdo que, pese a ser exteriores, mantienen el carácter intimista: «El mercado de pescado», de Raoul Dufy, y «El antiguo mercado del pescado en el Dam, Ámsterdam», de Emanuel de Witte.

Compartir | Recomendar Noticia | Fuente: ABC (NATIVIDAD PULIDO | MADRID) | Fecha: 27/02/2013 | Ver todas las noticias



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