P183, el 'Banksy ruso', aparece muerto
El misterioso artista callejero que se escondía bajo el pseudónimo de P183, calificado por muchos críticos internacionales como 'el Banksy ruso', ha dejado huérfanas a las calles y plazas de Moscú. Falleció el 1 de abril, según ha informado la empresa para la que trabajaba.
El artista alcanzó una enorme fama, no solo en Rusia sino también a nivel internacional, por sus provocadores grafitis, murales y composiciones en calles y parques. Considerado en Rusia como "el rey del arte callejero", sus obras contestatarias y de denuncia social adquirieron un simbolismo especial en Moscú el año pasado, coincidiendo con el estallido de las protestas por la decisión de Vladimir Putin de volver a optar a la presidencia del país.
La compañía para la que trabajaba no ha desvelado detalles sobre la muerte de un artista que siempre estuvo envuelto en el misterio. Se sabe que se llamaba Pável y que tenía 29 años. Cuando hablaba con periodistas, escondía su cara tras un pasamontañas. Hace un año, entrevistado por este periódico (elmundo.es), se mostraba optimista respecto a las posibilidades de cambiar Rusia: "Con mi obra trato de unir esfuerzos con personas que comparten mis pensamientos, cantantes, poetas, artistas, directores de cine que piensan como yo y con quien puedo respirar tranquilo. Hay muchas iniciativas como ésta y en todas ellas encuentro personas que quieren cambiar el mundo para mejor". Putin acababa de ganar las elecciones presidenciales y la oposición extraparlamentaria surgida del descontento de esos meses confiaba en imponer parte de su agenda política de reformas a la Duma. Doce meses después los 'indignados' rusos están arrinconados por el poder.
P183 fue comparado por los medios anglosajones con Banksy, el legendario artista británico que también pintaba furtivamente en las calles. En las partes más grises de Moscú era capaz de jugar con una farola convirtiéndola en la patilla desplegada de unas gafas enormes pintadas en el suelo. Dibujó policías en las puertas del metro de la capital para que la gente los empujase. Decía que le interesaba el tema del amor, pero sus trazos y sus palabras supuraban descontento: "El mayor obstáculo en este país es ganarse la vida y superar la incultura de la gente, y las dos cosas están provocadas por las autoridades".
"Para mí el arte callejero es una herramienta para enviar pensamientos a la gente y hacerles pensar", decía a ELMUNDO.es este artista en su casa de Moscú. Sus dibujos eran tapados una y otra vez por operarios con pintura gris, "son especialmente rápidos cuando se trata de mensajes políticos o con algún contenido social", comentaba con algo de regocijo. En parte porque sabía que la gente hacía fotos a sus obras y las subía a las redes sociales. Allí están a salvo para siempre, igual que la leyenda sobre su identidad y su rostro.