El estudio del CSIC concluye que Altamira no debe abrir
El informe del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) sobre la cueva de Altamira concluye que no se debe abrir.Tras dos años de estudio, los investigadores creen que lo mejor para su conservación es continuar con el programa actual; es decir, el cierre.
"La estrategia que nosotros consideramos más acertada y con las mayores garantías para la conservación consiste en continuar con la actual línea de actuación, basada en que la cueva se mantenga con las menores tasas posibles de conexión con el exterior", dice el informe, a cuyas conclusiones ha tenido acceso este periódico.
A la espera de la decisiva reunión del Patronato de Altamira que se celebrará el próximo 8 de junio, donde se determinará el futuro de la cueva, el Ministerio de Cultura asegura que basará su decisión de abrirla o mantenerla cerrada en función de este informe.
"Vamos a priorizar que la conservación esté garantizada", ha confirmado a Público la directora general de Bellas Artes, Ángeles Albert. Sin embargo, a continuación admite que la cueva no tiene por qué quedar cerrada: "Se intentará buscar ese equilibrio entre la conservación y que los ciudadanos tengan la opción de emocionarse con una experiencia única, como es estar en una cueva e intentar reproducir la sensación del artista que la pintó".
Las conclusiones del informe del CSIC chocan frontalmente con los mensajes emitidos durante los últimos meses desde el Gobierno de Cantabria, decidido a defender a capa y espada la reapertura de la cueva. El consejero cántabro de Cultura, Francisco Javier López Marcano, dijo a este periódico el pasado lunes en Santander que tienen dos objetivos: "Uno general: ábrase. Otro específico: cuanta más gente pueda entrar, mejor".
Por su parte, los científicos del CSIC alertan de que "la entrada continuada de visitantes provocaría un nuevo cambio microambiental y nuevos aportes de nutrientes que podrían conducir a una fase de proliferación" de los microorganismos que dañan las milenarias pinturas de Altamira, considerada la Capilla Sixtina del arte rupestre.
El Patronato de Altamira se ha vuelto a constituir recientemente. Cantabria ha ganado en poder de decisión, ya que designará a cinco vocales, por cuatro de Cultura. Entre los vocales del ministerio, habrá uno del CSIC, el experto en Patrimonio y Arte Rupestre Felipe Criado Boado.
La cueva de Altamira se cerró en septiembre de 2002 debido a la aparición de manchas verdosas en el Techo de Polícromos. La contaminación microbiológica, que también se había detectado en la cueva francesa de Lascaux, encendió todas las alarmas.
"Las pinturas de Lascaux se pusieron verdes por la proliferación de microalgas. La utilización de biocidas para acabar con estos seres vivos empeoró las cosas, ya que empezaron a aparecer hongos negros, seguidos por otros organismos que se nutrían de estos hongos. Se llegó a una situación irreversible que ya no se puede recuperar. En Altamira podría ocurrir lo mismo que en Lascaux", alerta Mariona Hernández-Mariné, farmaceutica de la Universidad de Barcelona que participó en la investigación del CSIC.
"Sin embargo, si Cantabria quiere abrir la cueva, la abrirá, a pesar de las posibles consecuencias", concluye. Esta insistencia del Gobierno cántabro en la reapertura de Altamira responde principalmente al efecto que la decisión tendría sobre el turismo en la zona. El intento de satisfacer la demanda con la construcción de la neocueva en 2001 (una réplica en el interior del Museo de Altamira) no ha colmado las expectativas del Gobierno regional. "El cierre tiene consecuencias muy negativas para la dinámica cultural de la región y también para la vida turística. ¿Para qué queremos las cuevas cerradas? Mejor abiertas y controladas", sostiene López Marcano.
El consejero cántabro de Cultura también apela a la condición de "patrimonio colectivo" para justificar su postura. Sin embargo, según Marco de la Rasilla, profesor titular de Prehistoria en la Universidad de Oviedo, la demanda social para ver este tipo de arte rupestre está satisfecha: "Hay muchos y buenos yacimientos en Francia y España. Sólo en Cantabria están las cuevas de Monte Castillo, Chufín, Covalanas... Personalmente, creo que hay que priorizar la conservación. Altamira es una cueva con problemas y cualquier alteración podría romper el equilibrio y que la cueva no se recupere".
Pese a que el informe del CSIC es claramente negativo para los intereses que defiende el Gobierno Cántabro, este se ha agarrado a un clavo ardiendo en forma de cláusula final, donde los investigadores dicen: "En caso de que se cambie de estrategia y se decida la apertura, la monitorización debe ser exhaustiva para detectar de forma temprana la probable expansión de los microorganismos hacia zonas internas de la cueva".
Malas experiencias del pasado
Altamira ya se gestionó con un régimen de visitas mal planificado durante 20 años, de 1982 a 2002. En esta época, visitaban la cueva 8.800 personas al año y se abría 5.280 horas al año. Los visitantes sólo permanecían diez minutos en la zona más delicada, la Sala de Policromos. "En ningún caso volveremos a esas cifras responde la directora general de Bellas Artes. Habría que pensar en un programa progresivo: 800, 900, 1.500 horas... Piensa que ahora la cueva de Lascaux, por ejemplo, después de tantos avatares, está abriendo de forma muy restringida, unas 900 horas al año más o menos. Pero 5.000, de ninguna forma. Ya vimos que no se podía mantener ese ritmo de visitas, por muy largas que fueran las listas de espera y por amplia que fuera la demanda social".
El informe del CSIC constata que la situación en el interior de la cueva ha mejorado ostensiblemente estando cerrada y siguiendo las directrices de un informe anterior, fechado en 2005, que recomendaba "evitar acciones susceptibles de producir partículas en suspensión", "en el exterior, limpieza y control de la vegetación" y la "instalación de un segundo cierre".
Por eso, en la actualidad, los investigadores son "partidarios de aplicar medidas correctoras tendentes a disminuir la llegada de nutrientes al interior, mantener el ambiente lo más estable posible y reducir las tasas de intercambio de materia y energía con el exterior". De ahí que el informe advivierta de los peligros de abrir Altamira. Como dice la investigadora Hernández-Mariné, "la gente que entra a la cueva tiene la mala costumbre de moverse, respirar y sudar, lo que provoca cambios de gases, temperatura y humedad que dañan las pinturas". El 8 de junio, se decidirá el futuro de Altamira, una cueva que, al igual que los hombres que la visitan, tiene vida propia.