La magia de Regoyos, un espacio único en Art Madrid Maestros
El Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid, el Thyssen de Málaga y el Museo de Bellas Artes de Bilbao celebrarán próximamente en sus salas el centenerario del fallecimiento de Darío de Regoyos (1857-1913), pero en el corazón de Art Madrid Maestros se han adelantado a estas grandes citas con una novedosa exposición sobre el maestro asturiano.
Darío de Regoyos. Luz y Fotografía consta de diez obras del pintor impresionista, una muestra comisariada por Borja Salazar, subdirector de la feria, y que cuenta con la participación del joven artista Vic Snake. Tradición y vanguardia se mezclan en esta interesante propuesta que ya ha sido visitada por Jan de Bock, embajador de Bélgica en España. Su presencia está determinada en gran medida a la figura de Regoyos, que residió en la capital belga durante diez años. Se ha unido también Isabel Rosell, Directora General del Bellas Artes, del Libro y de Archivos de la Comunidad de Madrid y se espera asimismo la visita del embajador de Arabia Saudí.
Articulada en tres partes, este homenaje a Regoyos recuerda el fenómeno de los concursos de pintura, donde las obras rechazadas se exponían en los llamados Salon des Refusés o Sala del Crimen, obligadas a luchar por un espacio mínimo donde la amalgama de pinturas impedían una perfecta visualización por parte del espectador. “El castigo, entre comillas, era mandar a los artistas a esta sala”, explica Borja Salazar, añadiendo que “los pintores más influyentes elegían su sitio, mientras que los menos conocidos eran relegados a otros espacios menos apreciables provocando un maravilloso mosaico desordenado”. Alternando marcos vacíos con obras de Regoyos para ilustrar esta idea, sobresale Ozaryum, una pieza que se presenta por primera vez al público; Lorenart, propietaria de la tabla, se puso en contacto con el experto en la obra del asturiano, Juan San Nicolás, que ha autentificado esta pieza y que la incluirá en el próximo catálogo sobre Regoyos.
En el siguiente espacio, el discurso navega sobre la forma de trabajar de los artistas de la época. Se mezclan fotografías y postales con la misma temática que las pinturas realizadas por Regoyos, ejemplificando de esta forma la unión que existía entre el impresionismo y el nuevo soporte fotográfico. Regoyos elegía el punto de vista y seleccionaba las partes más sobresalientes del paisaje para crear una nueva obra que no siempre correspondía con la realidad. Guadalupe en Fuenterrabía, cedida por Lorenart, es una de las obras más especiales para Borja Salazar; una intensa labor de investigación cuyo resultado es una visión completa de una tela de 1906 con tintes cubistas, un año antes de Las señoritas de Avignon de Pablo Picasso.
Y de la fotografía a la luz. Una fotografía digital de Gonzalo de la Serna sobre una obra de Regoyos, Rincón de Toledo y Le lumiére électrique en Castille completan el discurso expositivo. Con efectos lumínicos, Salazar deja su propio sello e incluso se atreve con una intervención sobre esta última obra para ofrecer una reflexión simpática en el espectador. Luz y sombra unidos. “Me he apropiado de una obra para crear mi propio juego. Darío de Regoyos era un obsesionado de los efectos lumínicos, cuando apareció la luz eléctrica fue un acontecimiento y en Le lumiére électrique aparecen sombras muy marcadas y con esta intervención no le estoy faltando el respeto, es un juego y un homenaje”, subraya Borja Salazar, para quien “Regoyos no tiene la mejor técnica, a él le interesaba la emoción y la sensación”. De esto último hay mucho en esta exposición.