Un Paseo del Arte envidiado en el mundo
El Prado, el Reina Sofía y el Thyssen son un imán para los millones de turistas que visitan cada año nuestro país.
No solo de sol y playa vive el turismo en España. Los museos se han convertido en el mejor imán para atraer a los extranjeros hacia nuestro país.
En la Milla de Oro de Madrid la joya de la Corona sigue siendo el Prado, un lugar en el que Eugenio d’Ors pasó tres horas (y lo contó en un libro). No es tiempo suficiente para descubrir todos sus tesoros. En su sanctasanctórum, la Sala XII, cuelga «Las Meninas», mucho más que un cuadro. El Prado es la Casa de Velázquez y en ella habitan sus obras maestras: «Las Lanzas», «Las Hilanderas»...
Pero el maestro sevillano se halla en la mejor compañía: Goya (el «Retrato de la Familia de Carlos IV», las «Majas», «Los fusilamientos del 3 de mayo», las pinturas negras...), Tiziano («Carlos V a caballo en Mühlberg»), El Bosco («El Jardín de las delicias»), Van der Weyden («El descendimiento»), El Greco («El caballero de la mano en el pecho»), Rubens («Las tres Gracias»), Fra Angelico («La Anunciación»), Durero («Adán y Eva»), Rafael («El cardenal»), Tintoretto («El Lavatorio»), Antonello da Messina («Cristo muerto sostenido por un ángel»)...
La pinacoteca sigue mudando su piel. Tras la ampliación de Rafael Moneo en 2007 (costó 152 millones de euros, amén de resucitar el Claustro de los Jerónimos), ha acometido «la otra ampliación»: está ultimando la reordenación de sus colecciones en los espacios recuperados del edificio de Villanueva. Tras diez años oculta, al fin vio la luz la pintura del siglo XIX.
El Prado, que ya abre todos los días de la semana, exhibe en sus salas unas 1.150 obras. Pero hay muchos otros Prados: el Prado oculto (más de 3.000 obras duermen en sus almacenes el sueño de los justos), el Prado disperso (hay depósitos en instituciones de todo el país y embajadas), el Prado itinerante (la colección viaja por España y el extranjero: ha estado en Japón, China, EE.UU., Australia...).
Con 2,8 millones de visitantes en 2012, el museo ha visto recortado su presupuesto público este año en 6 millones de euros, aunque cuenta ya con un 60% de autofinanciación. En los últimos tiempos ha habido relevantes compras («La condesa de Chinchón», de Goya;«El barbero del Papa», de Velázquez;«El vino en la fiesta de San Martín», de Brueghel el Viejo), donaciones (Várez-Fisa), restauraciones y rescates (obras de Tiziano, Ribera...) y sorpresas, como su «Gioconda», que resultó ser una hermana gemela de la de Da Vinci.
«Guernica», el deseado.
A ambos lados del Triángulo del Arte en Madrid, el Reina Sofía y el Thyssen. El primero también va mudando poco a poco su piel. Su sede habitual (antiguo Hospital de San Carlos) fue ampliada por Jean Nouvel en 2005. Un proyecto que, pese a costar 92 millones de euros, no convenció.
Aunque es un museo joven (se inauguró como museo nacional en 1992, pero ya en 1886 funcionaba como centro de arte), se ha consolidado como uno de los grandes museos de arte moderno y contemporáneo del mundo. Su bandera, el «Guernica» de Picasso, que llegó a España en 1981 (se expuso en el Casón) y desde 1992 cuelga en el Reina Sofía.
Pese a su frágil salud sigue reclamándolo el País Vasco e incluso el Prado tuvo un plan de recuperarlo para el antiguo Museo del Ejército, que se desbarató, no sin levantar una gran polvareda. El cuadro sigue siendo el principal foco de atracción del museo (en una sala dedicada al pabellón español en la Exposición Internacional de París del 37), que en 2012 tuvo 2.565.000 visitantes. Cifra que este año prevé pulverizar gracias, sobre todo, a Dalí.
Hay largas colas a diario ante el museo para admirar la gran antológica que le dedica a uno de sus puntales. Y es que Picasso, Dalí, Gris y Miró son un póquer ganador. De estos cuatro artistas el museo atesora importantes colecciones. A destacar, obras como «El gran masturbador», de Dalí;«Mujer en azul», de Picasso, y las tres mejores esculturas del malagueño:«El hombre del cordero», «Mujer en el jardín» y «La dama oferente».
El Reina Sofía ultima la reordenación de sus colecciones. La fotografía y el cine se han hecho un hueco importante. Con un recorte en su presupuesto público de un 25% este año, el Reina Sofía se ha convertido, al igual que el Prado, en ente público y ha creado una fundación en la que hay importantes coleccionistas. El museo cuenta con otras sedes para exposiciones temporales (los Palacios de Velázquez y Cristal del Retiro). Ha recibido importantes donaciones (como el archivo Capa de la Guerra Civil española) y préstamos (colección Phelps de Cisneros).
Queda para la historia la pérdida de una relevante pieza de su colección: una escultura de Richard Serra de 38 toneladas, «Equal-Parallel/Guernica-Bengasi». Se le perdió la pista en unos almacenes de Arganda del Rey. El artista la rehízo y hoy se exhibe, resucitada, en una de sus salas.
En 1992 se inaugura el Museo Thyssen-Bornemisza, con el préstamo de 775 obras de la colección del barón Thyssen, una de las mejores colecciones privadas del mundo. Un año después la adquiere el Estado por 350 millones de dólares (estaba valorada entre 1.000 y 1.500 millones) en una operación en la que su esposa, Carmen Cervera, jugó un papel decisivo.
Cuelgan en el Palacio de Villahermosa obras maestras de Holbein («Retrato de Enrique VIII»), Ghirlandaio («Retrato de Giovanna Tornabuoni»), Carpaccio («Joven caballero»), Caravaggio («Santa Catalina»), Picasso («Arlequín con espejo»), Hopper («Habitación de hotel»)... Gestionado por la Fundación Colección Thyssen-Bornemisza, el museo tuvo 1.255.281 visitantes en 2012.
Este año cuenta con un 33% menos de presupuesto público. Ha celebrado exposiciones muy populares de Antonio López (batió récord de público), Hopper, Van Gogh, Gauguin, Matisse o la que actualmente dedica al hiperrealismo. En 2004 se inauguró la ampliación de la pinacoteca con un presupuesto de 36 millones de euros.
La baronesa cedió al Estado unas 240 obras de su colección durante 11 años, de forma gratuita. Préstamo que se ha renovado ya tres años más. Sigue siendo una incógnita el futuro de la colección, que cuenta con tesoros como «Mata Mua», de Gauguin. Con la pérdida del patrocinio de Caja Madrid, el Thyssen busca, al igual que el Prado y el Reina Sofía, cómo atrapar a poderosos empresarios, que están entrando en sus Patronatos.