La UNESCO y China piden que se dé prioridad a la cultura para salir de la crisis
450 expertos reunidos en Hangzhou buscan que la industria cultural sea prioritaria en el diseño de políticas de desarrollo.
“La cultura crea empleo en momentos difíciles como el de la crisis actual”. La directora general de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), Irina Bokova, no tiene dudas al respecto. Y, por eso, pide al mundo que dé prioridad al potente motor económico en el que se puede convertir el ámbito cultural. “En muchos países la industria de la cultura ha contribuido mucho a sobrellevar la crisis económica y social”, aseguró ayer Bokova en una entrevista concedida a la agencia EFE durante la jornada de inauguración del congreso internacional que se celebra hasta mañana en la ciudad china de Hangzhou y que recoge el testigo de la cumbre que celebró el organismo internacional en 1998 en Estocolmo.
El acontecimiento reúne a 450 expertos, gobernantes, artistas y ONG de cinco continentes, y busca la inclusión del ámbito cultural en el diseño de las políticas de desarrollo en todo el mundo, sobre todo en las que impulsa Naciones Unidas, a partir de 2015. “La cultura es lo que determina cómo somos, nos da fuerza, y nos ofrece respuesta a muchos de los retos a los que nos enfrentamos actualmente”, aseguró Bokova durante la presentación del congreso “La cultura: clave para el desarrollo sostenible”.
La dirigente de la UNESCO apuntaló su opinión con el caso concreto de Islandia. “Hablé recientemente con su presidente, porque Islandia estaba entre los primeros países que entraron en esta fase de crisis, y le pregunté: ¿cuál fue la primera decisión de usted, señor presidente, después de la crisis? Y él me dijo: construir una sala de conferencias y conciertos, de música, de cultura, porque eso moviliza toda la fuerza nacional para superar las dificultades económicas y sociales”.
China, que ha promovido la celebración del congreso, es de la misma opinión. Es consciente de que haberse convertido en la fábrica del mundo ya no es suficiente. El país busca una profunda transformación en su modelo económico para que el consumo interno se convierta en la base de un sistema que estaba sustentado por la exportación de manufacturas de poco valor añadido. Y los dirigentes comunistas están convencidos de que potenciar el papel que juega la cultura como motor económico es la única forma de dar un salto cualitativo y ganar influencia en el mundo para convertirse en una superpotencia con todas las letras.
Por eso, China quiere aprovechar el evento que ha organizado con la UNESCO para impulsar su interacción con el mundo. “De momento, hemos firmado acuerdos de cooperación en el ámbito cultural con 149 países, y hemos implementado 485 programas que sirven para promover la confianza mutua y la amistad”, señaló durante la inauguración del evento el viceministro de Cultura Zhao Shaohua, consciente de que la cultura es un escaparate internacional sin parangón que servirá para mostrar al mundo una China cada vez más abierta, promover la idea de que el suyo es un ‘poder blando’, y lograr un tipo de influencia que no la dan ni el comercio ni el poder económico.
Pero esa influencia tiene un precio elevado. Por eso, en los últimos años China ha dado un gran espaldarazo al cine, la música, las artes plásticas, y el patrimonio histórico. Las arcas del Estado se han abierto para financiar todo tipo de proyectos que, con resultado desigual, han incrementado la presencia del gigante asiático en ámbitos que antes le eran ajenos. Así, el país de Mao es ya el principal mercado mundial del arte, y el Gobierno está detrás de grandes taquillazos cinematográficos -y de algunos fracasos humillantes-, y ha anunciado la creación de un gigantesco parque para el desarrollo de la industria musical a las afueras de la capital. Porque el peso de las creaciones chinas en el mundo no se corresponde con el de su fuerza económica.
Claro que, sin duda, ambos van de la mano. El imparable desarrollo económico y el goloso mercado interno se han convertido en grandes aliados para atraer también inversión extranjera al mundo de la cultura, cuya expansión en términos económicos es ya superior a la del PIB nacional -mientras el país prevé crecer este año en torno al 7,5%, la industria de la cultura superará el 10%-. Esa fuerza recién adquirida queda clara con ejemplos como el de Iron Man 3, que en China se ha estrenado con cuatro polémicos minutos extra que han sonrojado a más de uno por la evidente publicidad que encierran.
Los actores de la superproducción, entre los que hace su aparición la actriz china Fan Bingbing -que no está en la versión internacional-, se trasladan a China y, en una escena completamente fuera de contexto y tras preguntar ‘¿Qué necesita Iron Man para revitalizarse?’, aparecen en la pantalla los tres ideogramas de Guo Li Duo, una bebida láctea de la empresa Yili. Sin duda, esos tres segundos han supuesto una importante inyección de capital para los productores. No obstante, la película del héroe de traje metálico también evidencia la dificultad que entraña colaborar con el país en cualquier tipo de creación artística, ya que, al haber sido una coproducción chino-estadounidense, China ha metido mano en el contenido y ha conseguido que se borre la identidad china del malvado de la película.