Estafa, bochorno y derrota en el mercado del arte
Knoedler & Co. cierra por culpa de una marchante que colocaba 'rothkos' falsos. La defensa de la acusada y la investigación de sus cuentas apuntan ahora a España.
El escándalo de la venta de obras de arte falsas y de evasión de capitales en Nueva York ha salpicado a España, según las últimas investigaciones de la Fiscalía norteamericana. La marchante y galerista Glafira Rosales, detenida el pasado 21 de mayo por el FBI, ha sido acusada de esconder 12,5 millones de dólares en cuentas de bancos en España. Glafira ha aducido que algunos de los cuadros vendidos por ella provenían de un coleccionista, de momento anónimo, español. Los investigadores argumentan que tras haber interrogado al citado coleccionista español, éste les ha asegurado que no ha tenido tratos comerciales con la marchante de arte detenida.
Este caso de venta de arte falso ha provocado el cierre de la galería Knoedler de Nueva York, uno de los nombres venerables en el mercado del arte. Knoedler and Company, creada en Francia y próspera gracias a clientes como el barón Thyssen, era una auténtica institución porque operaba en Nueva York desde 1846; comprando y vendiendo obras de arte. Arte genuino, creían los compradores, vendedores e intermediarios. Bajo su amparo, Glafira Rosales se estableció como galerista y marchante en Nueva York, especializada en arte moderno y contemporáneo con conexiones en México. Algunos de los coleccionistas identificados que la han demandado son Domenico y Eleonor De Sole, que la acusan de haberles vendido un cuadro falso de Mark Rothko (o atribuido al artista expresionista abstracto) por 8.3 millones de dólares.
Otro de los demandantes es el coleccionista John Howard, que compró una pieza, supuestamente, de Willem de Kooning a través de la marchante por cuatro millones de dólares; resultó ser falsa. La mayoría de las producciones de Jackson Pollock vendidas por Glafira Rosales han resultado también ser de otros artistas desconocidos o falsificadores. Steven Kartagener, abogado de la marchante, asegura a los medios norteamericanos que su representada "se defenderá de todos los cargos y confía en que su nombre quede libre de toda culpa cuando se conozcan todos los hechos".
La Fiscalía norteamericana no está tan confiada con la inocencia de la galerista como su abogado. La investigación se centra en 12 de las 63 obras de arte que vendió Glafira a través de Knoedler y otras dos galerías de Manhattan y en las irregularidades fiscales que, según la Fiscalía, cometió entre 2006 y 2008, así como en la evasión de capitales ejercida entre 2007 y 2011. Para la Fiscalía, Glafira está acusada "de evasión de capitales e irregularidades fiscales por un valor de 12,5 millones de dólares en la transacción de obras de arte falsas a clientes también falsos". Y en otra parte de la documentación, la Fiscalía asegura que "algunos de los trabajos han resultado no haber surgido de la mano de los artistas que ella [la marchante] decía representar".
La ex directora de Knoedler and Company en Nueva York, Ann Freedman, está también involucrada en el escándalo que tiene en vilo al elitista mundo del arte en Estados Unidos y Europa. Con la saga de los Wildenstein perseguida por jueces de Europa y EEUU y la firma Knoedler cerrada por el escándalo de venta de arte falso, ya son pocos los nombres veteranos que mantienen el nombre impoluto en el marcado del arte.