El arte japonés reivindica su lugar en el Museo del Prado
La pinacoteca exhibe por vez primera una selección de estampas niponas de su colección y dos excepcionales biombos de los siglos XVIII y XIX cedidos por sendos museos de Tokio.
Que haya japoneses en el Prado no es ninguna novedad. Los hay a diario, inundando las salas y los alrededores cámara en ristre. Que haya arte japonés en sus salas sí lo es. Reunión nipona de altura ayer en el museo. El presidente de honor de Mitsubishi y toda su comitiva deambulaban por la pinacoteca junto al director del Prado, Miguel Zugaza. Con motivo de la celebración del Año Dual España-Japón, dos museos de Tokio (el Nacional y Seikado Bunko) han cedido sendos biombos japoneses (ambos del periodo Edo, uno del siglo XVIII y otro del XIX), que se han instalado, encerrados en vitrinas, en el lugar de honor del Prado: en su galería central, frente a la sala de «Las Meninas», y flanqueando «El retrato de Carlos V a caballo en Mühlberg», de Tiziano.
Estas joyas sobre papel, que se exhiben solo hasta el 7 de julio, forman parte del programa «La obra invitada» del Prado. Pertenecen a la Escuela Rimpa, una de las más importantes de la pintura japonesa, que surgió en el siglo XVII. El primero, «Grulla y ciervo», es un excepcional ejemplo del virtuosismo del artista Ogata Korin (1658-1716), cuyo trabajo fue muy apreciado por su técnica y su maestría en el manejo del color. El segundo, «Plantas y flores de las cuatro estaciones junto a un arroyo», de Sakai Hoitsu, admirador e imitador de Korin que se convirtió en monje budista.
El Príncipe Naruhito, hoy en el Prado.
Pero no acaba ahí la presencia japonesa en el Prado. En la sala 60, junto a la rotonda de las Musas, cuelgan, hasta el 6 de octubre, 26 del medio centenar de estampas japonesas de los siglos XVIII y XIX que atesora el Prado en su colección y que nunca se habían expuesto en el museo. Proceden en su mayoría de los fondos del Museo Nacional de Arte Moderno, que adquirió 20 de ellas en 1936 tras estar expuestas en sus salas. Años después, en 1955, la colección se amplió con otras compras. Pero también llegaron estampas japonesas al Prado a través de colecciones particulares, como la de Madrazo, en 2006, o la de Antonio Correa, un año después. Son grabados en madera a la fibra de artistas como Kitagawa Utamaro o Utagawa Hiroshige.
Ambas exposiciones serán inauguradas hoy por el Príncipe Naruhito. El desembarco japonés en el Prado iba a ser mucho más ambicioso. Estaba prevista una gran exposición de tesoros de Japón, que no ha podido organizarse por falta de presupuesto. Habrá que contentarse con la versión japonesa de la guía del museo para iPad, que acaba de ver la luz.