Oteiza de alto voltaje
El IVAM presenta decenas de acuarelas y dibujos inéditos del artista vasco, muchos de contenido pornográfico.
Polemista de pro durante su vida, Jorge Oteiza (Orio, Guipúzcoa, 1908-San Sebastián, 2003) sigue dando que hablar después de muerto. En esta ocasión no se trata de declaraciones escandalosas al pie del Guggenheim, ni de su rivalidad con Chillida, ni tan siquiera de luchas por la herencia. La controversia –si es que se puede llamar así– viene dada por la naturaleza «íntima y secreta» de las obras inéditas que acaban de ver la luz en el IVAM, coincidiendo con el décimo aniversario del fallecimiento del artista vasco. Sin título ni firma, muchos de los dibujos y acuarelas expuestos transmiten el aroma de lo prohibido.
Forman parte del ingente caudal de anotaciones y bocetos que realizó Oteiza en la intimidad, sin intención de mostrarlos ni venderlos. Esto se debe probablemente al contenido pornográfico de muchas de estas obras, que el museo ha colocado en el piso superior de la sala con un cartel que advierte de que las imágenes pueden dañar la sensibilidad de los visitantes. En muchos de los casos, el desvarío erótico se entrelaza con una sátira política donde la amargura y la rabia prevalece sobre el humor. Siguiendo las costumbres primitivas y grecorromanas, Oteiza se sirve del símbolo fálico para arremeter contra todo lo que detesta: desde Franco hasta el nacionalismo vasco de la Transición. Tres culos asaetados por ETA, críticos de arte a cuatro patas… El repertorio de improperios y de «filias y fobias» es muy variado.
Intimidad profanada.
No sabemos lo que opinaría Oteiza de esta profanación de su intimidad, que el comisario, Francisco Calvo Serraller, ha defendido por el interés artístico que revierten estas obras. Como presidente del Patronato de la Fundación Oteiza de Alzuza y miembro del Consejo Rector del IVAM, su labor ha sido decisiva para que estos dibujos salgan a la luz y pasen a engrosar el catálogo comercial del autor. No en vano el patrocinador de la muestra es la galería Lorenart, dirigida por el coleccionista Ernesto González, propietario de todas las obras expuestas. Sea como fuere, estos trabajos aportan una nueva dimensión sobre la esfera artística y personal de uno de los principales escultores de la segunda mitad del siglo XX, además de un agitador de la vida cultural vasca.
El recorrido empieza con «Figuras», un conjunto de dibujos al carboncillo en los que se pone de manifiesto el carácter místico de la obra de madurez de Oteiza. La serie «Geométrica-constructivista» incluye cuatro esculturas que evidencian la influencia de las corrientes cubista y constructivista soviética. En «Ley de cambios» se nos presentan algunos bosquejos previos a la creación de figuras abstractas, mientras que «Euskara» se centra en la representación de tipos populares vascos: pescadores, campesinos, bailarines y músicos. En «Suite Faraldo» se incluyen dibujos, textos y una escultura dedicados al crítico de arte Ramón Descalzo Faraldo, al que odiaba enconadamente. La muestra culmina con un conjunto de collages sobre formas geométricas.
