La Tate Modern exhibe la obra deslumbrante del pintor sudanés octogenario Ibrahim el-Salahi
Es el pintor vivo africano con una obra más profusa y honda, basada en su propio devenir como exiliado y en la cultura islámica. Pinta sobre todo en lenguaje abstracto y usó el blanco y negro, "los colores del aire y la tierra de Sudán", para 'Lo inevitable', considerado "el Guernica africano". Ejerce la pintura desde los años 50, fue el primer artista en llevar a los lienzos la caligrafía islámica. Se refugió en el Reino Unido tras ser encarcelado en su país.
Rompiendo la propensión al etnocentrismo que suele dictar la política de exposiciones de los grandes museos nacionales británicos, la Tate Modern de Londres da entrada a la deslumbrante obra pictórica del artista sudanés Ibrahim el-Salahi, un pintor que este otoño cumplirá 83 años. Más de un centenar de sus cuadros están desplegados en las salas de la pinacoteca en la retrospectiva Ibrahim el-Salahi: A Visionary Modernist (Ibrahim el-Salahi: un visionario modernista), la apuesta más importante de la Tate para el verano.
La exposición, en cartel desde el 3 de julio hasta el 22 de septiembre, es una explosión sensorial a través de la cual emerge Sudán, una atribulada nación que geográficamente está situada en el continente africano pero políticamente forma parte de Oriente Medio. Pese a que el-Salahi, nacido en septiembre de 1930 en Omdurmán, en la ribera del Nilo opuesta a la capital Jartún, se formó como pintor en Europa y vive desde 1988 como exiliado en el Reino Unido, su obra es indudablemente sudanesa y está repleta de referencias culturales, artísticas y humanas hincadas en la rica cultura del país.
Llega con retraso.
Aunque la Tate Modern insiste en que la retrospectiva, que sintetiza la carrera del pintor desde los años cincuenta hasta hoy, "revelará" el lugar el-Sahali no sólo como "una de las figuras más importantes de la modernidad africana y árabe" sino también como un creador central del arte del siglo XX, con presencia en las colecciones de los museos públicos más importantes de Europa y los EE UU, el homenaje llega con un poco de retraso, sobre todo dada la vinculación del artista con el Reino Unido, una nación donde se ha establecido como un ciudadano más —vive en Oxford— y en la que ha tenido hijos, nietos y bisnietos.
"Ha tardado un poco, sí", reconoce el artista al hablar sobre la exposición. "No sé si por ignorancia o prejuicio. Pero yo he seguido trabajando y mi esperanza es que el mensaje de mi obra llegue a todos, en Sudán, Europa o los EE UU. Añoro Sudán pero, al mismo tiempo, no lo añoro, porque siempre está por encima de cualquier otra consideración en mi pensamiento, pero mis raíces están aquí (en el Reino Unido)".
Influencias islámicas, coptas y nubas.
Miembro de la Escuela de Jartún fundada con el ánimo de establacer la base de un arte moderno íntegramente sudanés por el calígrafo y docente Osman Waqialla, muerto de malaria en 2007, a los 81 años, El-Salahi fue, en la década de los cincuenta, de los primeros artistas en usar elementos caligráficos islámicos en pintura, que también incorpora alusiones a las dos grandes culturas religiosas de Sudán: copta y nuba. Los cuadros de esta época, basados en los trazos de líneas, dieron paso a un estilo más meditativo, basado en las formas orgánicas y la reflexión sobre la identidad nacional sudanesa y la peregrinación vital del artista.
En Vision of the Tomb (Visión de la tumba, 1965) la figuración abstracta es ya el estilo por el que opta el-Sahali, decidido a dejarse llevar por la turbulencia del imaginario sudanés y la violencia sociopolítica del país. En 1975 el artista fue víctima de la situación, al ser encarcelado como "enemigo del estado" por el dictador militar Gaafar el-Nimeiri. En la prisión, en la que permaneció seis meses, aprovechaba los pequeños trozos de papel que envolvían la comida para pintar con un lápiz que luego enterraba en el suelo para evitar que fuera decomisado por los guardias.
De la experiencia y el posterior exilio emergió una obra más depurada y basada casi por completo en el blanco y negro ("son los colores del aire y la tierra de Sudán"), la expresividad esquemática y la desproproción de los motivos. El gran fresco The Inevitable (Lo inevitable, 1984-1985) es el cuadro más famosos de la carrera de El-Sahali y ha sido llamado por la furia que contiene El Guernica africano porque muestra de manera monumental y caótica las consecuencias de la sangrienta guerra civil sudanesa.