La historia de Siria, en la trinchera
Unesco incluye seis lugares sirios en la Lista del Patrimonio Mundial en Peligro y alerta del riesgo de saqueos.
Siria agoniza después de dos años largos de guerra en los que han muerto más de 100.000 personas, según los últimos datos del opositor Observatorio Sirio de Derechos Humanos. Los combates entre partidarios y opositores de Bashar Al Assad arrasan ciudades enteras y amenazan al patrimonio histórico milenario del país, por ello la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO, por sus siglas en inglés) ha decidido incluir seis lugares amenazados en la Lista del Patrimonio Mundial en Peligro en la recién concluida reunión del Comité del Patrimonio Mundial.
De norte a sur y de este a oeste, en esta lista se han incluido las ciudades viejas de Alepo, Damasco y Bosra, el Crac de los Caballeros y el Castillo de Saladino, Palmira y las Aldeas Antiguas del Norte de Siria. «Se trata de lugares que están ya seriamente afectados como la Ciudad Vieja de Alepo y otros que están en riesgo potencial de sufrir daños debido al deterioro de la situación», explica Karim Hendili, especialista de la UNESCO de la unidad de estados árabes, basado en París y que visitó Siria por última vez en 2008. Esta relación de lugares en peligro pareció corta a las autoridades sirias que acusaron a «grupos armados», en referencia a la oposición militar a Bashar Al Assad, de «excavar de forma ilegal» e intentar «saquear» otros puntos de gran valor histórico como «Dora Orobos y Tal Al Sen, en la provincia de Deir Ezzor, Tal Al Beiya, en Raqqa, Kafar Ukab, en Idlib y Tal Al Ashari, en Dera».
Saqueo del patrimonio.
Los expertos del organismo internacional no pueden trabajar sobre el terreno debido a la falta de seguridad, pero cuentan con la información directa de la misión de la ONU que opera en Siria para el enviado especial de la organización, Lajdar Brahimi, y están en contacto con las más de cien misiones arqueológicas internacionales que operaban en el país antes del estallido de la revuelta. Entre ellas al menos tres españolas, un equipo de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en el valle del Éufrates, situado en el norte, a dos horas de coche de la Alepo, otro de la de Coruña en la zona de Deir Ezzor, y una tercera formada por investigadores del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y de la Universidad de Cantabria en el sur. En una entrevista reciente con este medio Miquel Molist, arqueólogo de la UAB con más de veinte años de experiencia en Siria, confesaba su preocupación «por el país, por la conservación del patrimonio histórico arqueológico, pero sobre todo por la población, incluyendo los numerosos amigos y amigas, estudiantes que tenemos allí».
Al riesgo originado por los efectos directos de los enfrentamientos, que han acabado, por ejemplo, con un minarete y la biblioteca de la Gran Mezquita de los Omeyas de Alepo, hay que añadir el trabajo de saqueadores que aprovechan el caos para excavar de forma ilegal e irrumpir en los museos para vender en el extranjero piezas de valor. UNESCO ha podido constatar hasta el momento saqueos en Apamea y Palmira y trabaja estrechamente con Interpol a través de sus oficinas en Beirut y Amman para evitar la salida del material por las fronteras de países vecinos.
En un encuentro mantenido por este enviado especial en marzo en el Museo Nacional de Damasco, el doctor Maamoun Abdulkarim, director de Antigüedades y Museos de Siria, aseguraba que «sólo se ha documentado el robo de dos obras de arte, un mosaico con símbolos romanos de Apamia y una pequeña estatua de oro en Hama». La clave para un balance tan pobre a favor de los saqueadores sería el plan de protección de museos, que consiste en almacenar las piezas maestras en lugares secretos, y otro plan alternativo para asegurar yacimientos y templos, tarea compleja en un país con 10.000 puntos de interés. Unos planes en los que se trabaja desde la invasión de Irak en 2003 a la que siguió el saqueo generalizado del país vecino, en Damasco tomaron nota y comenzaron a planificar el peor escenario posible dentro de sus fronteras.
«¿Cómo proteger Palmira, o las ciudadelas de Alepo y Damasco? La única forma es concienciar a los sirios de ambos bandos de que esto es patrimonio de todo el país y que debemos cuidarlo», repetía el doctor Abdulkarim, responsable de una plantilla en todo el país de 2.500 funcionarios que siguen trabajando pese a la actual situación.
Desde UNESCO mantienen hilo directo con este directorado de Antigüedades y Museos y «trabajamos de forma intensa para tener listo el día después, el momento en el que podamos volver al terreno. Con la inclusión de estos seis lugares en la lista en peligro podemos pedir un fondo internacional de emergencia que nos permitirá actuar rápidamente. Un esquema de trabajo parecido al de Mali y que esperemos de buenos resultados», apunta Hendili.
El riesgo crece y no hay nada seguro ya en Siria. El final de la cumbre del Comité del Patrimonio Mundial coincidió con un atentado en la Ciudad Vieja de Damasco contra la sede de Asociación de Caridad y de la Iglesia de María, en el barrio cristiano de Bab Sharki. Hubo cuatro muertos, cuatro nombres más para la lista de los más de 100.000 sirios caídos en los últimos dos años.