A cenar en los Uffizi por 10.000 euros
La superintendencia de Florencia debate una tarifa para alquilar a privados museos y bienes culturales públicos. Está previsto que esté listo para finales del año.
Una cena con Venus, en teoría, no tiene precio. Se trata, al fin y al cabo, de una velada íntima con la mismísima diosa del amor. Difícil imaginar un coste apropiado para ello. Pero si se conforman con cenar en compañía del retrato que pintó Sandro Botticelli en El nacimiento de Venus —y que se expone en los Uffizi de Florencia—, entonces el discurso cambia. Y con 10.000 euros, muy pronto, podrán tener su tête-à-tête divino.
Hacia finales de año está previsto el último capítulo de un proceso que arrancó el pasado martes, cuando la superintendente para los bienes culturales florentinos, Cristina Acidini, se reunió con funcionarios y directores de los museos de la ciudad. ¿El objetivo? Establecer una tarifa oficial para el alquiler a privados, y para ocasiones y eventos temporales, de pinacotecas y bienes culturales públicos de Florencia. “Tan solo fue un primer encuentro. Y los precios pueden acabar variando”, explican desde el Polo Museístico de la ciudad, el ente encargado de la gestión de las centros de arte florentinos.
El portavoz del organismo asegura que el resultado final será una lista de las tarifas publicada directamente online, en la web de la superintendencia. Mientras, sin embargo, confirma que los precios filtrados por los medios italianos no se alejan, ni mucho menos, de la realidad. Así, según reza Il Fatto Quotidiano, con 5.000 euros será posible organizar un cóctel en los Uffizi o en la gruta de Buontalenti, en el jardín de Boboli. Y hará falta el doble para una cena en en la Galería Patalina del Palazzo Pitti, o hasta 15.000 euros para una comida nocturna en el patio de Ammannati del mismo edificio.
Hasta aquí el precio base. Porque, como en toda buena oferta que se respete, las tarifas pueden oscilar según el tipo de evento, su finalidad o la duración de la concesión (podría haber descuentos para más días). El reciente desfile en los Uffizi de la colección del modisto Stefano Ricci, por ejemplo, ha costado 130.000 euros.
De hecho, hasta las características del interesado pueden afectar los precios de alquiler. “No es lo mismo un escritor que quiera presentar su libro que una llamada de Luca Cordero de Montezemolo”, matizan sin aclarar desde el Polo Museístico. La referencia es concreta, ya que el presidente de Ferrari alquiló por 120.000 euros el pasado 29 de junio el Ponte Vecchio florentino para una fiesta privada.
“Lo hemos hecho, lo volveríamos a hacer y lo haremos”, ha contestado el alcalde de Florencia, el izquierdista Matteo Renzi, a todas las polémicas suscitadas por el alquiler. Porque, más allá de quien habla de prostitución de los bienes del estado, el Movimiento Cinco Estrellas denunció el cierre del tránsito público por el puente durante horas, debido a la fiesta del Cavallino Rampante.
Precisamente ahí se encuentra una de las claves de la cuestión. La ley italiana prevé desde hace unos 20 años la concesión del uso individual de bienes culturales con tarifas que, hasta hoy, se dejaban a la negociación entre los entes locales y el privado. Eso sí, la normativa permite el alquiler “a condición de que la cesión garantice su conservación y función pública y esté asegurada la compatibilidad de uso con el carácter histórico-artístico del bien”. ¿Fue así en Ponte Vecchio? ¿Y una cena o un cóctel en los Uffizi no ponen en peligro las obras de arte allí expuestas?
No, obviamente, según el Polo Museístico, que defiende que “nadie podrá comer un bocadillo enfrente de la Virgen del jilguero de Rafael”. Se trataría, sostienen, de dos momentos distintos: cenar en una azotea u otro espacio y luego disfrutar de las salas de los Uffizi. Y más claro aún lo ha dejado, en un comunicado para aplacar las polémicas surgidas en Italia, Antonio Godoli, director del departamento de Arquitectura y Organización Museográficas de la pinacoteca: "Es absolutamente falso que se pueda cenar en las llamadas Salas Rojas. Hasta donde recordamos nosotros no ha ocurrido nunca ni jamás ocurrirá".
Sea como fuere, la idea de Florencia parece cosechar fieles por toda Italia. El Ayuntamiento de Roma lleva desde 2009 debatiendo un “proyecto de rentabilización del patrimonio arqueológico, histórico y artístico” que incluye el alquiler para eventos. Y el superintendente del Polo Museístico de Nápoles, Fabrizio Vona, declaró a La Repubblica: “Nuestra pobreza es grande. Cuanto más dinero ingresemos, mejor. Es el pan”.
Lo cierto es que, entre el paso del tiempo y la falta de dinero para la manutención, el patrimonio italiano se está cayendo literalmente a pedazos. Como los que se desprendieron en los últimos años del Coliseo, de la Fontana de Trevi o de algunas casas de Pompeya, por citar los ejemplos más conocidos. A saber si eso también se tiene en cuenta en las tarifas. ¿Se ofrecerán descuentos por caída de piedras?