Una carrera de obstáculos
Carlos Díez vuelve a MBFWM tras una temporada de ausencia. Juan Vidal gana el premio a la mejor colección en su debut en la cita madrileña.
En el desolador panorama de Mercedes-Benz Fashion Week Madrid (MBFWM), poblado de empresas en concurso de acreedores (ayer, tocaba Sita Murt), se agradece ver a un tipo feliz. Carlos Díez Díez celebró efusivamente su retorno a la pasarela madrileña gracias a la colaboración con la compañía que gestiona la imagen del Smiley, esa carita amarilla sonriente que ha sido símbolo de casi cualquier cosa y su contraria. La azarosa existencia del icono tiene un requiebro imprevisto al convertirse en salvador de un diseñador tan iconoclasta como Carlos Díez (Bilbao, 1967) con el que ha firmado por dos temporadas. El vasco volvió ayer a la cita —en la que debutó en 2004 y a la que faltó la temporada anterior— empapado de espíritu de reinvención. “He pasado un año muy malo, sin saber qué iba a hacer con mi vida profesional”, explica. “Para mí esto es como empezar de cero. Quiero vivir al día, hacer productos a buen precio, que se vendan y reinventarme según lo que surja. Me voy a saltar las reglas de la moda para llegar a mi público final como sea”.
Fue en abril cuando la compañía le propuso una colaboración puntual que él hizo crecer hasta una colección que exprime el lado oscuro de la criatura y que ha completado con arañas, una sus obsesiones desde la infancia. La línea, titulada After, está pensada para salir de fiesta y lo que venga después. “Es una colección de club”, sentencia Díez. En un tipo de local diferente piensa María Escoté (Barcelona, 1979) para Private dancer, inspirada por el atuendo y el perfil de las bailarinas de pole dancing. La sombra de las colecciones que no se producen es alargada y Escoté se apresura a enumerar sus puntos de venta internacionales y a enfatizar que, cada vez más, diseña pensando en sus clientes. “En Asia me piden cazadoras moteras; en Kuwait, vestidos de fiesta. No es fácil encontrar una forma de unificar las demandas y dar a cada uno lo que quiere”, defiende. Sorprendentemente, los ocho descocados vestidos de cristales de vedette que cerraron el desfile están exclusivamente pensados para mujeres árabes. “En su casa, cuando se quitan los sayones negros se visten de lo más extremadas”, asegura Escoté.
En España, la colección de la catalana se puede adquirir online justo después del desfile. En el extranjero, hay que esperar a que llegue a las tiendas que no se toman bien que la ropa lleve meses en la Red. Lo cual nos devuelve a otro problema endémico de la moda española: la falta de comercios en los que encontrar estas propuestas. Es difícil saber dónde empieza el problema. ¿Son malos los diseños? ¿No resultan competitivos por precio o calidad? ¿Falta riesgo entre los propietarios de las tiendas? ¿O en el consumidor final? A sumar a la infinidad de preguntas que MBFWM deja en el aire. Entre tanto, Escoté y Díez compartieron un desfile que inyectó diversión al evento, con un casting ecléctico y una bailarina haciendo acrobacias en la barra. Ambos viajarán ahora a México para participar en unos desfiles organizados por Google+ y pensados para alcanzar repercusión global a golpe de streaming.
También reseñable fue el doblete de Juan Vidal y Martin Lamothe. El primero se ha demostrado como un feroz ganador de premios. En mayo se hizo con los 100.000 euros del certamen Who’s on Next, organizado por Vogue y patrocinado por Inditex; ayer, en su debut en MBFWM, obtuvo el galardón a la mejor colección. Con la mirada puesta en la feria francesa de Tranoï, Vidal (Elda, 1980) entregó una propuesta basada en Marguerite Duras que destacaba por la elegancia de su silueta y brillaba en sus ejecuciones en colores lisos mientras se enredaba en los estampados con apliques de lunares de plástico transparente. Martin Lamothe, creada por la diseñadora Elena Martín (Barcelona, 1978), le precedió con un interesante desarrollo de materiales inspirado en las piscinas. A pesar de que a ratos se complican demasiado, Juan Vidal y Martin Lamothe permitieron que la pasarela tomara vuelo creativo. Junto con Moisés Nieto (Úbeda, 1984) forman una generación prometedora que debería recibir la clase de tutela que los estadounidenses y los británicos proporcionan a sus talentos emergentes. Parte de las dificultades que hoy arrastra el sistema parten de haber instaurado durante años la errónea creencia que la meta final era desfilar y que, una vez conseguido eso, el resto vendría solo. El revés económico ha servido para que se imponga la realidad: la presentación es solo el principio de una carrera de obstáculos en la que hay que afinar creatividad, técnica, logística, producción o comunicación. La fiesta está bien, pero hay que estar preparado para la mañana siguiente.