La prueba del algodón de la cantera de la española
La plataforma Samsung Ego se revalida en su versión más comercial. La diseñadora Pepa Salazar, premio Mercedes-Benz Fashion Talent por segundo año consecutivo.
Con los diseñadores Juan Vidal y Moisés Nieto en el podio de lo más destacado de la Mercedes-Benz Fashion Week Madrid que cerró ayer, la hornada de jóvenes que componen la programación de Ego -ahora apellidado Samsung- se enfrenta a un doble reto: equipararse a sus pares (que no llevan tanto tiempo cosiendo entre los denominados consagrados) y representar un verdadero relevo para quienes han hecho de la pasarela madrileña su último asidero de pervivencia.
Para afrontar la tarea, la 16ª edición de la plataforma de diseñadores emergentes se ha consagrado al algodón, desde dos patrones. Pepa Salazar se hizo con el premio Mercedes-Benz Fashion Talent por segundo año consecutivo con una colección de ingeniosos nudos y largas capas de telas espontáneas en color blanco, negro, azul y rojo. La paleta de Samsung Ego. En demasiados momentos recordó a Davidelfin, que en esta edición de la pasarela madrileña ha decidido asistir como público y aplaudir con entusiasmo a su alumna oficiosa.
La mañana estuvo dedicada al tratamiento comercial de este económico material. “Todo es algodón, es lo que más se vendió el año pasado”, contaba el modisto Victor Von Schwarz en su vestuario. Su propuesta Asian perversion advierte a los mirones que las colegiales japonesas solo han venido a coquetear. Se mira pero no se toca, y mucho menos se prueba, parecían proclamar sus bozales bordados con flores y frutas al paso de las minifaldas, las transparencias y los calcetines con sandalias.
Herida de Gato, sus compañeros sobre la pasarela –en Ego todos los desfiles son dobles-, acabaron hartos de las etiquetas barrocas que la prensa les colocó el año pasado y han presentado una colección “muy del 2000”, describía Jacobo Salvador, uno de los creadores de la firma. El joven modista y su compañera María Rosendfeld –a la postre, hija de la artista Ouka Lele- interpretan el nuevo siglo a través de Britney Spears y Justin Timberlake: cortes sencillos en camisas y pantalones denim que muestran la ropa interior de ellos y ellas. “Hay también un gran componente sexy”, apostillaba Salvador.
Las propuestas de ManéMané, la invitada mexicana Lorena Saravia y Diego Estrada, con sus hilos bordados sobre túnicas que recordaban a la India, mantuvieron la puntada más urbana y comercial. Solo la diseñadora Paula de Andrés, tras la firma Pol, se salió un poco de la línea al demostrar con sus shorts y faldas deportivas que la tendencia del volante es capaz de reinventar su influjo flamenco una tarde de canastas. Porque aunque Lady Cacahuete invitó al baile de altos vuelos con un rock and roll de los cincuenta, sus vestidos súper femeninos se hundían sin originalidad en la década.
Hasta que llegaron Andrea de la Roche y Eva Soto Conde. Dos colecciones ideadas en opuestos. La primera con su particular animalario de criaturas de la noche estampadas en camisetas y jerseys que adquirían la tercera dimensión en forma de hombreras-garra, tocados masculinos de plumas o colas que se escapaban de pantalones y faldas. Soto Conde vuelve a aprovechar la cita madrileña para realizar un ejercicio artístico -y de paciencia- propio de la alta costura, pero recluyéndose en el algodón. La diseñadora gallega trata el tejido hasta convertirlo en piezas de origami o papiroflexia. Ella prefiere llamarlo ingeniería geométrica con sede en la naturaleza. “Tiño las telas y pinto edificios sobre los vestidos que sirven de recordatorio de mi inspiración”, contaba. Sus propuestas de cuento de hadas y bailarinas recorren el rosa desde la palidez al granate en patrones de hasta 30 metros que se pliegan con delicadeza. “No puedo vivir de esto, no me interesa tanto la venta como el lado más artístico de la moda”.