ARTE Y MODA, un matrimonio muy bien avenido
El Arte, en todas sus manifestaciones, constituye una fuente inagotable de referencias sobre la evolución indumentaria a lo largo de la historia. Las esculturas griegas y romanas nos dan una buena muestra de la maestría con la que se debían disponer las túnicas alrededor del cuerpo.
Los restos murales hallados en Pompeya y Herculano nos descubrieron que las túnicas no eran níveas como nos mostraba la escultura, sino que estaban teñidas con delicados tintes minerales y vegetales extraídos del azafrán, la lavanda o el ocre.
Pero si de hallar vestigios indumentarios se trata, la mayor cantera en la que poder encontrar auténticos tesoros del pasado es la pintura. Desde las modas cortesanas hasta el estilo del pueblo llano han sido un recurso pictórico recurrente para artistas de todas las épocas.
Pero no recurrimos al Arte sólo por la ingente cantidad de información del pasado que nos aporta, sino porque se ha convertido —y siempre será— en la mayor fuente de inspiración para los diseñadores. Al analizar las pasarelas descubrimos piezas indumentarias convertidas en auténticas estructuras arquitectónicas, la factura de la pintura recreada en texturas, la amalgama de los óleos decorando las superficies de los tejidos…
Observar las pasarelas nos hace realizar un auténtico ejercicio de retrospección y remontarnos al Barroco, el Rococó o el Romanticismo. Las primeras Vanguardias o el arte pop del ecuador del Siglo XX.
Vemos María Antonietas en las pasarelas, el vibrante azul Vermeer o el cubismo de Picasso.
El Surrealismo, el Orientalismo y el Art Decó. Vemos cómo la moda traspasa fronteras y se convierte en pieza de exposición de las mejores pinacotecas del mundo como el Moma de Nueva York; cómo las Galerías de Arte se transforman en escenarios improvisados en los que presentar las últimas colecciones de las firmas más emblemáticas de la industria de la moda.
Arte y Moda, conforman un binomio inalterable, una unión de dos fuerzas surgidas de la imaginación; un matrimonio inseparable in sécula seculórum…