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Mi teniente coronel y el arte moderno

Mi teniente coronel y el arte moderno

Abdulnasser Gharem se ha convertido en el artista árabe más caro del mundo sin renunciar al Ejército Saudí ni a su chilaba blanca.


Se le conoce como el Damien Hirst árabe, aunque, en realidad, tienen poco que ver uno con el otro. Ambos son artistas conceptuales que han conseguido un precio récord por una de sus obras. Abdulnasser Gharem (Arabia Saudí, 1973) ostenta la cifra más alta (600.000 euros) pagada en subasta por una obra de un artista árabe vivo; el británico maquinó la venta de 'Por el amor de Dios' (la calavera de diamantes) por 70 millones de euros a un consorcio del que él mismo formaba parte.


Abdulnasser viste la chilaba tradicional en blanco, el pañuelo de pata de gallo en rojo y el rollo negro que le sujeta el fular sobre la cabeza. Moderno en su trabajo; clásico en su apariencia. Está presentando en Londres su primera exposición en la sala Edge of Arabia, del 8 de octubre al 8 de noviembre, y se ha incorporado a la lista de artistas representados por la Ayyam Gallery. Además de creador y filántropo (los ingresos generados por el arte revierten en la promoción de artistas), es teniente coronel del ejército saudí. No tuvo oportunidad de formarse en arte hasta mediados de la década de 1990.


"Hasta que llegó internet, la vida en Arabia Saudí era dura porque no disponíamos de galerías ni museos ni tenderetes de libros de arte. Pero todo eso cambió en los años 90 con la red, yo pasaba hasta nueve horas al día delante de la pantalla mirando y leyendo lo que habían hecho Marcel Duchamp o Joseph Beuys o lo que se exponía en museos; internet resultó ser una fuente de conocimiento ilimitada", reconoce Abdulnasser a más de 10 años de descubrir la ventana por la que vio casi el mundo entero.


Hace un par de años, en una subasta de Christie’s en Dubái su instalación 'Mensaje-mensajero', una cúpula de tres metros de diámetro, símbolo del Ábside de la Roca de Jerusalen, fue adjudicada por esos dichosos 600.000 euros. Su trabajo tantea los límites de los medios artísticos. Con la performance 'Fauna y flora' se envolvió junto a un árbol con un plástico para comprobar cuánto tiempo le duraba el oxigeno. Reconoce que aquello fue una protesta contra la plantación de árboles procedentes de Australia en Arabia Saudí que perjudicaba la vegetación autóctona. "Con el ecosistema no se juega porque se destruye", afirma a poca distancia de una sala oscura en la que se proyecta 'Fauna y flora', el vídeo de su arte en acción en las calles de Riyad. Permaneció liado en plástico seis horas, que han quedado reducidas a unos minutos en la proyección.


A pesar de que internet le trajo el mundo a su casa, Abdulnasser anda con mucho cuidado porque cada una de sus piezas es analizada por el Ministerio de Cultura y por la Policía religiosa saudí con los cuales ha tenido algún que otro altercado porque sus producciones conllevan mucha política. Los cuadros que presenta en Londres no son de tela ni de papel, sino que la base es de goma de matasellos, una denuncia a la burocracia y al control de la población que ahoga las aspiraciones de muchos ciudadanos. Este forcejeo entre arte, denuncia y autoridades (al que no se enfrenta Damien Hirst) es uno de los estímulos de Abdulnasser.


"A mí me gusta el reto de trabajar como artista, y ejercer de teniente coronel porque hay muchas guerras, demasiadas guerras en los países de la zona; la Primavera Árabe ha paralizado, de momento, el desarrollo artístico en Egipto y Siria, en otros países, en cambio hay mucha 'vidilla' con artistas como Ahmed Mater o mujeres como Maha Malluh, Manal Al Dowayan y las hermanas Shadia Alen y Raja Alem", explica junto a una escultura en rojo y blanco de la forma de los bloques de hormigón que se instalan para los controles de carretera o protección de edificios.


La ley islámica o Sharia recorre con una cierta ironía varias de las obras expuestas. Una de ellas es una escultura-matasellos de un metro de largo por uno de alto, esculpida en madera al estilo tradicional con cenefas de arte islámico. En la cuña se lee "de acuerdo con la ley islámica". "La madera está labrada en Marruecos, que es donde mejor trabajan las simetrías islámicas", reconoce el artista a quien tiende a combinar el arte tradicional con los mensajes contemporáneos.


Otra de sus obras, 'Camino a la Meca V', es un cuadro sobre goma que reproduce el cartel indicador de una autopista cualquiera, con la salida para 'Muslims only' o 'For non muslims'. Los lindes de la permisibilidad religiosa no son los únicos parámetros en los que se mueve el artista árabe que a menudo trata en su trabajo de las relaciones entre sunitas y chiítas o musulmanes y cristianos en distintos países del vecindario de Arabia Saudí. Una serie de obras tituladas 'Men at work' juega con la dualidad de trabajos en carretera y ocupación militar, lo mismo que la serie sobre aviones 'In transit'. Una de las obras de esta serie está elaborada con polvo de diamante.


Abdulnasser espera en que la creación de museos en Catar, Doha, Dubái u otros países enriquecidos por el petróleo sirva para promocionar a los artistas de los respectivos países. De momento, estas instituciones se han dado a conocer por las astronómicas cantidades de dinero que pagan por arte occidental.


"Necesitamos la infraestructura de museos y galerías que se están abriendo por la zona para tener apoyo institucional", confía el artista y teniente coronel del Ejército Saudí.

Compartir | Recomendar Noticia | Fuente: El Mundo (Conxa Rodríguez | Londres) | Fecha: 15/10/2013 | Ver todas las noticias



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