Durero y las chicas
Una exposición en Fráncfort descubre las querencias del maestro por la mujer.
Conocemos el Renacimiento como la era artística en que el hombre se toma así mismo como centro del universo creativo e intenta establecer el canon de su belleza. Todos tenemos en mente el 'Hombre de Vitrubio' de Leonardo. Pero una gran exposición en el Museo Städel de Fráncfort, acontecimiento del otoño cultural alemán, nos recuerda que también fue el momento en que el arte comenzó a estudiar el cuerpo de la mujer tratando de fijar los cánones de su belleza y señala a Durero como el primer pintor que se fijó en las chicas con el afán de estudiar las medidas del cuerpo femenino y dictar lo que era bello y lo que no. Por fin hemos encontrado al culpable.
En la exposición se puede ver tanto el grabado en cobre 'Adán y Eva' (1504) como una copia a cargo de su alumno Hans Baldung Grien de las dos tablas separadas, realizado en 1507 y cuyo original forma parte de la colección del Museo del Prado. En la obra de 1507, las proporciones son más alargadas. 'Adán y Eva' están más delgados en la segunda obra y esa tendencia se ha prolongado hasta nuestros días.
"Comenzó a estudiar y a juzgar el cuerpo femenino, a seleccionar proporciones. Desde la antigüedad clásica, no se había desnudado a la mujer con esa intención y los trabajos preparatorios que realizó para su 'Adán y Eva' son una auténtica tesis sobre las medidas deseables de una mujer de la época", comenta el comisario de la exposición, Jochen Sander, que subraya la investigación sobre el cuerpo femenino del artista ya en obras como 'Cuatro mujeres desnudas' (1497).
"Durero quería ofrecer las proporciones de forma racional y para ello se desprendió de la mera geometría a través de proporciones más detalladas", señala Sander, aconsejando a los visitantes a la exposición detenerse en el legado de Durero en este campo, que se encuentra resumido en 'Cuatro libros de la proporción humana', que tanto influyeron en la teoría del arte durante los siguientes siglos.
No sobran los consejos para ir a tiro fijo en la visita, porque la extensión de la exposición abruma. Más de 200 obras de Durero, además de 80 obras de otros artistas precursores y contemporáneos, así como de algunos de sus alumnos destacados: Martin Schongauer, Hans Baldung Grien, Hans von Kulmbach, Jacopo de' Barbari, Giovanni Bellini, Joos van Cleve y Lucas van Leyden. La muestra, con clara intención enciclopédica, incluye tablas, lienzos, dibujos a mano y libros ilustrados por el artista que proporcionan una aportación decisiva al Renacimiento del norte de Europa y explican las diferencias con los artistas italianos, más influidos por temas de la antigüedad clásica, de la mitología y de los secretos de las medidas ideales del cuerpo. "A diferencia de los renacentistas italianos, en Durero no tiene tanto peso la referencia clásica, él desnuda el cuerpo de la mujer desde un punto de vista más racional, precursor del punto de vista científico", dice sander.
Alberto Durero, en alemán Albrecht Dürer, nació en Nürnberg en 1471 en una familia de orfebres y aprendió desde los diez años la profesión de su padre, un orfebre húngaro que había emigrado a Alemania, se había casado con la hija de su maestro y dirigía un próspero taller de orfebrería. Posteriormente, Durero optó por la pintura, que aprendió en el taller de Michael Wolgemut, también en Nürnberg, aunque sus conocimientos de orfebrería y el dominio del punzón se dejan ver en los grabados de cobre y madera que realizó con gran dominio técnico y artístico.
Su padre lo mandó al extranjero para continuar su carrera como oficial en pintura, y Durero viajó al Alto Rin, a las ciudades de Colmal (Alsacia), Basilea (Suiza) y Estrasburgo, donde sus experiencias personales le llevaron a ver el cuerpo de la mujer desde un nuevo punto de vista y donde recibió encargos para esbozos de xilografía para ilustrar libros.
Las estancias de Durero en Italia y Holanda ampliaron su perspectiva artística y, si cabe más importante, le abrieron nuevos mercados, lo que tuvo como consecuencia que su canon femenino se extendiese en las mentalidades vecinas. "Su innovación artística, su investigación teórica y su destreza en la comercialización y puesta en escena de su creación hicieron a Durero en vida uno de los artistas europeos más influyentes" , sigue Sander.
Durero murió a los 57 años, víctima de la malaria, y nos dejó en herencia una impresionante obra pictórica, definitoria del Renacimiento alemán y cuya influencia seguimos sufriendo en la dictadura de la moda.