Museos de arte contemporáneo del futuro
Un grupo de expertos analiza modelos de funcionamiento y financiación de estas instituciones en un momento “crucial” en que la separación entre lo público y lo privado "pierde su sentido".
Los cimientos del modelo cultural tiemblan en los años de crisis, la financiación pública vive tiempos de incertidumbre y de retirada, y los museos de arte contemporáneo españoles no son ajenos a la sacudida, con recortes que se cifran en el 20% al 45% y hasta del 70% en algunos casos. El museo en futuro. Cruces y desvíos, tercer encuentro organizado por la Asociación de Directores de Arte Contemporáneo de España (ADACE) desde su fundación en 2004 con el fin de fomentar la reflexión sobre estas instituciones, ha analizado en Madrid el momento que los organizadores definen de “transformación radical”. Un cambio tal que apunta a un nuevo paradigma económico, político y cultural. ¿Cómo han ser los museos del arte contemporáneo en el futuro? ¿Cuáles deben ser esas nuevas formas de financiación, y de qué manera se ha de crear y de colaborar? Un grupo de expertos, profesores e investigadores universitarios, directores de instituciones, comisarios, filófosos del arte y artistas ha debatido alrededor de estas cuestiones, aunque las preguntas siguen siendo mucho más abundantes que las respuestas.
Yolanda Romero, gestora cultural y comisaria y una de los tres directores del congreso junto con Nuria Enguita, quien con Romero forma parte del equipo directivo proyecto Arte y Pensamiento de la Universidad Internacional de Andalucía, y Ferran Barenblit , director del centro de arte Dos de Mayo de Madrid, destaca la necesidad de un encuentro de esta naturaleza por “los pocos estudios sobre cuál es la situación de los museos, las inversiones que se hacen desde lo público o la cultura del mecenazgo en España”. Con la idea de que el modelo de museo de arte contemporáneo es “muy heterogéneo”, que ahí radica precisamente su libertad y el espacio que abre al diálogo, los organizadores hablan de un futuro que no es “unívoco”. Y a pesar de todo, señala Barenblit, el mensaje es optimista y la oportunidad, de oro para plantearse cómo renovar “el espacio institucional” de los museos y “ensayar” alternativas que tienen que ver con su papel en la sociedad. “Lo más importante es reclamar nuestra voluntad de servicio público y eso no tiene que ver con los modelos de financiación que se sigan…”, indica.
La obsolescencia de una barrera nítida entre lo público y lo privado y museos que sepan establecer fuertes vínculos con la sociedad civil han sido aspectos que han copado buena parte de los debates. Las instituciones de arte contemporáneo deben involucrar a los ciudadanos: esta ha sido una de las grandes conclusiones del encuentro. Al mismo tiempo, ya es un hecho que numerosas iniciativas parten de lo individual y de colectivos locales, al margen del cobijo del Estado. “Todos somos usuarios. Hay que dejar ese mito de la efectividad para pasar a la afectividad”, explica Barenblit. Por ejemplo, María Dolores Jiménez-Blanco, profesora de Historia del Arte de la Universidad Complutense de Madrid, quien ha recorrido los momentos de fundación del MoMA de Nueva York en 1929 pocos días antes del hundimiento de Wall Street o Martes negro, ha destacado cómo este museo se ha convertido en una referencia al ser capaz de construir un relato sobre sí mismo. “Su discurso se transformó en la realidad del arte moderno” con el empleo de una fórmula basada en la propiedad privada “pero con una vocación pública”.
“Uno de los grandes retos es fomentar un público activo”, ha asegurado Romero. Y en ese camino, ha proseguido Nuria Enguita, “es necesario repensar la institución en el ámbito en el que se inscribe, no desde la expansión económica o el turismo sino tejiendo estructuras en las que la ciudadanía pueda participar”. Esta comisaria e historiadora del arte ha recordado que en los últimos 20 años el arte ha sido tomado como motor para crear “capital turístico”. “Ahora debemos trabajar desde escalas más cercanas con objetivos más cercanos, centros pequeños que puedan transformarse rápidamente”, ha añadido.
Dinero público, dinero privado.
El director del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía Manuel Borja-Villel se ha servido de una referencia literaria para hablar de la gran paradoja con la que conviven los gestores culturales en cuanto a la línea que separa lo público y lo privado. “El poder radica en las relaciones personales y ahora estas se han cosificado… El trabajo intelectual se nos expropia. Cuando nuestra investigación de años, realizada con dinero público, acaba siendo objeto de especulación en manos privadas nos damos cuenta de que, por desgracia, nuestro trabajo contribuye a asentar aquello que criticamos”. De igual manera, ha continuado Borja-Villel, si los gestores se lanzan a proyectos al margen del Estado, también se interrogan sobre su participación “en la privatización general que defiende el capitalismo avanzado, asumiendo las responsabilidades que el Estado no quiere ejercer porque no se consideran rentables”. Así, como en Otra vuelta de tuerca de Henry James, el director del Reina se pregunta quiénes son los vivos y quiénes los fantasmas. En este contexto de perplejidad, “es necesario cambiar de estructuras y de relaciones, que la investigación se proteja, plataformas de trabajo en red que garanticen la libertad y compartan saberes y actitudes políticas”.
Pero, ¿qué responsabilidad debe tener el Estado? Los expertos han puesto en entredicho iniciativas como el micromecenazgo o el crowdfunding debido a la ausencia de un marco legal que rija estas actividades. “Hay que seguir reivindicando el dinero público porque la ciudadanía paga impuestos igual”, ha matizado Nuria Enguita. En cualquier caso, “el crowdfunding no debería ser la solución porque hay un repago. Un tema fundamental es la regulación fiscal y que se pueda desgravar…”, agrega esta experta. De la misma forma, el investigador de la Universidad Antonio de Nebrija Juan Arturo Rubio ha señalado que el mecenazgo privado responde a una inversión pública que tenga el mismo vigor, como se ha demostrado en el caso de Reino Unido.
Instituciones sin contenido.
El secretario de Estado de Cultura José María Lassalle ha asistido a la clausura del congreso para repetir su crítica hacia los desmanes realizados por las administraciones locales y autonómicas en los años de bonanza en material cultural. “La planificación ha sido poco autocrítica, no se han planteado diseños sostenibles y sí buscado golpes efectistas para ser noticia…”. Las instituciones carentes de contenido han invadido el Estado español y este es justamente uno de los retos que se abren en ese futuro de los museos de arte contemporáneo. Alberto López Cuenca, profesor de Teoría del Arte y Filosofía en la Universidad de las Américas Puebla (México), ha ampliado esta observación al compartir su estudio sobre el desarrollo de centros de arte desde 1996 a 2013, que ha ido a la par de “la ley del suelo Aznar, la entrega de fondos de cohesión de la Unión Europea y la urbanización del terreno”. “El modo en que se concibieron las infraestructuras difícilmente iba a producir ciudadanía o agencia política”, ha indicado. Y, según los datos que ha aportado, más del 50% de los presupuestos de cultura ha recaído sobre los Gobiernos locales “generando muchas veces una compleja duplicidad”.
¿Necesidad o demanda de esas infraestructuras? López Cuenca se ha preguntado si ha habido a partir de 2008 un cambio de modelo desde centros destinados a la exposición a otros nuevos basados en la creación. “¿Se une por fin el contenido a la estructura?”. El experto ha ofrecido numerosos ejemplos de instituciones carentes de colecciones o proyectos, proyectos faraónicos que no ven la luz, o sin nombramientos de directores con concursos públicos, dimisiones sistemáticas… “Es urgente que se reanuden los centros con la producción local, con una estrategía pedagógica, crear vínculos con la comunidad…”. La tarea que queda por delante es ingente.