Cultura en tiempos de crisis
El desprecio de los responsables políticos por nuestra cultura ha alimentado muchos artículos. Los recortes históricos a los presupuestos de cultura y la defensa que han hecho de ellos son de sobra conocidos.
Las consecuencias, muchas: vulneración del derecho al acceso a la cultura con la subida del IVA, desprecio por la calidad de las creaciones con sus declaraciones parlamentarias, legislaciones contra lenguas propias, represión a colectivos que levantan la voz, cierres de centros culturales históricos, endeudamiento con entidades de cooperación cultural, etc, etc... Las causas, una: ideología politica. Porque después de llevar gastados en 4 años casi 120.000 millones de euros en intereses de deuda no se puede hablar de falta de dinero para derechos sociales, como el acceso a la cultura.
Aunque concentrar culpables siempre ayuda a la empatía colectiva, si revisamos sinceramente la apuesta por la cultura de los últimos tiempos, no sólo en inversión económica, el panorama es bastante desolador. Es dolorosamente cierto que llevamos 6 años de crisis económica oficial, 6 años de recortes en cultura pero ¿cuántos años de desprecio a la cultura como motor de riqueza, de solidaridad, de creación de valores, de cohesión social? El modelo cultural que tenemos es el resultado de una sucesión de responsables al frente de las instituciones políticas y culturales con una visión clasista y comercial de la cultura. Con un objetivo: mejorar la rentabilidad de la cultura y abrir nuevos canales de comunicación público-privados. Neoliberalismo cultural teorizado en las escuelas de negocios.
El resultado de estas recetas neoliberales es bien conocido por los nuevos 13 millones de personas viviendo bajo el umbral de la pobreza en Europa y su impacto social ha sido ya analizado por las organizaciones de acción social. A la vista de estas trágicas cifras, la Comisión Europea hacía una serie de recomendaciones a sus estados miembros, para frenar el impacto negativo de las medidas de austeridad, aunque los presupuestos 2014 del Gobierno español no las han recogido. Y el propio Consejo Europeo reivindica el papel de la cultura en la lucha contra la pobreza y la exclusión social: “todas las personas tienen derecho al acceso y la participación en la vida cultural para desarrollar su potencial …....y poder exigir el respeto a su identidad........y promover una mayor integración social”. La apuesta del gobierno actual contra la cultura sólo nos asegura una sociedad más desigual e intolerante.
La cultura considerada como una serie de valores no es que estuviera mucho mejor alimentada en épocas anteriores a los recortes, al contrario, los valores postmodernos de individualismo, inmediatez y temporalidad, venían muy bien para vivir en la burbuja. Pero por suerte la necesidad de expresarnos como sociedad, de crear cultura, de compartir visiones, de entendernos, de aprendernos, de sentarnos a reflexionar con la mirada del otro, no ha decaído, al contrario está en auge. Con dificultades, sin recursos, pero está en auge. Las personas necesitamos entender, compartir y construir visiones de nuestro presente y de futuro y para ello la cultura es indispensable, aunque nos encontremos en situación de parálisis y shock.
Está en auge entender que el sufrimiento del que está a nuestro lado, es nuestro. Está en auge replantearse cuántas lampedusas más hacen falta. Está en auge apoyar a un vecino que pierde su casa. Está en auge liberar contenidos para el procomún. Está en auge reunirse para vencer obstáculos colectivamente. Porque ser solidarios, abiertos, acogedores, justos, valientes y estar unidos, también es cultura. Cultura de valores. Valores, que aún en tiempos de crisis, nos permiten saber con certeza que poner cuchillas en las alambradas que saltan nuestros hermanos, es cultural, ética y humanamente despreciable y asqueroso. Afortunadamente, aún en tiempos de crisis y con recortes, seguiremos luchando por quitarlas. Cultura social, sin presupuesto pero con valores.